Argelia y Marruecos, vecinos fronterizos, conviven en un proceso de divorcio incesante, desde su emancipación a mediados del siglo XX, por motivaciones territoriales y políticas, lo que ha llevado a una reconciliación imposible entre las naciones bereberes, culminada con la ruptura del trato diplomático entre Argel y Rabat en agosto de 2021, por la creciente hostilidad, tras el reconocimiento soberano de Marruecos sobre el Sáhara, por parte de Estados Unidos. Dicha ruptura también se ha visto precipitada por las afirmaciones de espionaje del Reino de Mohamed VI hacia Argelia, las cuales han provocado consecuencias directas en Europa, con el aumento del precio del gas, por el cierre del gaseoducto Magreb-Europa.
Del Gran Magreb al Magreb irreconciliable
Las relaciones bilaterales entre las potencias del noroeste africano, Marruecos y Argelia, han sobrevolado bajo turbulencias desde que estos estados lograron emanciparse de sus moradores colonialistas. Con la arribada de la autonomía a Marruecos, en 1956, y el apoyo que el rey Mohamed V brindó, en forma de armamento y financiación, al Frente de Liberación Nacional (partido político antiimperialista argelino), podía llegar a intuirse el inicio de una buena relación, así como el anhelo marroquí de la instauración del “Gran Magreb”, cimentado sobre los pilares históricos, religiosos y culturales compartidos por las eminentes naciones del territorio bereber, Argelia y Marruecos. Sin embargo, la buena fe inicial, de cooperación, se torció velozmente por motivaciones territoriales y fronterizas, dando paso, desde 1962, a la eterna discordia entre Argel y Rabat.
Francia, durante su administración imperialista de la Berbería, había demarcado las fronteras de ambos países del norte de África, favoreciendo enormemente a su antiguo departamento, Argelia, haciendo caso omiso a lo que Marruecos consideraba su integridad territorial. A partir de 1961, la regencia del trono marroquí caería en las manos de Hassan II, quien recuperaría, con su administración, las antiguas aspiraciones irredentistas del Gran Marruecos, las cuales chocaban frontalmente con el extenso territorio sahariano abarcado por Argelia y el objetivo de Argel de mantener, tras su independencia, las regiones del Bechar y el Tinduf, áreas con numerosos recursos minerales. De este modo y, tras la imposibilidad de establecer bilateralmente las fronteras de los embrionarios estados africanos, estalló la breve Guerra de las Arenas, que se consumó con la intervención de la OUA (Organización para la Unidad Africana) y la victoria bélica de Marruecos, que, en cambio, no le permitió la anexión de ningún nuevo territorio, y generaría un clima hostil presente hasta hoy.
Límites actuales de Marruecos, reconocidos en la actualidad, y territorio reclamado por Rabat como parte del «Gran Marruecos» (Wikipedia)
Casus belli Rabat-Argel: el Sáhara Occidental
El país gobernado por la Dinastía Alauí, a pesar del fracaso en la adhesión de los territorios argelinos, no renegó del afán por constituir el Gran Marruecos, absorbiendo entidades políticas de menor importancia, pero con gran riqueza, como declaraba el geógrafo Friedrich Ratzel, y enfocó sus intereses expansionistas en torno al Sahara español. En un movimiento por buscar apoyos vecinales, el rey Hassan II, en 1972, firmó con Houari Boumediene (presidente de Argelia), un tratado, conocido como Convención de Rabat, donde se reconocían las fronteras demarcadas por Francia a principio de los años 60, favoreciendo los límites deseados por Argelia, respetando el Tinduf. La estrategia ideada por Rabat, para hallar el amparo de Argelia en torno al Sahara español, se le volvió en contra, ya que Argel se convertiría en uno de los principales baluartes del Frente Polisario, y el actual Sahara Occidental se establecería como el casus belli principal entre Marruecos y Argelia. La «Marcha Verde» liderada por Hassan II, en 1975, propició un nuevo enfrentamiento directo entre los ya, vecinos antagónicos y acabó con el tenue acercamiento tras la Guerra de las Arenas.
Civiles marroquíes durante la «Marcha Verde» (El Mundo)
La “Guerra Fría” interminable en el Magreb
Tras la época colonialista gala, y a lo largo de la breve y reciente historia de Marruecos y Argelia, como países independientes, han existido idas y venidas constantes, acercamientos, o intentos, y recrudecimientos en su relación bilateral, alarmas de guerra e incluso señales de paz. Desde la Guerra de las Arenas hasta la Marcha Verde, las relaciones entre los estados árabes se condujeron sobre cierta laxitud, a pesar de la carrera armamentística que llevaron a cabo, sustentando entre ambos su particular “guerra fría”, extendida al presente, en el marco del conflicto global capitalismo-comunismo. Esta década de relajación señalaría los antagónicos caminos diplomáticos que Argel y Rabat andarían. Marruecos se aproximó al bloque occidental, a la par que Argelia se arrimaba al bloque comunista.
