En los últimos años, ha surgido un debate en torno a la eficacia de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) que enfrenta a dos posturas polarizadas: por un lado, aquellas voces que defienden férreamente la AOD y que argumentan que ha servido para promover el desarrollo en aquellos países con menos recursos; por otro, aquellas posiciones que consideran que la financiación al desarrollo no ha hecho sino agravar la situación de los países receptores. ¿Cómo debería replantearse el futuro de estos flujos financieros?