«Chile tuvo la visión de anticiparse y lograr asegurar el provisionamiento de las vacunas y tenemos una larga y hermosa tradición de fortaleza de nuestro sistema de vacunación e inmunología».
Sebastián Piñera, presidente de Chile
El 2020 podría considerarse el año que marcó un antes y un después en nuestras vidas o, al menos, para una gran parte de la población mundial, debido a la expansión de la Covid19 y todas las consecuencias que ha tenido y sigue teniendo. En el caso de Chile, el país cambió unos meses antes, concretamente debemos retrotraernos a octubre de 2019. Desde entonces, su población y gobierno están inmersos en nuevos cambios constitucionales y sociales que se han visto afectados por la pandemia.
Quién iba a decirle al presidente Sebastián Piñera que una subida en el precio del transporte acabaría desembocando en el momento más complejo de la historia del Chile posterior a Pinochet. De aquellas declaraciones presidenciales afirmando que el país era un oasis dentro de Latinoamérica a la Marcha del Millón, apenas pasaron dos semanas y lo que se percibió, tanto a nivel nacional como a escala planetaria, es que Chile quería ser un país más justo e igualitario.
El estallido social no solo provocó una crisis institucional sin precedentes sino que también afectó a la imagen de Chile en el exterior, un daño del que todavía, hoy, sigue recuperándose. Para que nos hagamos una idea, Santiago de Chile iba a albergar en noviembre de 2019 el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) y en diciembre de ese mismo año la famosa Cumbre del Clima (COP25) que terminó celebrándose en Madrid bajo la presidencia del país andino. Dichos eventos se presentaron como la gran oportunidad de mostrar la capacidad de organización, acción e influencia de Chile en el ámbito internacional. Ambas cancelaciones, junto a la violencia en las calles, provocaron que la imagen del país en el exterior se viera perjudicada.
A comienzos del 2020 el gobierno quería demostrar que el país todavía seguía siendo un lugar seguro para las inversiones extranjeras además de atractivo para eventos internacionales, es por ello que jugara la última baza de FIDAE, la Feria Internacional del Aire y del Espacio, de influencia mucho menor que los encuentros ya citados anteriormente pero que, bienalmente, suponen un ingreso monetario importante para la capital. La pandemia llegó y arrasó con ella teniendo que cancelarla apenas quince días antes de su celebración. Chile quedaba cerrado y su imagen seguía dañada.
Desde entonces el país está inmerso en una serie de cambios constitucionales y electorales que fueron aprobados por el 78.3 % de la población chilena y que, unido a la realidad pandémica actual, complica aún más la situación ya que dicho proceso todavía no ha finalizado. A comienzos de abril de 2021, más de un año después desde que se diagnosticara el primer caso del virus en el país, se contabilizan más de un millón de personas infectadas, de las cuales más de 23.000 han fallecido. Pero, ¿cómo está gestionando el actual gobierno dicha crisis?
Las medidas de confinamiento que llevó, y sigue llevando a cabo Chile, podrían ser parecidas a las de cualquier país de la Unión Europea: las comunas avanzan o retroceden según el grado de incidencia y afectación del virus. Entre todas estas medidas, la más destacable es el toque de queda al que la población está sujeta desde octubre de 2019 por los altercados que acaecieron por todo el país. En cuanto a parámetros geográficos, las cifras más altas de contagios se presentan en la Región Metropolitana (el Gran Santiago), Biobío, Valparaíso, Los Lagos, Araucanía, Maule y Antofagasta. Contagios que han ido aumentando y variando según los meses pero que demuestran que Chile no ha puesto fin a la pandemia.

A comienzos de abril de 2021, Chile contaba con más de un millón de contagiados, de los que se habían recuperado un gran porcentaje. En lo referido a los fallecidos, la cifra se encontraba cercana a las 24.000 defunciones.
