Desde hace años, miles de israelíes han salido a las calles para protestar contra las reformas judiciales impulsadas por el gobierno de Benjamín Netanyahu. Estas reformas han sido percibidas por una gran parte de la sociedad como un intento de debilitar la independencia del poder judicial y concentrar aún más poder en el Ejecutivo. Sin embargo, la crisis institucional en Israel ha alcanzado un punto crítico, con una creciente polarización interna y una pérdida de confianza en las instituciones democráticas del país.
Más allá del ámbito judicial, esta crisis se extiende a otros sectores clave, como la seguridad interior. La división dentro de la sociedad israelí ha generado tensiones en las fuerzas de seguridad, donde algunos altos mandos han manifestado su preocupación por el impacto de la crisis en la estabilidad del país. A esto se suma un contexto de creciente conflictividad con los palestinos, así como las amenazas externas de grupos hostiles en la región, lo

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