
En palabras de Vladimir Putin, “la caída de la Unión Soviética ha sido la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX”. Si observamos el comportamiento de Rusia en materia de seguridad desde la desintegración de la URSS, y más concretamente, desde la llegada del actual presidente Vladimir Putin al poder en 1999, el Kremlin ha actuado siempre de manera reactiva a lo que ha percibido como avances de Occidente en su espacio propio o “espacio vital” (ex repúblicas soviéticas). Ejemplos de ello son los casos de Moldavia, Ucrania y Georgia, en los que Rusia ha intervenido, creando conflictos congelados y favoreciendo el surgimiento de estados -no reconocidos- a modo de coacción.
Para Moscú es vital mantener el status quo en su esfera de influencia, los países de la antigua Unión Soviética -lo que es considerado como el “extranjero próximo” por el Gobierno Ruso-. La aproximación de países de Europa Central y Oriental o del Cáucaso a la Unión Europea o a la OTAN, como es el caso de Ucrania, son percibidos por los responsables políticos de Moscú como una amenaza para su estabilidad y seguridad nacional. La Federación Rusa teme quedar marginada en el tablero geopolítico tras décadas de ser una superpotencia militar.
La ausencia de obstáculos naturales que protejan su territorio de invasiones extranjeras -obviando los montes Urales, que se encuentran más allá de sus principales núcleos poblacionales-, hace de Rusia un territorio desprotegido. Este factor geográfico indudablemente contribuye a la fijación de Moscú con sus países vecinos, a los que ve como una barrera frente Occidente. El caso particular de Ucrania tiene además un componente emocional para Rusia, pues se considera que su territorio -el Rus de Kiev- fue la cuna del pueblo ruso, por lo que no puede permitir que se aproxime a la esfera de Occidente ni de la OTAN, aunque así lo quieran sus ciudadanos. Lógicamente, este concepto de espacio de seguridad colisiona con la voluntad de sus países vecinos que, ejerciendo su soberanía, quieren elegir libremente sus alianzas militares y políticas sin tutelas ni injerencias de Moscú.
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