El 30 de enero de 2022 los portugueses acudirán a las urnas para elegir a sus representantes en la Assembleia da República en unas elecciones anticipadas. Todo apunta a que sea cual sea el partido ganador, se verá obligado a negociar para poder gobernar y dar salida a los presupuestos que gestionen los Fondos Europeos de Recuperación.
Introducción
Las elecciones legislativas portuguesas son los primeros comicios europeos en 2022, año en el que también Alemania y Francia, entre otros, acudirán a las urnas. En estas elecciones anticipadas, el país luso decidirá quiénes ocuparán los escaños de la Assembleia da República, el órgano legislativo del país, por un periodo de hasta cuatro años.
Elecciones anticipadas
El 3 de noviembre de 2021 el Consejo de Estado portugués aprobó la disolución del Parlamento propuesta por el Presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, a raíz del insuficiente apoyo que recibieron los presupuestos de 2022 presentados por el Gobierno socialista del primer ministro Antonio Costa (PS). Estos presupuestos son decisivos para salir de la crisis ocasionada por la pandemia y gestionar los fondos europeos, por lo que requieren de una estabilidad política con la que no contaba Costa sin los apoyos de la izquierda.
Las elecciones tendrán lugar el 30 de enero de 2022. Al retrasar el periodo indicado por ley, esta fecha pretendía evitar una campaña electoral en plenas Navidades que probablemente habría desmovilizado a la sociedad e intensificado la abstención, a la vez que dar tiempo al PSD – actual oposición – para elegir su líder en las primarias del partido.
Qué resultados anticipan los sondeos
Los sondeos anticipan que la Assembleia electa se parecerá a la actual, fragmentada entre nueve partidos, cinco a la izquierda (PS, BE, CDU, PAN, Livre) y cuatro a la derecha (PSD, Chega, IL, CDS-PP).
Según el último sondeo, publicado por RTP, Antena 1 y Público, el PS lideraría con una intención de voto de alrededor del 38%, seguido del PSD, con 32%. BE (Bloco de Esquerda) y CDU (la Coligação Democrática Unitária, formada por el Partido Comunista y Los Vedes) alcanzarían cada uno 6% de los votos y empatados al 5% estarían Chega e IL (Initiativa Liberal). Tanto PAN como CDS-PP conseguirían un 2%. Livre alcanzaría un 1 % y el 3% de los votos iría para otros partidos o serían nulos.
Otros sondeos anteriores presentan cifras parecidas, aunque otorgan un porcentaje ligeramente más bajo al PSD y más alto para Chega, que llegaba a aparecer como la tercera fuerza política con un 7%.
Necesidad de alianzas
Los resultados de las encuestas publicados coinciden en que el PS sería el partido más respaldado, aunque quedaría lejos de alcanzar una mayoría absoluta, siguiendo la tendencia hacia la fragmentación de los últimos años. Descartadas las mayorías absolutas, los escenarios se reducen a victorias en minoría del PS o el PSD. Aunque los socialistas parten como favoritos, el PSD no deja de crecer en las encuestas y cuenta con el inesperado triunfo que obtuvo en las elecciones municipales, donde recuperó el despacho de Lisboa tras catorce años de gestión socialista. En sus últimas declaraciones Costa ha anunciado que dimitiría si el PS perdiera su primer puesto y descarta la posibilidad de pactar con el PSD.
Aún en caso de ganar, ambos partidos necesitarían pactar para gobernar. De momento, por sus declaraciones en la campaña electoral, parece que ni el PS ni el PSD se muestran muy a favor de un Bloque Central, ya que apuestan por centrar sus esfuerzos en hacerse con la mayoría en el Parlamento e insisten en el mensaje del voto útil.
