El impacto de la crisis sanitaria global generada por el COVID-19, cuya acelerada expansión a nivel global dio inicio hace ya más de un año, ha sido tangible en una diversidad de aspectos en la región centroamericana, que van desde el declive económico regional hasta la delicada situación de la salud pública. Sin embargo, y aunque existan serias dificultades en la recolección de datos, es indispensable analizar también el fenómeno de los éxodos migratorios dentro de este contexto, ya que sus implicaciones en el campo de la geopolítica centroamericana y norteamericana han sido fundamentales para comprender las políticas migratorias de los diversos Estados que forman parte de este entramado migratorio.
Para empezar, es necesario poner en contexto la situación de los éxodos migratorios centroamericanos (principalmente provenientes desde El Salvador, Honduras, Guatemala; y más recientemente también Nicaragua) hacia el Norte del continente (principalmente México y Estados Unidos). De acuerdo con el Estado de la Región (2021), el periodo comprendido entre el 2005-2015 ha sido el de mayor crecimiento en cuanto a migración internacional en Centroamérica, ya que aproximadamente un millón y cuarto (1.250.000) de centroamericanos salieron de sus países. De esta cantidad, se identifica que la mayoría eran trabajadores, un 50% eran mujeres, y 400 mil eran refugiados y solicitantes de asilo.
Para el año 2019, el 80% de las migraciones centroamericanas presentaban como principal destino los Estados Unidos, y la mayor parte de estas migraciones (el 95%) provinieron de El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua. Tal y como señala el informe del Estado de la Región (2021), la situación económica de estos países se posiciona como uno de los principales motivos por los cuales los ciudadanos centroamericanos deciden emigrar hacia otros países, y la dependencia que se desprende de estas dinámicas es especialmente tangible en países como El Salvador, donde el peso de las remesas representa un 21,4% del Producto Interno Bruto (PIB).

Otro rasgo que caracteriza actualmente los flujos migratorios centroamericanos, de acuerdo con el mismo informe, es el gran número de niños, niñas y adolescentes no acompañados que han sido detenidos en la frontera estadounidense (170.000 entre 2013-2017). Datos de este tipo reflejan lo complejo de este fenómeno, dejando en evidencia lo serio de las falencias estructurales, así como la violencia y criminalidad que llevan a las personas migrantes a elegir el riesgo de salir del país y enfrentar las duras condiciones transfronterizas por encima del riesgo de quedarse.
Las caravanas migrantes que comenzaron a movilizarse a partir de 2018 desde Honduras hacia la frontera entre Estados Unidos y México, y cuyos principales miembros son hondureños, guatemaltecos y salvadoreños, son probablemente el reflejo más evidente de las consecuencias de tales falencias. Para octubre de 2018, el éxodo centroamericano que había iniciado en Honduras alcanzaba la cifra de 6,000 migrantes al llegar la frontera con México. Y a pesar de que han transcurrido tres años desde la primera caravana, este fenómeno parece estar lejos de alcanzar una solución, y la situación sanitaria generada por la pandemia del COVID-19 juega un papel trascendental en el análisis actual de estas dinámicas migratorias.

A inicios del 2021, otra caravana de aproximadamente 6,000 migrantes provenientes de Honduras, con la mira puesta en alcanzar mejores oportunidades en Estados Unidos por la posible flexibilización de las políticas migratorias que podría traer la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca. La BBC señaló la violenta represión que sufrió este gran grupo de migrantes en Guatemala, cuya respuesta fue duramente criticada por el propio procurador de Derechos Humanos, aunque aplaudida por las autoridades mexicanas.
Como se señaló anteriormente, en medio de un contexto sin precedentes como el de la actual pandemia del COVID-19, la situación de los éxodos migratorios es particularmente delicada. Las caravanas migrantes no solamente deben enfrentar la vulnerabilidad y los peligros usuales en su curso hacia la frontera entre México y Estados Unidos, sino que ahora deben enfrentar también la delicada situación sanitaria, que de acuerdo con el Observatorio Regional SICA-COVID-19, ya ha causado aproximadamente 1.222.000 contagios y 25.000 fallecimientos en la región. Si la sistematización de los diferentes flujos migratorios centroamericanos ya es en sí misma un reto por la dificultad en la obtención de datos actualizados y fidedignos, sistematizar el impacto del COVID-19 en estas dinámicas puede ser aún más complicado, tomando en cuenta las actualidad económica, política y social de los países en cuestión.
Sin embargo, es posible analizar que el impacto de aproximadamente un 4% en el PIB regional generado por la crisis sanitaria, así como la llegada de Biden al poder en Estados Unidos y las consecuentes variaciones en las políticas migratorias norteamericanas, va a tener implicaciones importantes en la movilización de migrantes centroamericanos. Otro factor de gran relevancia actual es el papel de México como muro de contención, ya que de acuerdo con el Estado de la Región (2021), este país ha asumido “las funciones de devolución de migrantes centroamericanos”

En esta misma línea, el Acuerdo de Cooperación Migratoria entre Estados Unidos y México de 2019 juega un rol fundamental, debido a que México se ha comprometido a endurecer las restricciones y controles migratorios en su frontera con Guatemala, por medio de acciones como el despliegue de la Guardia Nacional en la frontera y la expansión de los Protocolos de Protección de Migrantes.
Dicho esto, es posible concluir dos cosas: En cuanto al terreno geopolítico, que los Estados como actores principales han tenido serias dificultades para enfrentar un fenómeno que va más allá de los límites de la territorialidad estatal planteada por Agnew (2005), lo que plantea un reto en la configuración de políticas migratorias que aborden este fenómeno de manera integral y eficiente. Y en cuanto al terreno propiamente de los éxodos migratorios en el contexto de la pandemia, que la crisis económica-sanitaria generada por esta coyuntura agudiza las falencias estructurales que alimentan este fenómeno, lo que puede conducir a un aumento de tales movilizaciones conforme se estabilizan las medidas de control sanitario y migratorio a lo largo y ancho de la región.

Referencias Bibliográficas.
Agnew, John. (2005). “Un mundo de Estado territoriales”. En Geopolítica: una revisión de la política mundial. Madrid: Trama Editorial. Recuperado de https://books.google.com/books?id=pnRfophlqhsC&lpg=PA17&ots=EWX12TcFmr&dq=Agnew%2C%20John.%20(2005).%20%E2%80%9CUn%20mundo%20de%20Estado%20territoriales%E2%80%9D.%20En%20Geopol%C3%ADtica%3A%20una%20revisi%C3%B3n%20de%20la%20pol%C3%ADtica%20mundial.%20Madrid%3A%20Trama%20Editorial.&lr&hl=es&pg=PA15#v=onepage&q&f=false
Morales, A. (2021). Informe de Investigación: Migraciones internacionales, refugiados y desplazamientos internos en Centroamérica: factores de riesgo e instrumentos para fortalecer la protección de los derechos humanos. Sexto Informe del Estado de la Región (2021). Recuperado de http://repositorio.conare.ac.cr/handle/20.500.12337/7956
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