El 3 de febrero posiblemente fue una de las fechas más deseadas por el presidente Piñera ya que comenzó la vacunación masiva en el país, noticia que volvió a poner a Chile en portadas y numerosas páginas de medios de comunicación y que volvían a mostrar una imagen positiva de la nación. Este logro se debe principalmente a que en Chile, ante todo, impera una vocación empresarial desde hace décadas y cuya mejor prueba es que es el país con más acuerdos de libre comercio del planeta. A ello debe sumarse el espíritu financiero del presidente Piñera, quien nada más extenderse la pandemia indicó a Rodrigo Yañez, subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, que comenzara negociaciones con laboratorios internacionales con el objetivo de que Chile dispusiera de un gran número de vacunas para sus ciudadanos.
Razón por la cual Chile cuenta con vacunas de Pfizer, Sinovac, AstraZeneca y se encuentra en negociaciones y acuerdos con Cansino, Janssen y la rusa Sputnik V. Por otro lado, el país dispone de una atención primaria de muy buena calidad y de un Instituto de Salud Pública con independencia en la gestión y aprobación de las vacunas. Por último, debe sumarse la rapidez y eficacia del calendario de vacunación y la logística del transporte en un país de geografía adversa pero que cuenta con más de 1.400 centros de inoculación entre los que se encuentran hospitales, centros de salud familiar, colegios, centros culturales, juntas de vecinos, estadios, gimnasios e incluso centros religiosos.
En apenas dos meses, a casi siete millones de chilenos se les ha inyectado al menos una dosis y, de ellos, casi 4 millones han completado el proceso de vacunación. Estas cifras deben relacionarse con los casi 19 millones de habitantes que tiene el país, por lo que fuentes gubernamentales indican que la inmunidad pueda conseguirse antes del mes de julio. Cabe destacar también el papel que asumió Chile como líder en la región, donando a Ecuador y a Paraguay vacunas para su personal médico, así como la ayuda que prestó a Uruguay en materia logística. Estas exitosas cifras y este relato han sido la razón por la que el presidente Piñera había vuelto a coger oxígeno en su mandato más difícil y ha convertido el Plan de Vacunación masiva en un instrumento de propaganda institucional. La imagen del país volvía a despegar y lo hacía por todo lo alto.
Chile es uno de los países del mundo que, en la actualidad, lleva mejor ritmo de vacunación en función a su población total. Además, en un claro alarde de liderazgo regional en el contexto pandémico, ha donado 20.000 dosis a Ecuador y Paraguay.
Lo que parecía indicar un éxito absoluto y que incluso podía mejorar el porcentaje de aprobación del presidente Piñera comenzó a diluirse a finales de marzo de 2021. El discurso triunfalista sumado a la relajación de medidas han provocado que, en apenas unas semanas, Chile haya pasado de ser un país ejemplar a un ejemplo a no seguir. Las posibles causas que explican dicha situación es la reapertura de fronteras, el sistema de permisos para viajar en vacaciones o el restablecimiento de gimnasios o centros comerciales, entre otros negocios. Medios periodísticos como Deutsche Welle (DW), El País, The New York Times, The Guardian o Reuters han escrito sobre los errores que han podido cometer las autoridades chilenas en mostrar una imagen errónea de la situación. A comienzos del mes de abril, el porcentaje de ocupación en camas UCI rondaba casi el 95%, de las cuales el 73% eran por la COVID19. Los contagios en esta nueva ola llegan a los 8.000 casos diarios, cifras muy superiores a las de la primera oleada y que hacen cuestionar, a nivel mundial, la relajación de medidas adoptadas por el gobierno tras la vacunación.
No obstante, pese al buen ritmo de vacunación, la gestión de la pandemia en el país andino arroja una serie de aspectos preocupantes, siendo el notable aumento de la ocupación de las UCI’s uno de ellos.
En definitiva, el aumento en el número de infectados es ya una realidad y la implementación de nuevas medidas para frenar la expansión una consecuencia: más confinamientos, más restricciones y la prohibición de entrada de extranjeros al país salvo causa justificada. El país vuelve a cerrarse pero sigue con el calendario de vacunación establecido. Mayo se presenta para Chile como un periodo de cambios, un mes en el que se celebran las elecciones constituyentes y en el que el país vuelve a tener una nueva oportunidad para mejorar su imagen. Mientras tanto, puede seguir debatiéndose si el oasis de la vacunación no era más que un espejismo o si, por el contrario, la vacunación chilena sigue siendo el faro que guíe al resto de países de América Latina y de otros continentes. El tiempo lo dirá.
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