En caso de victoria socialista, se plantea una reedición de la “geringonça”, como se conoce popularmente al pacto entre el Partido Socialista (PS), Bloco de Esquerda (BE) y el Partido Comunista (PCP) que en 2015 tumbó en una moción de censura al conservador Pedro Passos Coelho (PSD). “Geringonça” significa algo así como chapuza, sin embargo, el gobierno en minoría del PS, apoyado por el PCP y BE, consiguió liderar la recuperación económica (“el milagro portugués”) contando con una gran estabilidad institucional gracias al pragmatismo de las dos partes para limitar la austeridad. En 2019, Costa (PS) ganó las elecciones y gobernó en minoría mediante pactos con la izquierda, dejando atrás el «matrimonio» con el Bloco y los comunistas que le llevó al poder en 2015. Superada la etapa crítica de la pandemia, el desencuentro entre los socios se intensificó, en parte debido al desgaste normal de un gobierno que está en el poder desde 2015 y acentuado por las diferencias entre partidos sobre cómo aplicar el dinero que se recibiría de los fondos de recuperación europeos. Aunque no hay nada descartado, pactar en 2022 será más difícil que pactar en 2015. Aunque el PCP se muestra abierto para apoyar al PS, el Bloco presiona para ser la tercera fuerza e imponer la reforma laboral y la subida de las pensiones como requisitos para la negociación con el PS.
Por otra parte, si el PSD de Rui Rio lograra superar al PS de Costa en las urnas, también estaría obligado a encontrar apoyos. De momento, el presidente del PSD rechaza un acuerdo con el partido de extrema derecha Chega, que cuenta actualmente con un diputado en la Assembleia (su líder André Ventura), aunque las encuestas apuntan a un aumento de votos en estas elecciones. Hasta este año la extrema derecha había vivido arrinconada en Portugal, pero a raíz de su crecimiento ha cobrado mayor protagonismo: sus votos fueron decisivos para permitir al PSD hacerse con el gobierno regional de las islas Azores en las elecciones del pasado septiembre. Un apoyo bastante más probable es el del conservador CDS-PP, con el que hay un entendimiento casi total aunque esta vez decidieran no presentarse de manera conjunta. Sin embargo, las últimas encuestas apenas le dan un 1%-2% de intención de voto, por lo que el PS también buscaría apoyos en Iniciativa Liberal (IL), que pasaría de tener tan solo un escaño a igualar a la CDU en intención de voto. Si el PSD aumentase sus apoyos e IL superase a la CDU, podría abrirse una nueva oportunidad de gobierno a la derecha del PS.
Hacer frente a un problema de abstención
A menos de un mes de que se celebren los comicios, como es lógico, los partidos están apurando para convencer al elector indeciso y fomentar la participación ciudadana. Esta no es la primera vez que los ciudadanos portugueses acudirán a las urnas desde que comenzó la pandemia, sin embargo, en estas fechas en las que el país registra récords de contagios, cabe preguntarse cómo esto va a afectar a la abstención de un electorado ya de por si poco movilizado. Desde que se instauró la democracia en Portugal, con las primeras elecciones legislativas de 1976, la participación electoral ha ido disminuyendo progresivamente, pasando de una tasa de abstención de un 8,5% a una del 51,4%. En 2019 – en las últimas elecciones legislativas – votaron tan solo un 48,6% de los portugueses, menos de la mitad.
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Cuáles son los retos que deberá afrontar el nuevo Gobierno

Sea cual sea el resultado, el Gobierno que salga de las urnas deberá ser capaz de sacar adelante los Presupuestos de Estado de 2022 y así poder administrar los fondos europeos del Plan de Recuperación. También deberá hacerse cargo de la gestión de la pandemia, del refuerzo del Sistema Nacional de Salud y de relanzar el turismo, uno de los sectores más perjudicados por la pandemia y el motor económico del país.
Además, más allá de hacer frente a los estragos de la Covid, Portugal tiene como asuntos pendientes la despoblación y el envejecimiento de las regiones del interior, la precariedad salarial y el aumento del precio de los alquileres en las principales ciudades.
NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21.
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