Desde la llegada al poder de Xi Jinping en el 2012, el país está inmerso en una serie de planes de transformación, como el “Made in China 2025”, la Iniciativa del “One Belt, One Road”, o el recientemente aprobado plan quinquenal 2021 – 2025, iniciativas encaminadas a posicionar al Imperio del Medio en el lugar donde ha estado históricamente, el de primera potencia mundial. De esta manera se realizaría el denominado “sueño chino”. El desarrollo de estas iniciativas, iniciadas en los últimos años, están orientadas a dotar al país de un mayor peso mundial, especialmente en el ámbito económico. Y sus dirigentes están decididos a emplear dicho poder en en ver realizado su sueño de país.
La reciente tensión entre China y los países denominados occidentales son un claro ejemplo de cómo el gigante asiático empieza a utilizar su poder económico para defender un tema crucial para su futuro, como es la provincia de Xinjiang y su seguridad.
EL CONFLICTO DIPLOMÁTICO
La llegada al poder de un nuevo presidente en EEUU supone una ventana de oportunidades a la hora de ajustar las relaciones diplomáticas con la primera potencia mundial. Los recientes acontecimientos demuestran que la nueva administración Biden pretende seguir la línea dura empleada por su antecesor en lo referente a China. Este se ha unido a otros países, como Canadá y Reino Unido, para apoyar las recientes sanciones impuestas por la Unión Europea, en una «acción coordinada» contra China. Dichas sanciones tratan de enviar «un mensaje claro sobre las violaciones y abusos de los derechos humanos en Xinjiang», uno de los pilares en la política exterior de la Unión. Las sanciones iban dirigidas hacia altos cargos del gobierno chino relacionados con la represión de los uigures en la provincia de Xinjiang, concretamente cuatro representantes regionales pertenecientes al Partido Comunista Chino, así como una empresa de construcción asentada en la misma provincia.

Por supuesto, el gobierno chino niega rotundamente las acusaciones de violación de los derechos humanos a pesar de la existencia de una gran cantidad de pruebas que parecen indicar lo contrario. Algunas de estas pruebas han sido recogidas por medios y organizaciones occidentales, habiéndose publicado en informes y distintos medios de comunicación. Además, organizaciones no gubernamentales han llevado a cabo investigaciones independientes, recogiendo también testimonios y datos de fuentes abiertas. Estos datos podrían demostrar que en la región de Xinjiang no se respetan los derechos humanos, ya que existen, por ejemplo, los trabajos forzados, las detenciones masivas, la vigilancia de la población, la esterilización, y la eliminación cultural de una minoría, los uigures.
El gobierno de Pekín ha decidido tomar represalias ante la aplicación de sanciones a sus ciudadanos y empresas. En un comunicado, el Ministerio de Asuntos Exteriores de China anunció una serie de sanciones contra altos cargos y cuatro entidades de la UE por «difundir maliciosamente mentiras e información falsa». Estas fueron dirigidas hacia cinco diputados del Parlamento Europeo, tres miembros de parlamentos de países miembros, dos comités de la UE y varios grupos de reflexión y expertos europeos sobre China. La respuesta de China se puede considerar desproporcionada, dado que no corresponden a las aplicadas por los países occidentales. El gigante asiático parece no estar dispuesto a seguir aceptando de buena gana las críticas de Occidente.
EL CONFLICTO ECONÓMICO
La cuestión de Xinjiang es de vital importancia para el desarrollo y futuro del “sueño chino”, y no tienen intención de tolerar lecciones morales por parte de las potencias occidentales. Por ello, China ha empleado su poder económico en contra de la Unión Europea, atacando directamente a empresas europeas. Esto se debe a que, debido a las pruebas que han derivado en la imposición de sanciones por violación de derechos humanos, distintas multinacionales europeas expresaron su preocupación ante los abusos cometidos contra la etnia uigur.
Algunas empresas ya anunciaron que dejarían de abastecerse de algodón procedente de Xinjiang debido a la preocupación por el trabajo forzado con anterioridad. H&M lo comunicó en septiembre de 2020, propiciada por una declaración de la Better Cotton Initiative (BCI), grupo industrial que promueve la sostenibilidad y las normas laborales, de la que H&M y otras empresas como Nike o INDITEX son miembros. En ese momento, China no tomó ninguna medida.

Tras las sanciones impuestas por el bloque de países occidentales, el gobierno de China empezó una campaña contra las empresas europeas. El ala juvenil del Partido Comunista denunció a H&M en las redes sociales, publicando una foto de archivo de esclavos en una plantación de algodón de Mississippi. Los medios oficiales del país empezaron entonces una campaña de comunicación destinada a boicotear a la multinacional sueca. Esto se tradujo en que las tiendas de todo el país se vaciaron (alrededor de 500), y que los principales vendedores online de China retiraran los productos de H&M de sus webs. Hay otras grandes empresas como Adidas o Burberry que también se han visto afectadas por el boicot. La contundente reacción por parte de las autoridades ha llevado a otras empresas a tomar partido rápidamente ante el miedo de perder acceso al mayor mercado mundial.
Esto supone un punto de inflexión en la relación de China con los países europeos, ya que estos han visto cómo sus multinacionales son víctimas del poder ejercido por el gigante asiatico. La situación actual destaca la dependencia a la que está sometida la Unión Europea y su vulnerabilidad ante los designios de una potencia extranjera.
LA IMPORTANCIA DE XINJIANG
Los ataques a esta provincia no son un tema menor para los dirigentes chinos. La provincia de Xinjiang, además de producir cerca de un quinto de la producción mundial de algodón, es clave para la estrategia que el gobierno de Pekín viene desarrollando con su iniciativa de la Franja y la Ruta. Mediante este proyecto, Xi Jinping trata de recrear la antigua Ruta de la Seda, que unía comercialmente a China con Europa. A través de esta iniciativa, Pekín pretende reforzar y proteger sus intereses económicos, así como mejorar su seguridad, además de ayudar al desarrollo económico de los países que deseen participar. El proyecto ya está en marcha, habiendo realizado inversiones por valor de miles de millones de dólares, especialmente en infraestructuras. En el siguiente mapa se puede ver como la zona de Xinjiang es un espacio clave en donde convergen varias rutas del ambicioso plan económico de China.
CONCLUSIÓN
La Unión Europea adopta una política exterior basada en sus principios fundacionales. Dichos principios son la defensa de la libertad, democracia y respeto de los derechos humanos, las libertades fundamentales y el Estado de Derecho, así como la defensa del libre comercio como forma de garantizar la paz entre naciones.
Por ello, si desea mantener sus relaciones económicas con China, el principal mercado del mundo, no debería juzgar asuntos considerados internos por el gobierno de Pekín, a pesar de la existencia de pruebas que demuestren que se están produciendo violaciones de derechos humanos contra una minoría. China no va a dejar desprotegido una sección clave de su estrategia para volver a convertirse en la primera potencia mundial, y ha demostrado que cuenta con el poder necesario para lograrlo. La Unión Europea debería adoptar un enfoque concreto sobre si seguir tolerando abusos en China a cambio del acceso a su mercado.
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