La victoria de Emmanuel Macron en las elecciones presidenciales francesas ha supuesto un alivio para Bruselas. El liberal nacido en Amiens, que ha hecho del europeísmo una de sus banderas, ya ha prometido una “Europa más fuerte”.
En el programa electoral con el que el Presidente de la República se presentaba a la reelección, se señalaban todas las crisis que están viviendo Francia y la Unión Europea como el punto de partida de una nueva era en la que uno de los principales objetivos fijados por los liberales franceses es la creación de “una Europa soberana capaz de influir en el curso del mundo”. Una difícil meta cuya consecución, en su opinión, exige poner el foco en el aseguramiento de la autonomía energética, la autonomía tecnológica y la autonomía estratégica como elementos clave de la pujanza europea.
Un momento crucial para el futuro de Europa
Sin embargo, el aumento del apoyo a los movimientos populistas y euroescépticos dificulta la tarea de creación de una Europa más autónoma dentro de un mundo cada vez más convulso. Líderes como el húngaro Viktor Orbán o Marine Le Pen han transformado sus desavenencias con el proyecto de integración europeo en señas de identidad con las que atraer el voto de los descontentos.
También Jean-Luc Mélenchon, que terminó la primera vuelta de las elecciones presidenciales en tercera posición con el 21,95% de los votos y que se ha convertido en el líder de la izquierda francesa, ha mantenido posiciones escépticas con respecto a la Unión. Unas divergencias que pueden terminar convirtiéndose en trabas dentro un momento de cambios en Europa y su liderazgo.
Y es que el tradicional eje franco-alemán que ha estado liderando la Unión durante las últimas décadas se ha visto alterado como consecuencia del giro político vivido en Alemania tras las últimas elecciones federales de septiembre de 2021.
Saludo entre Olaf Scholz y Emmanuel Macron en la visita del canciller alemán a Francia en diciembre de 2021 (RND)
El nuevo Canciller alemán Olaf Scholz, cabeza de una frágil coalición entre socialdemócratas, verdes y liberales, carece de la fuerza que sostuvo a su predecesora y que le permitió ejercer un fuerte liderazgo dentro de la Unión. Razón por la cual, en palabras del periodista de Le Monde Thomas Wieder, la reelección de Emmanuel Macron es vista por muchos como la consagración del francés como nuevo «líder de la Unión Europea«.
El Brexit y su repercusión en el Indo-Pacífico
No obstante, este cambio en el liderazgo de la Unión puede definirse como una “manzana envenenada” puesto que sucede en un momento de gran dificultad tanto para el continente como para los veintisiete. A la crisis económica y sanitaria, la guerra en Ucrania y las tensiones y divisiones generadas con, y en torno a, Rusia, especialmente en lo relativo al suministro de energía y a las sanciones, debemos sumar los viejos retos internos a los que tiene que hacer frente Europa y que están encabezados por el Brexit.
Con la salida del Reino Unido de la familia europea no sólo dejaron de ser ciudadanos europeos los casi sesenta y ocho millones de personas que tienen la ciudadanía británica, sino que, además, también se perdió a un miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y del G – 7. Un auténtico terremoto dentro de la vida comunitaria que se dejó sentir en zonas tan alejadas del continente europeo como es el Indo-Pacífico.
En esta región, el Reino Unido no sólo es un mediador clave en la relación con los países de la Commonwealth, sino que también es, en palabras del exPrimer Ministro Shinzō Abe, un socio prioritario para países del Indo-Pacífico como Japón.

Su goodbye ha dejado a Francia como el único país europeo con territorios de ultramar en el Indo-Pacífico, además de generar un efecto negativo sobre las relaciones mantenidas por parte de la Unión Europea con otros actores clave de la región.

