La complejidad que rodea la existencia de la “joven” Bosnia y Herzegovina (abreviado BiH) no se limita simplemente a su composición étnica o pasado bélico durante los años 90, sino que el entramado político del país balcánico necesita de un análisis exhaustivo para su comprensión.
Octubre de 2022 será para Bosnia y Herzegovina un nuevo período de elecciones generales mediante las cuales, los ciudadanos de todo el país, elegirán a la Presidencia colegiada y la cámara baja o Casa de los Representantes (Predstavnički Dom en bosnio, que junto a la Cámara de los Pueblos o cámara alta conforman la Asamblea Parlamentaria / Parlamentarna skupština) en las cuales el polémico representante serbio, Milorad Dodik, volverá a ser candidato por la República Srpska a la presidencia general del Estado, tensando todavía más la ya dividida sociedad y una política bosnia cuyas bases hacen de este Estado uno de los más complicados (y al mismo tiempo discriminatorios) del globo.
DAYTON COMO EJE CENTRAL DE LA POLÍTICA BOSNIA
Los Acuerdos de Dayton (1995) trajeron consigo la paz para Bosnia y su fragmentada y multiétnica población, pero este instrumento también se conforma como la base del sistema institucional y político del Estado cuyo eje central para el funcionamiento son las ‘cuotas étnicas’, es decir, cada entidad – República Srpska de mayoría serbia, Federación de Bosnia y Herzegovina conformada por croatas y bosnios, así como el Distrito de Brčko, autogobernada de forma multiétnica – elige únicamente a los representantes presidenciales y diputados de su etnia, lo que da como resultado una descentralización y fragmentación que ha sido impuesta desde fuera al finalizar la contienda bélica en 1995, así como una discriminación a las minorías judía y romaní entre otras.
De esta forma, el sistema institucional bosnio se compone de un soporte Estatal con una Presidencia tricéfala (un representante bosnio, otro croata y uno serbio) que representarán al poder ejecutivo por un período de cuatro años y una rotación en el poder de ocho meses, así como un presidente del Consejo de Ministros que es elegido directamente por dicha presidencia y ratificado por la Cámara de Representantes. No obstante, tanto la presidencia como el resto de instituciones tienen sus cimientos en las entidades conformadoras, por lo que un ciudadano de la República Srpska solo puede elegir al representante serbio, así como un ciudadano o ciudadana de la Federación de BiH solamente podrá votar al candidato croata o bosnio, creando una realidad segregativa puesto que los croatas y bosnios que vivan en la primera entidad no podrán ser elegidos a la Cámara y presidencia, (al igual que los serbios de la Federación) ni elegir a un candidato de su etnia.
Sistema institucional y de gobierno general de BiH y sus entidades. RFE/RL’s Balkan Service.
Esto hace que Bosnia y Herzegovina posea dos problemas políticos: El primero es que el Estado no funciona a nivel gubernativo con el objetivo de defender el interés ciudadano en toda su extensión, sino que de nuevo el poder de la etnicidad se superpone al poder popular, llevando muchas veces al bloqueo institucional ya que tal y como establece la Constitución del Estado en su artículo IV, sección 3 e) y f), las propuestas legislativas pueden ser bloqueadas alegando la “destrucción del interés vital de bosnios, croatas o serbios”, creando una Comisión Conjunta para resolver el bloqueo que, de no ser solventado, pasaría al Tribunal Constitucional. La segunda de las problemáticas radica en que para muchos estudiosos y analistas, Bosnia no es un ente soberano en su totalidad sino más bien un “protectorado”, pues existe la figura del Alto Representante para BiH, personalidad impuesta por Dayton que posee la capacidad de tomar decisiones y establecer vetos de carácter legislativo y ejecutivo.
Así, la conformación política de BiH es casi imposible de extrapolar a otros casos, pues no existe una cámara que represente al conjunto de la ciudadanía bosnia, independientemente de su etnia de base o el lugar de residencia. Sin embargo, es necesario destacar que en el Distrito de Brčko sí existe una Asamblea local con 21 miembros que carece del reparto por cuotas étnicas.
LAS MINORÍAS ÉTNICAS BOSNIAS, LAS GRANDES PERJUDICADAS
Si bien la política y sociedad bosnia tiene como eje principal el concepto de etnicidad, los únicos reconocidos como “ciudadanos” en su totalidad se podría decir que son las tres comunidades principales y mayoritarias del país (bosnios, croatas y serbios), a pesar de que en el año 2003 la Asamblea Parlamentaria aprobó la Ley para la protección de las minorías, en la cual se establece la defensa de todas ellas y en todo el territorio nacional. En la práctica, sin embargo, puede observarse que su aplicación es nula, pues los “otros” (denominación de la socióloga E. Vajzović referida a aquellos que no se consideran identificados con ninguna etnia o no pertenecen a alguna de las principales) no pueden ser candidatos a la presidencia colegiada del Estado ni poseer a su vez escaño en en la Cámara de los Pueblos, reservada exclusivamente a serbios, croatas y bosníacos.
