Las últimas elecciones presidenciales en Estados Unidos con la victoria de Joe Biden dibujan un futuro escenario electoral favorable para los Demócratas, en detrimento de la pérdida de poder del Partido Republicano.
Desde 1992, se han celebrado en Estados Unidos un total de ocho elecciones presidenciales. Los Republicanos sólo han logrado ganar el voto popular en una única ocasión, en el 2004 con George W. Bush. Si bien es cierto que en Estados Unidos el voto popular no escoge directamente al Presidente, sí que es necesario ganarlo en determinados estados para poder así lograr la victoria en el sistema que sí que lo elige, el Colegio Electoral. Y es justamente en el voto popular donde los Demócratas tienen una ligera ventaja, puesto que lo han ganado en 7 de 8 ocasiones (1992-2020), y 4 de ellas de manera consecutiva (2012-2020)

Si hacemos una comparativa de los resultados electorales del Partido Republicano y Demócrata tomando como referencia las últimas elecciones del 2020 y las del 2004, vemos notables cambios en las tendencias.

Margen de victoria por ambos partidos en las elecciones de 2004. (270ToWin).

Margen de victoria por ambos partidos en las elecciones de 2020. (270ToWin).
Como se puede observar al comparar los dos mapas, vemos que estados con una larga trayectoria conservadora como Texas (no ha votado demócrata desde 1976); Arizona (votó demócrata en el 2020 cuando la última vez fue en 1996); Georgia (votó demócrata en 2020 y no lo hacía desde 1992); o Carolina del Norte (votó por primera vez Demócrata en 2008 desde 1976) se han ido acercando cada vez más a postulados liberales. Por ejemplo, en este último aun siendo un Estado tradicionalmente conservador, el margen de victoria siempre ha estado por debajo del 3.7% desde 2008 – año en el que ganaron los demócratas por un 0,32%-, y en el 2020 fue tan solo de un 1,35%. Carolina del Norte está siguiendo la misma estela que Arizona y Georgia, pero por suerte para los republicanos, pueden todavía aprender del camino recorrido y revertir la situación para mantener sus posibilidades en futuras elecciones.
No obstante, el caso de Texas es el más preocupante de todos para las expectativas republicanas en la presente década. Si bien es cierto que Texas y California son los dos estados que más votos electorales otorgan, 41 y 54 respectivamente, no son comparables a la hora de medir su competitividad. En el 2004, los Demócratas ganaron California por un 9.95% del voto, mientras que con el paso del tiempo se ha ido haciendo cada vez más liberal, llegando a una victoria demócrata del 29.2% en 2020.
En cambio, el Partido Republicano en Texas ha logrado en 16 años pasar de un 22.87% de margen de victoria a un 5.58% acentuándose su pérdida de influencia en la pasada década (2012 – 15,78 %, 2016- 9%, 2020- 5.58 %). Sin Texas y con pérdidas en sus bastiones tradicionales, el Partido Republicano tiene prácticamente imposible ganar la Presidencia ya que California no está al alcance en el corto plazo para compensar. La pregunta no es si Texas se volverá demócrata, sino cuando, y qué hará entonces el Partido Republicano si no lograr otros estados para contrarrestar esta pérdida dado que aún se muestran contrarios a la abolición del Colegio Electoral como piden algunos Demócratas.
Margen de victoria en el estado de Texas vs California desde las elecciones de 2004 hasta 2020. Fuente 270ToWin.
Sin embargo, no todo son malas noticias para los Republicanos. El Partido Demócrata también está teniendo serias dificultades. Una de ellas, es que el Colegio Electoral está sesgado hacia su rival debido a que la mayoría de los “estados bisagra” son de tradición republicana, y por tanto los Demócratas pueden ganar el voto popular, pero perder las elecciones. Para hacernos una idea, este hecho ha ocurrido en 2 de las últimas 7 elecciones. Ocurrió en el 2000, cuando Al Gore ganó el voto popular y Bush se hizo con la Presidencia, y en el 2016 con Hillary Clinton vs Trump.
Lejos de revertirse esta situación, los Republicanos este año han disfrutado de la mayor ventaja en el Colegio Electoral en lo que llevamos de siglo y de los últimos 70 años. Aunque Biden ganó las elecciones con 81 millones de votos frente a los 74 millones de Trump, Trump habría necesitado solo 45.000 votos para hacerse con los votos electorales necesarios, en comparación con Clinton que habría necesitado 77.000. Si lo ponemos en perspectiva, Clinton venció a Trump por casi tres millones de votos y Biden por casi siete, y aun así Trump ha estado más cerca de ganar de lo que estuvo Clinton aun perdiendo está vez por más del doble de votos.

Los Republicanos también pueden ser optimistas en cuanto a estados tradicionalmente demócratas como Pensilvania, Michigan y Wisconsin Trump logró su victoria electoral gracias a ellos, y aunque en las elecciones del 2020 volvieron a posicionarse al lado de los Demócratas, estos tres estados que forman parte del “cinturón de óxido” en honor a su importante industria, se han ido haciendo cada vez más competitivos puesto que la inmigración de estos y otros estados hacia estados del Sur ha hecho que el votante mayoritario sea el blanco de clase media, tradicional votante del Partido Republicano. Esto explica uno de los porqués del crecimiento demócrata en el Sur, y la pérdida de su influencia en el Norte. No obstante, los republicanos saben que solo se necesitan 11 Estados para ganar la Presidencia, y los Demócratas han ganado recientemente en 10 de ellos en lo que llevamos de siglo.
En definitiva, los Republicanos tienen campo de mejora pudiendo ganar estados que fueron en su día considerados bastiones demócratas. No obstante, también se debe tener en cuenta que dichas ganancias se podrían ver contrarrestadas por las que puedan lograr los Demócratas si no logran hacer una retención de sus tradicionales estados conservadores. En la sociedad estadounidense se está produciendo a un cambio demográfico, lo cual induce a una mayor diversidad, y por tanto un cambio en el perfil del votante. Por su parte, el Partido Demócrata está sabiendo recoger el voto de las minorías y del voto joven, mientras que el Partido Republicano tiene un problema de expansión de su base ya que se enfrenta a un conflicto en cuanto a su identidad tras la era Trump pero que ya sufría desde hace tiempo. La gran ventaja de la que disfrutan es que el viento del Colegio Electoral probablemente podría seguir soplando a su favor en el corto-medio plazo, y, a fin de cuentas, ese es el voto que verdaderamente importa.
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