EL PASO HACIA ADELANTE EN LA POLÍTICA EXTERIOR NEOZELANDESA

por | Nov 14, 2023

Si bien durante estos últimos años la política exterior de Nueva Zelanda se ha caracterizado por un gran distanciamiento de este país del primer plano de la escena internacional y por un mayor enfoque en el Pacífico, la complicada situación geopolítica mundial actual ha provocado que Nueva Zelanda se esté replanteando su política exterior. LA […]

Si bien durante estos últimos años la política exterior de Nueva Zelanda se ha caracterizado por un gran distanciamiento de este país del primer plano de la escena internacional y por un mayor enfoque en el Pacífico, la complicada situación geopolítica mundial actual ha provocado que Nueva Zelanda se esté replanteando su política exterior.


LA POLÍTICA EXTERIOR NEOZELANDESA EN LA GUERRA FRÍA 

Antes de hablar de la política exterior neozelandesa actual, es necesario hablar de su desarrollo durante la Guerra Fría para poder entender las claves del cambio que se está gestando en estos momentos. Desde su separación de Nueva Gales del Sur en 1841 y su constitución como nueva colonia británica en 1853 hasta la adopción del Estatuto de Westminster en 1947, la política exterior neozelandesa estaba supeditada a los intereses del Imperio Británico. Una vez la independencia de Nueva Zelanda fue ya una realidad, el recién nacido país se unió a los esfuerzos occidentales en la lucha contra la expansión del comunismo en Asia.

El gran grado de compromiso de Nueva Zelanda en esta tarea se demostró rápidamente con el envío de tropas a la Guerra de Corea, la formación del Tratado de Seguridad entre Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos (ANZUS en inglés) en 1951 y la creación de la Organización del Tratado del Sureste Asiático (SEATO en inglés) en 1955. Pero eso no fue todo. El país vivió un contexto interno de paranoia anticomunista que nada tuvo que envidiar al macartismo estadounidense que tuvo lugar en esa misma década. Algunos diplomáticos e intelectuales fueron obligados a dejar sus cargos o a marcharse del país bajo sospechas de actuar en favor de los intereses de la Unión Soviética. Esta paranoia también tuvo efecto en la gente de a pie, como se demostró en la Gran Huelga Costera de 1951 (1951 waterfront dispute). En ella, los trabajadores portuarios decidieron no trabajar horas extra porque el gobierno no quiso aumentar sus salarios como había hecho con trabajadores de otros sectores, y, en consecuencia, el gobierno tachó a los trabajadores en huelga como “comunistas que querían desestabilizar el país” e impuso un estado de emergencia con el que poder arrestar trabajadores amotinados, censurarlos e impedir cualquier tipo de apoyo hacia ellos con total impunidad.

 

Cartel anticomunista en Nueva Zelanda durante los años 50 -The Encyclopedia of New Zealand.

 

Durante la década de los 60, Nueva Zelanda apoyó a la administración colonial británica en Malasia contra la insurgencia comunista interna y contra los movimientos expansionistas de Indonesia en el norte de la isla de Borneo al mismo tiempo que ayudaba a Vietnam del Sur y a Estados Unidos a resistir el avance de las tropas comunistas norvietnamitas. Sin embargo, durante la siguiente década tuvieron lugar dos hechos trascendentales que marcarían de manera definitiva el cambio de rumbo de la política exterior neozelandesa hasta nuestros días: la adhesión del Reino Unido a la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1973, y el auge del movimiento antinuclear en el país desde principios de la década de 1970.

El primero de estos acontecimientos significó una caída letal de las exportaciones de productos neozelandeses hacia el exterior. Ello hizo que Nueva Zelanda, que era enormemente dependiente de las exportaciones de productos agrícolas hacia el Reino Unido, tuviera que buscarse nuevos socios comerciales como China, y reforzar sus vínculos con otros viejos socios como Australia y Estados Unidos. Por otro lado, las declaraciones del Primer Ministro David Lange en 1984 prohibiendo el paso de barcos con armas nucleares por aguas y puertos neozelandeses, y el posterior  Acta de Conversión en Zona Libre de Armas Nucleares de 1987 (New Zealand Nuclear Free Zone, Disarmament, and Arms Control Act), que condujo a la salida extraoficial de Nueva Zelanda de ANZUS, fueron un paso de gigante para que Nueva Zelanda tuviera su propia voz en lo que concierne a su política exterior. Este movimiento también provocó que Nueva Zelanda empezase a pivotar hacia el Pacífico.

 

Protesta de la Coalición por la Democracia en Fiyi en Auckland en 1987 -Stuff.

