Desde el germen comunitario, sembrado en 1950, esta organización internacional ha sufrido diversas modificaciones y ampliaciones, algunas de ellas, adhesiones fracasadas y otras potencialmente inviables pero, ¿existe la posibilidad de expandirse más allá del continente?.
DE LA CECA A LA UNIÓN EUROPEA, CASI SEIS DÉCADAS DE EVOLUCIÓN
Claramente los inicios de la actual UE se sitúan en la creación, en 1951, de la CECA (Comunidad Económica del Carbón y Acero), cuyo objetivo principal era la libre circulación entre los entes firmantes – área Benelux, R.F. Alemana, Francia e Italia – de elementos como el carbón, acero o el hierro. Es decir, la finalidad era únicamente económica pero, de forma paulatina, y a través de la firma de diversos tratados en las décadas sucesivas (Tratado de Roma de 1957, Tratado Schengen en 1986, el Tratado de Maastricht de 1992 o el de Lisboa de 2009 que le otorgó subjetividad internacional entre otros), el objetivo se redirigió a basar el organismo en una unión también de carácter político, llegando incluso a caminar hacia el federalismo y la posesión de una Carta Magna única en 2004, aunque sin haber llegado a término.
De esta forma, se desarrollaron fases de ampliación hacia diversos países de la contorna que vieron en estas instituciones un atractivo no solo en lo económico, sino también en el ámbito político, judicial, en el libre movimiento o incluso en la posesión de una divisa única, pudiendo distinguir 3 grandes etapas: La primera en 1981 y 1986 con la adhesión de Grecia y Portugal / España respectivamente como consecuencia de los cambios, en la década de los 70, de régimen de dictatorial a democrático. La segunda se corresponde al año 2004, quinta y más grande ampliación al incorporar diez nuevos Estados a su seno, tanto de la zona mediterránea – Malta o Chipre -, como centroeuropea y báltica. La tercera, pero no última, corresponde al año 2007, cuando Bulgaria y Rumanía, los dos países menos desarrollados de la contorna, accedieron al club comunitario.
Así, es claramente deducible que no es hasta 2004 cuando los países que se fueron adhiriendo a la Unión correspondían no solo a fronteras geográficamente europeas, pues Chipre, si bien a nivel histórico-cultural es un país europeo (con la excepción de la parte norte de la isla), territorialmente pertenece al continente asiático, al igual que ocurre con el candidato oficial al ingreso más antiguo de la organización internacional: Turquía, oficialmente candidata desde 1999. De esta forma, los futuros candidatos actuales se circunscriben al área balcánica pero, ¿siempre ha sido o será así?.
Es preciso destacar que no sería hasta el año 1993 cuando el Consejo Europeo, en su cumbre de Copenhague, estableció una serie de criterios que rigen, aún hoy en día, los elementos que debe poseer un país para poder formar parte del club de los 27: instituciones democráticas y respeto al Estado de derecho y las minorías, economía de mercado viable o capacidad para asumir los compromisos que conlleva adherirse a la Unión Europea.

SUIZA E ISLANDIA: PROYECTOS INFRUCTUOSOS
En el caso de Suiza, si bien la Confederación ha tenido relaciones con la Comunidad Europea desde los años 70, no sería hasta 1992 cuando el Consejo Federal suizo decidió aplicar el inicio de membresía al grupo comunitario, comenzando oficialmente las relaciones bilaterales seis años después. Así, en un referéndum en el año 2000, con el objetivo de unirse oficialmente a la Comunidad en un año, los suizos arrojaron un 67.2% de votos favorables a estos acuerdos en relación a la libre circulación, aunque rechazando, en 2001, la adhesión como miembro de la Confederación Helvética con un 76.6% de votos negativos.
No obstante, si bien las relaciones de adhesión a la UE se vieron estancadas, los suizos, en un nuevo referéndum en 2005 (con renovación favorable en 2020), decidieron unirse al espacio Schengen con un 54.1% de votos favorables, eliminando el control de pasaportes y permitiendo libertad de movimiento y mercancías. De esta forma, a pesar de que el Estado alpino mantiene un Acuerdo Marco Institucional con la UE desde 2014-2018 (puesto que el 80% de las importaciones suizas provienen del grupo comunitario), en mayo de 2021 la Confederación decidió romper las relaciones para la aprobación de un nuevo acuerdo marco, siendo reprochado desde las instituciones comunitarias al tildar este proceso de “relaciones erosivas en el futuro”.
Si se aborda el caso de Islandia, las negociaciones de adhesión – que tanto para Suiza como para la isla serían un proceso rápido debido a su gran compatibilidad con la Unión – comenzaron en 2008, materializándose un año después con la presentación formal y, posteriormente, con la apertura de las negociaciones en junio de 2010 (se llegaron a abrir 27 capítulos y a aprobar 11 de los 35 totales). De esta forma, en un primer momento, para el ejecutivo islandés y la población, la adhesión a la UE era beneficiosa después de la dura crisis económica de 2008 que llevó a la isla europea a vivir la quiebra de sus bancos y enjuiciamiento de los responsables financieros.
No obstante, en 2013, las negociaciones entre la Unión e Islandia se suspendieron – aunque tal y como establecen las instituciones comunitarias, si el Estado isleño decidiera retomarlas, existiría la posibilidad de proseguir con las mismas – a consecuencia tanto del cambio de ejecutivo como por las prohibiciones que conlleva unirse al grupo de los 27: veda en la caza de ballenas, carga burocrática, pérdida de soberanía y flexibilización en las fronteras, lo que permitiría una mayor inmigración hacia esta nación desarrollada en comparación con otras ya miembro.


