Siempre se ha hablado de Suiza como uno de los países más democráticos y representativos del mundo. Esto se debe a que, pese a la gran homogeneidad que existe en el país, utiliza elementos de democracia directa con los que satisfacer e involucrar a los ciudadanos en la vida política. Además, su descentralización del poder ofrece muchas competencias a los cantones, otorgándoles gran peso en las decisiones. Todo esto, junto con la limitación anual de mandatos, por la que el Presidente del Gobierno solamente puede ocupar el cargo un año, fomenta el consenso, algo crucial para la cohesión social y entender la cultura política suiza que, sin embargo, también tiene sus inconvenientes.