Nadie duda de que la geopolítica esté influenciada tanto por las decisiones de los Estados, como de las organizaciones internacionales e, incluso, de empresas privadas. Sin embargo, hemos alcanzado el siguiente nivel. Actualmente, las acciones de personas individuales tienen la misma, o más, repercusión que aquellas de las entidades globales.
Asimismo, todas las esferas de la geopolítica se relacionan entre ellas en un movimiento de mutua influencia que, en muchos casos, pasa desapercibido pese a estar en enorme relación de dependencia. Dos de estos planos que confluyen en muchos más aspectos de los que parece son la regulación del espacio exterior y la economía de las criptomonedas. Aunque las intersecciones sean múltiples, la más llamativa es la personificación de ambas áreas en la figura del empresario Elon Musk. ¿Cómo se relacionan estos dos ámbitos tan diferentes?
La legislación espacial
Si el espacio exterior, los cuerpos celestes, son propiedad de la humanidad, no debería repercutir internacionalmente el hecho de que alguien decidiera construirse una casa en la Luna. También sería lógico pensar que esto sería imposible. No obstante, no lo es.
El espacio exterior está regulado por cinco tratados internacionales bajo el control de las Naciones Unidas. Estos tratados incluyen la legislación sobre expediciones, rescate de astronautas, exploraciones y usos de La Luna, daños y responsabilidad, y registro de objetos lanzados al espacio.
El vacío legal que presenta este cuerpo legal es la redacción del primero de ellos. En este texto se establece cómo ninguna nación puede declarar soberanía sobre La Luna o cualquier cuerpo celeste. ¿Dónde está el problema? En la ausencia de legislación acerca de empresas privadas o personas con la capacidad de llegar a los cuerpos celestes y, de desearlo, declarar derechos de propiedad. Si no existiera la posibilidad de que se de este escenario, no existiría problema. Pero la realidad es diferente. A día de hoy, SpaceX, la compañía de Elon Musk, cuenta con el potencial capital y material para llegar a La Luna y, según sus cálculos, en seis meses a Marte.

Actualmente, la tecnología de SpaceX ha participado en numerosas misiones a la Estación Espacial Internacional, suministrando capacidades materiales a la NASA. Además, sus lanzamientos y misiones han sido también avaladas por esta agencia. Otra problemática se encuentra en esta relación. Mientras que SpaceX es una entidad privada, la Agencia Espacial estadounidense se financia mediante fondos públicos. Al ser estatal, la lógica indicaría cómo la NASA tiene predominancia sobre SpaceX, pero debido a la dependencia material de Estados Unidos respecto a la empresa de Musk, la relación se invierte.
La lógica de las criptomonedas
De la misma forma en que la nube es un ropero para fotos, documentos y archivos varios, la criptomoneda es un medio de intercambio económico digital. A diferencia de la moneda física, las criptomonedas no están asociadas a ningún banco o Estado, por lo que se pueden entender como un medio de transacción descentralizado y, de ahí su nombre, encriptado.
La más famosa de las criptomonedas es el conocido Bitcoin, aunque existen otras con valor, si bien considerable, menor al Bitcoin, como Ethereum o Tether. Poniendo el foco en el Bitcoin, esta criptomoneda fue creada en 2008 con la intención de ser un medio de transacción entre iguales. Es decir, sin la mediación y beneficio que obtienen las entidades bancarias de cada movimiento que hacen las personas con su dinero.