¿FUTURAS ADHESIONES EXTRA EUROPEAS?
Existen rumores y hechos que confirman la posibilidad de anexar países que se sitúan fuera del viejo continente, pero casi todos ellos sin viabilidad futura. Uno de los primeros ejemplos es Kazajistán, país centro-asiático que posee territorio occidental en Europa, aunque no se considera motivo suficiente para adherirse al club, pues posee fallas democráticas según el Parlamento europeo (falta de celebración de comicios electorales, detención arbitraria de activistas o miembros de la oposición) a pesar de la salida del poder de Nazarbayev en 2019. No obstante, eso no es impedimento – aunque suene paradójico – para que la UE y Nursultán hayan llegado a acuerdos de asociación y cooperación bilateral en 2021 en materia comercial, energética o medioambiental.
Así y todo, una encuesta realizada por YouGov, demuestra que los europeos prefieren dentro del club de los 27 a Kazajistán o Rusia frente a Estados como Turquía, pues solo un 7.14% se muestra favorable a que el antiguo país otomano se adhiera formalmente.
Otro de los ejemplos es el caso del Estado de Israel, situado en el Próximo Oriente, posee una cultura y valores similares a los europeos a nivel histórico, por lo que sería más viable la entrada en la UE si es comparado con otros casos como Canadá (de la cual existieron rumores acerca de su membresía) o la propia Kazajistán. Así, desde 2005, el país mediterráneo ya cuenta con un acuerdo bilateral con la Unión en relación a la Política Europea de Vecindad, uno de los primeros pasos para aproximarse más al club, tal y como se reflejó en varias ocasiones en sesión parlamentaria.
No obstante, Israel juega con dos elementos en su contra: El rechazo que podría experimentar si presenta su candidatura a miembro como consecuencia de su situación geográfica (al igual que ocurrió con Marruecos en 1987) y la lapidación de los derechos humanos del pueblo palestino, así como la ocupación de territorio árabe-palestino por colonias israelís.


De izq. a dcha.: Haim Regev, embajador de Israel en la UE-OTAN y la Comisaria de Innovación e Investigación, Mariya Gabriel (2021). The Times of Israel / K.Y. Tokayev – presidente de Kazajistán – y C. Michel – presidente del C. Europeo – (2021). European views.
CONCLUSIONES
A modo de conclusión, se puede dirimir que en la actualidad, la Unión Europea está fuera de anexar territorios que no se sitúen en el viejo continente, pues su principal objetivo es adherir, de forma paulatina, a los Estados balcánicos que poseen avanzadas negociaciones como Serbia o Montenegro. Además, resultaría completamente inviable aproximarse a países tan lejanos – a excepción de Chipre – como Israel a pesar de su proximidad cultural e histórica, pues supondría para la Unión un aumento en las solicitudes para las candidaturas de membresía de Estados dispares y sin relación alguna (más allá de las comerciales, como el caso de Kazajistán y que se conforma como la máxima posibilidad que podrán alcanzar estos Estados) y con diversidad de regímenes no compatibles con los valores de la Unión.
En cuanto a los fallidos intentos de Suiza e Islandia, es necesario destacar que la inviabilidad del primero se refleja en la neutralidad histórica de la Confederación Helvética, así como otros elementos que comparte con Islandia como el miedo ante la pérdida de soberanía o la imposibilidad de defender sus intereses nacionales, sumado a la fortaleza de sus divisas en el mercado internacional y Estado de bienestar.
NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21
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