Mapa de Francia y sus ZEE a lo largo del mundo (Wikipedia)
La Unión Europea, Francia y el Indo-Pacífico
La creación del conocido como AUKUS, una alianza militar para la región del Indo-Pacífico conformada por Australia, Reino Unido y Estados Unidos, supuso la cancelación de manera unilateral (y sin previo aviso) por parte de Australia de un importante contrato suscrito con Francia para construir doce submarinos convencionales Shortfin Barracuda por un valor de unos 56.000 millones de euros.
Una verdadera bofetada para Francia y, por extensión, también para la Unión Europea que vieron cómo eran ignoradas y tratadas como potencias de segunda en una región de la que forman parte de pleno derecho y que es considerada como el centro actual del mundo debido al dinamismo generado por la confluencia de dos océanos y cuatro continentes, además de por ser el hogar de algunas de las mayores potencias mundiales.
Esa importancia que esta región tiene para el desarrollo del orden internacional ha hecho que tanto la Unión Europea como Francia hayan diseñado sus propias estrategias con el objetivo de reivindicar su posición en esta parte del globo y tratar de ganar peso geopolítico.
Por el lado de la Unión hay que empezar diciendo que, de acuerdo con el art. 21 del Tratado de la Unión Europea, su acción en la escena internacional se basa en los principios que han inspirado su creación, desarrollo y ampliación como son la democracia, el Estado de Derecho, la universalidad e indivisibilidad de los derechos humanos y de las libertades fundamentales o el respeto de los principios de la Carta de las Naciones Unidas y del Derecho Internacional.
Una disposición general relativa a la acción exterior a partir de la cual la Unión ha construido toda una red política, jurídica y económica en torno al Indo-Pacífico que no sólo encuentra su expresión en los distintos acuerdos alcanzados con potencias regionales como Japón, Corea o la India, sino que también aparece reflejada en las distintas estrategias adoptadas.

Así, por ejemplo, en la Estrategia Global de la UE de junio de 2016 ya se hacía referencia al término «Indo-Pacífico», aunque si bien es cierto que de manera residual debido a que se otorgaba un mayor peso al concepto «Asia». Sin embargo, en 2021 se dio un giro importante a este respecto con la publicación de la Estrategia de la Unión Europea para la Cooperación en el Indo-Pacífico.
Esta estrategia lo que pretende es presentar a la Unión como una potencia independiente capaz de asegurar la estabilidad regional e internacional, garantizar un orden basado en normas y mantener un Indo-Pacífico libre, abierto e inclusivo.
Y para conseguirlo, Bruselas fija siete áreas de actuación prioritarias (a saber, la prosperidad sostenible e inclusiva, la transición verde, la gobernanza de los océanos, la gobernanza digital, la conectividad, la seguridad y la defensa y la seguridad humana) y varias acciones concretas destinadas a la consecución de sus objetivos como son la conclusión de acuerdos de amistad y cooperación, o la formalización de alianzas verdes.
Toda una declaración de intenciones que viene a reforzar y profundizar en el hecho de que el Indo-Pacífico es el segundo destino más importante para sus exportaciones, además de que la Unión es también el mayor inversor en la zona y el principal proveedor de cooperación al desarrollo.
Por su parte, se puede afirmar que Francia tiene una doble responsabilidad en la región indo-pacífica puesto que debe asegurar la protección de sus nacionales y la integridad de su soberanía, así como contribuir a la seguridad y estabilidad regional e internacional.

Francia y los países con los que comparte frontera (Vivid Maps)
Para ello, no solamente ha diseñado una estrategia de carácter más político, sino que, además, también ha centrado sus esfuerzos en crear una estrategia militar, titulada “la stratégie de défense française dans l’Indopacifique”, que habla de conceptos como el de autonomía estratégica.
En ambas, el objetivo fijado por Francia es el establecimiento de un orden internacional estable basado en el derecho, la libre circulación y un multilateralismo justo, eficaz e inclusivo que debe sostenerse sobre cuatro pilares de actuación: la seguridad y la defensa; la economía, conectividad, investigación e innovación; el multilateralismo y el estado de derecho; y el cambio climático, la biodiversidad y la gestión sostenible de los océanos.
Conclusiones
Como podemos observar, los intereses franceses y europeos en el Indo-Pacífico coinciden en su gran mayoría. Y, aunque es cierto que la Unión, debido a su configuración, tiene que conjugar los intereses de los veintisiete Estados Miembros a la hora de diseñar su actuación, no es menos cierto que Francia, como única potencia europea con territorio en la región, tiene una voz dominante en esta materia.El reelegido Presidente Emmanuel Macron deberá tomar las riendas de la Unión Europea y guiar sus pasos también en el Indo-Pacífico como forma de garantizar la consecución de esa Europa y esa Francia más fuertes capaces de influir en el curso del mundo.
NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21
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