Durante más de tres décadas, China y Filipinas se han visto envueltos en una serie de contiendas para ver quién lograba quedarse con más territorio marítimo. Por un lado, el Ejército Popular de Liberación (EPL) ha optado por emplear tácticas cada vez más agresivas con el objetivo de hacerse con los principales puntos geoestratégicos. Y, por otro lado, el gobierno filipino confía en el dictamen de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CNUDM), y en la participación directa de otras potencias, cómo EE. UU o Japón, para disuadir el afán expansionista chino.

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