Israel atraviesa un momento en el que las grietas ya no se ocultan tras los escombros de sus guerras. Medio millón de ciudadanos laicos ha hecho las maletas desde octubre de 2023, una hemorragia demográfica que en cualquier otro Estado sería considerada emergencia nacional.
La élite económica (ese 20% que financia el 80% del presupuesto) mueve su capital fuera, mientras el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, desvía recursos públicos a los asentamientos. Universidades pierden talento, startups se marchan y las embajadas reciben menos solicitudes de inmigración judía que en décadas pasadas.
La Corte Internacional de Justicia (CIJ) y el Tribunal Penal Internacional (TPI) han dejado de mirar para otro lado. La “única democracia de Oriente Medio” se resquebraja no solo fuera, sino también entre las comunidades judías de la diáspo

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