Tras la Marcha Verde, comenzaría la Guerra del Sáhara Occidental, enfrentándose, de nuevo, frontalmente Marruecos y Argelia, que prestó apoyo, financiación y refugio, en la zona del Tinduf, al Frente Polisario. Esta etapa beligerante, entre las grandes potencias del Magreb, encontraría su fin temporal en el ligero y desconfiado acercamiento propiciado por el alto el fuego acordado durante las negociaciones de paz de 1988. Desde ese año, se reestablecieron las relaciones diplomáticas, abriendo las fronteras, y formarían parte, como miembros fundadores, de la ilusoria y utópica Unión del Magreb Árabe.
Sin embargo, todo río vuelve a su cauce, y las relaciones bilaterales entre Argelia y Marruecos volvieron a discurrir por el cauce de la enemistad o beligerancia. En 1994, Marruecos acusó a los servicios de inteligencia argelinos de participar en un atentado en Marrakech, imponiendo el visado a los argelinos que deseasen entrar en territorio marroquí. Por otra parte, Argel respondió a las acusaciones con el cierre de las fronteras comunes, que siguen selladas hoy en día.
¿Tambores de guerra? Situación actual de las relaciones Argel-Rabat
Desde 1999, con la subida de Mohamed VI al trono Alauí y la llegada de Buteflika a la presidencia de la República argelina, el conflicto entre las naciones del Magreb, lejos de menguar, se ha intensificado incesantemente, extendiéndose a niveles económicos y diplomáticos, sin olvidar el plano militar. La particular “guerra fría” en la Berbería no se aleja de los pasos dados por EE. UU. y la URSS durante su enfrentamiento. Argelia y Marruecos están envueltos en una carrera armamentística propia del siglo XX, siendo de los países africanos que más gastan en defensa.
Ciertamente, tanto la economía como la defensa militar argelina se encuentran en un nivel superior a la marroquí, pero los intereses crean extrañas alianzas, y la diplomacia alauita ha avanzado a un ritmo vertiginoso, provocando gran recelo por parte de Argel, que se ve amenazado ante los movimientos de Rabat. Mohamed VI, desde el inició de su reinado, ha visitado numerosos países, renovando las relaciones exteriores del Reino de Marruecos. Algunos de sus mayores éxitos han sido: el reingreso a la Unión Africana, contando con el apoyo de la mayoría de sus estados miembros; el reconocimiento, por parte del expresidente estadounidense Donald Trump, del Sáhara Occidental como territorio que pertenece a la soberanía de Marruecos, debido en gran parte al agotamiento de las reservas mundiales de fosfato, teniendo Marruecos gran parte de ellas. O la normalización de las relaciones con Israel, propiciada por el reconocimiento de Trump, en diciembre de 2020, que ha agitado enormemente a su vecino.
La normalización de las relaciones con Israel, por parte de Marruecos, sumado al supuesto espionaje de la nación del Atlas hacia Argel llevó a la ruptura de las relaciones diplomáticas entre sendos estados en agosto de 2021. Además, la muerte de tres civiles argelinos en la frontera Argelia-Mauritania ha provocado una escalada de tensión no vista desde el siglo pasado, acabando con el statu quo anterior, y presagiando un nuevo conflicto a nivel armado no descartado por la sociedad internacional a pesar de su complejidad.
Europa, sacudida ante la tensión en el Magreb
Tras la ruptura de las relaciones diplomáticas de ambos países, la Unión Europea abogó por la búsqueda de una solución pacífica, diplomática y duradera, con el fin de evitar un conflicto armado entre ambos. A pesar de los intentos de la UE para que el conflicto no le salpicara, Argelia acabó cerrando, en octubre de 2021, el gaseoducto GME, que llevaba hidrocarburos hasta España, atravesando Marruecos, para satisfacer las necesidades energéticas de nuestro país y la comunidad europea. El cierre del gaseoducto GME, capaz de trasladar muchos más centímetros cúbicos que su hermano Medgaz, ha incrementado el precio del gas en España, así como en Europa, al ser Argelia uno de sus principales proveedores en esta materia. Después de los últimos movimientos acaecidos en tierras bereberes, la Unión Europea ha traído a debate, en sus diferentes organismos y de la mano de Francia, la nueva hoja de ruta de actuación, abordando el plano social y política, olvidado anteriormente en favor de los acuerdos comerciales con ambas naciones.
Conclusiones
Las relaciones bilaterales Argel-Rabat han discurrido, desde la emancipación de ambas naciones, por un cauce peligroso. A pesar de las similitudes culturales, sociales, religiosas e históricas, Argelia y Marruecos nunca han sabido llegar a buen puerto, por motivaciones geopolíticas, en un inicio, que siguen manteniendo al Magreb colgando de un hilo peligroso, que puede romperse y provocar un conflicto armado, amenazando a la población de ambos países, a la Unión Europea, y en definitiva al conjunto de países del entorno, ya que sostienen recursos naturales necesarios y ansiados en la sociedad internacional.
NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21
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