Originalmente, esta nueva forma del vulgarmente llamado dinero digital pretendía ser una manera de corregir el problema de la falta de acceso al sistema bancario de muchas personas, que en consecuencia las dejaba en una posición de desventaja en el mercado. Sin embargo, observando el valor actual de 1 Bitcoin (a sábado 29 de mayo a las 11 de la mañana), éste asciende a 35.529$, aproximadamente 30.000€.
Pese a que es posible comprar fracciones de la moneda, la brecha tecnológica en función de los ingresos, así como los competitivos y caros niveles a que se mueve el criptomercado suponen que el acceso al mismo esté altamente restringido a una élite digitalizada. Además, este mercado está regido por la más pura especulación, por lo que, a más limitado, más valioso.
Influencia de dimensiones astronómicas
La influencia en esta esfera del gigante de la tecnología espacial, Elon Musk, puede observarse en función de su actividad en Twitter. Así, desde enero de este año, la fluctuación del mercado del Bitcoin y las criptomonedas ha estado estrechamente ligado a la opinión del director de Tesla.
El inicio de esta relación se remonta al 29 de enero, día en que Elon Musk añadió el hashtag #Bitcoin a su biografía de Twitter. En los meses siguientes, el valor del Bitcoin experimentó un crecimiento histórico hasta alcanzar valores superiores a los 63.000$. Asimismo, en febrero anunció la compra de 1.5 billones estadounidenses de dólares y la aceptación de pagos en criptomoneda para compras en Tesla. En este gesto se mostró el férreo apoyo y confianza de la compañía al criptomercado.
No obstante, un cambio de perspectiva promovió la cancelación de esta forma de pagos a principios de mayo. La razón aludida referenciaba las enormes tasas de contaminación resultantes de la energía necesaria para la minería de la criptomoneda. En esta industria es necesaria la explotación masiva de combustibles fósiles, no renovables, que producen una mayor dependencia económica de los países con yacimientos. Como consecuencia, el mercado del Bitcoin cayó en picado, experimentando pérdidas de hasta casi el 50%. Uno de los hechos más destacables durante este descenso fue la pérdida de influencia (y capital) de China, cuyo peso en el criptomercado se redujo de manera espectacular. Pese a este revés, el apoyo de Musk se mantuvo inamovible, y su influencia también.

El valor del Bitcoin experimentó una subida de 3.000$ en 15 minutos tras el tweet de Elon Musk donde aseguraba tener “manos de diamante”, expresión utilizada en el mercado de valores para indicar que no se va a vender. Estas simples palabras produjeron la recuperación parcial del criptomercado, demostrando la influencia del gigante de la tecnología sobre sus fluctuaciones. La muestra de Musk acerca de su negativa de deshacerse de su inversión en la criptomoneda puede ser entendida desde dos lógicas que, a fin de cuentas, son una sola.
Por un lado, tras haber declarado su intención de que Bitcoin redujera la carga de contaminación debida a las altas tasas de energía necesitadas para la producción de la criptomoneda, se puede ver cómo sus intenciones de sostener el mercado se enfocan a un futuro donde las grandes compañías se vuelvan más eco-friendly.
Sin embargo, por otro lado, el movimiento de Musk no engaña a nadie. Debido a las enormes inversiones que Tesla posee en Bitcoin, la maniobra está lejos de ser un gesto altruista o ecologista. Por el contrario, los intereses económicos de Elon Musk motivaron el tweet en un intento de recuperar el criptomercado (y, por consiguiente, el capital del director de Tesla y su empresa).
En línea se observa la facilidad con que se puede desencadenar un conflicto por proxy. Estos conflictos internacionales se definen como el conflicto surgido entre dos o más partes por defensa de una tercera. Si se traslada esta lógica al panorama actual, es altamente probable un conflicto entre Estados por defensa de las empresas de Musk.
La tributación de Tesla y SpaceX en Estados Unidos supone una gran fuente de ingresos para sus arcas. Pese a que la influencia se ejerza desde Tesla, SpaceX está en estrecha vinculación con ella, tanto económica como personalmente. Además, la dependencia se ejerce en un nivel superior. Como ha quedado patente, Estados Unidos está atado a SpaceX en la provisión de servicios básicos de información para el mantenimiento de la inteligencia en materia de seguridad y defensa.

Por esta razón, y debido a la falta de claridad en la regulación espacial, Musk y SpaceX podrían declarar propiedad sobre territorios lunares o, como es la intención del director ejecutivo de la empresa, llegar a urbanizar Marte. Ante la ambigüedad legislativa, no caben dudas de la fiereza con que Estados Unidos sería el principal valedor de SpaceX en la esfera internacional en caso de una nueva redacción de tratados o de desatarse un conflicto con gigantes espaciales como Rusia.
En conclusión, ninguna de las aspiraciones de Elon Musk recae realmente en una base humanitaria, puesto que ni el mercado de las criptomonedas, ni la llegada a Marte son metas de acceso realista para la gran parte de la sociedad que no pertenece al Fortune 500.
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