Así, la discriminación hacia la población bosnia no perteneciente a ninguno de los tres grupos étnicos principales es palpable a través de diversas sentencias y comisiones realizadas por organismos internacionales en los últimos años. Ejemplo de ello es el caso Sejdić y Finci v. BiH (2009) del Tribunal Europeo de DD.HH. en el cual se confirma el carácter discriminatorio del sistema electoral de BiH al no permitir a estos dos ciudadanos bosnios (uno romaní y otro judío) poder optar a ser candidatos a la presidencia de su país, hechos que también confirma la Comisión de Venecia del Consejo de Europa (2005) al determinar que no existe un consenso entre los partidos políticos estatales para dar voz a las minorías en unas instituciones que se suponían transitorias y cuyo objetivo era la evolución hacia el pluralismo político existente en una democracia.
A pesar de que esta sentencia sentó jurisprudencia (pues varios fueron los casos resueltos por los tribunales europeos en favor de las minorías bosnias a posteriori como el caso Pilav v. BiH del 2016 o el caso Baralija v. BiH de 2019), lo cierto es que Bosnia y Herzegovina se encuentra, 13 años después de la primera resolución en favor de las minorías, muy lejos de realizar reformas institucionales que reconozcan al resto de pueblos los mismos derechos políticos en el país.
Dervo Sejdić (izq.) y Jakob Finci (der.) en el edificio de la Presidencia de BiH. RadioSarajevo.
FUTURO INSTITUCIONAL Y ELECTORAL EN BiH
En cuanto al porvenir de las instituciones y el sistema político-electoral de Bosnia, el Consejo de Europa (en las decisiones finales del Comité de Ministros de dicho organismo de septiembre de 2021) ha resaltado que, después de los casi 13 años del ya mencionado caso Sejdić y Finci, el país no ha tomado ninguna medida para paliar la discriminación hacia las minorías estatales, incurriendo en una violación del artículo 49 del Convenio del TEDH, por lo que las venideras actuaciones de BiH deberían modificarse para que las elecciones de octubre de 2022 se encuadren dentro de las condiciones del Convenio ratificadas por el país en el año 2002.
Dicha disposición, denominada “fuerza obligatoria y ejecución de las sentencias”, menciona que las partes que ratificaron el Convenio deberán acatar las sentencias que el Tribunal Europeo considere definitivas o, de lo contrario, se someterán a una revisión del Consejo de Ministros del Consejo de Europa e, incluso, del propio Tribunal Europeo de DD.HH.
Comitiva del TEDH en Bosnia y Herzegovina (2021). Department for the execution of judgements of the European Court of Human Rights.
CONCLUSIONES
Abordar la situación política o social de Bosnia y Herzegovina – independientemente del período – implica siempre mencionar un mismo elemento: la etnicidad, y es que esta se constituye como la base del ‘renacimiento’ del país en 1995, dando como resultado una doble vertiente: la favorable para las tres etnias principales (serbios, croatas y bosnios musulmanes), ya que poseen representación tanto en la presidencia como en las cámaras legislativas, y la negativa que recae en las más de diez minorías existentes en el Estado, las cuales carecen de cualquier tipo de derecho de representación.
Esto provoca que se entienda a BiH como un Estado discriminatorio con un entramado político complejo y con instituciones “duplicadas” al no existir una cámara legislativa que represente al ciudadano bosnio independientemente de la connotación étnica, religiosa o su lugar de residencia. De hecho, tal y como refleja el análisis, son varios los organismos y sentencias judiciales los que se refieren a Bosnia casi como un ‘estado segregador’ en el que existen ciudadanos de primera, segunda y tercera categoría, siendo ejemplo de estos últimos los romaníes.
Así, el futuro político e institucional de Bosnia pasa por llevar a cabo reformas que permitan, tal y como establece su Ley para la protección de las minorías de 2003, no solo la defensa de las minorías estatales, lo que conlleva a que estas posean un derecho político efectivo en su país a partir de las elecciones de octubre de 2022, sino también allanar su camino de adhesión a la Unión Europea.
No obstante, todo análisis lleva consigo la exposición de unas hipótesis que, de ser resueltas, ampliarían el conocimiento de la temática a abordar: ¿Debe BiH eliminar las cuotas étnicas en su sistema institucional, permitiendo que todo ciudadano, independientemente de su lugar de residencia, pueda elegir al candidato más oportuno?, o bien el ¿Estado balcánico tendría que establecer cámaras que representen al conjunto de la ciudadanía, así como una presidencia unicéfala electa por todos y cada uno de los bosnios, dando como resultado una sociedad más justa y equilibrada?
NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21
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