LA POLÍTICA EXTERIOR NEOZELANDESA DESDE EL FINAL DE LA GUERRA FRÍA HASTA AHORA

Desde los años 90 hasta los primeros años de la pasada década, la política exterior de Nueva Zelanda se ha basado mayoritariamente en pelear por hacerse un hueco en el comercio mundial diversificando no sólo sus socios comerciales, sino también su actividad económica en un contexto de globalización y liberalización económica masiva en todo el mundo. La defensa de los derechos humanos también ha sido un importante centro de acción de su política exterior. El Golpe de Estado en Fiyi, la situación en el Tíbet, las sanciones de la Commonwealth a Zimbabue durante la dictadura de Mugabe y la no-intervención de Nueva Zelanda en la Guerra de Iraq son buenos ejemplos de ello. Junto con estos dos elementos, la proyección de Nueva Zelanda hacia el Pacífico a través del refuerzo de las relaciones con Australia y con los estados emergentes en la región no ha hecho más que aumentar en los últimos años.

 

EL CAMBIO EN LA POLÍTICA EXTERIOR NEOZELANDESA EN LOS ÚLTIMOS AÑOS

Una vez la trayectoria histórica de la política exterior neozelandesa ha sido revisada a grandes rasgos, es el turno ahora de hablar sobre los posibles cambios que el actual escenario geopolítico mundial plantea de cara a su futuro. El hecho de que unas elecciones generales tendrán lugar en el país oceánico en menos de dos meses es también un factor importante a tener en cuenta.

En primer lugar, hay que tener en cuenta que el margen de maniobra que tiene Nueva Zelanda es bastante limitado por ser éste un estado insular, de pequeño tamaño, con poco poder en el orden internacional, y geográficamente muy alejado de sus principales socios. En este punto, existe consenso entre todas las fuerzas políticas del país. Este estrecho margen de maniobra hace que Nueva Zelanda tenga que “andar con pies de plomo” a la hora de gestionar las relaciones con sus poderosos aliados.

Sin embargo, ya no se puede decir que Nueva Zelanda vaya a mantenerse en un segundo plano en el cual centra la mayor parte de sus esfuerzos en el

Pacífico y en mantener buenas relaciones económicas incluso con países con sistemas políticos no democráticos. Desde finales de la última década, la cada vez más agresiva política por parte de China con respecto a Hong Kong, Taiwán y su posición en el Mar de la China Meridional, sumada a la decadencia de Estados Unidos, su principal aliado; y el consecuente auge de China como superpotencia a nivel global acompañado del ascenso de nuevas potencias económicas agrupadas en torno a BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) están propiciando que Nueva Zelanda tenga que replantearse sus posiciones en materia de política exterior. El conflicto bélico en Ucrania, los efectos del cambio climático en el Pacífico y las secuelas de la pandemia de COVID-19 también están teniendo un peso importante en este cambio de rumbo.

Lejos de simples declaraciones o pequeños gestos, el gobierno de Hipkins ha empezado este cambio de rumbo a través de acciones concretas este mismo año. La primera de ellas ha sido sacar a la luz hace apenas dos meses la nueva estrategia en política exterior que se implementará desde 2023 hasta 2035. En ella se especifica, a grandes rasgos, que, si bien la fidelidad hacia el orden internacional basado en reglas y el libre comercio internacional seguirán siendo pilares básicos de la política exterior neozelandesa, la seguridad nacional pasará a ser su gran prioridad. En otras palabras, la política exterior neozelandesa pasará a tener, en términos teóricos de las Relaciones Internacionales, un enfoque más realista.

 

Objetivos de la nueva estrategia en política exterior neozelandesa -Ministry of Foreign Affairs and Trade.

Además, este documento oficial ha ido acompañado de tres cambios importantes que están teniendo lugar en estos mismos momentos. El primero de estos cambios es la visita a la Cumbre de la OTAN en Lituania el mes pasado para mostrar su apoyo a Ucrania, lo que conlleva un cada vez mayor acercamiento de Nueva Zelanda a la organización a través del Programa de Asociación Personalizado (ITPP en inglés). El segundo cambio es que Nueva Zelanda está dudando acerca de su posible entrada a AUKUS a pesar de las declaraciones del Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, dando luz verde a su entrada a la alianza. Y el tercero y más reciente de todos estos cambios ha sido la firma de un tratado de libre comercio con la Unión Europea, que expandirá las relaciones comerciales entre ambos y la participación de Nueva Zelanda en programas europeos. Finalmente, junto con las medidas adoptadas por el gobierno actual, es importante señalar, de cara a las elecciones, que el líder del Partido Nacional (principal partido en la oposición) ha señalado recientemente que Nueva Zelanda no debería dejarse influenciar tanto por sus aliados occidentales y que, en caso de ganar las elecciones, estimulará la entrada de Nueva Zelanda en los planes de la Nueva Ruta de la Seda.

Como conclusión, solamente se puede decir que, independientemente del ganador en estas futuras elecciones generales, éstas serán decisivas para el futuro de Nueva Zelanda en un contexto en el que el mundo se acerca cada vez más a una nueva Guerra Fría. ¿Podrá Nueva Zelanda mantener su independencia o se verá arrastrada por sus aliados como en el pasado?


NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21.

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