¿HOMBRECILLOS VERDES EN CRIMEA?

por | Dic 24, 2021

¿Qué ocurriría si un equipo militarizado, pero sin bandera, aparece y arrebata a un Estado la soberanía sobre una porción de su territorio?, ¿Existen regulaciones en el derecho internacional?, ¿Dónde se encuentran los límites de la guerra? El día que los “Little Green Men” invadieron la península ucraniana de Crimea y Rusia (no) tomó su […]
¿Qué ocurriría si un equipo militarizado, pero sin bandera, aparece y arrebata a un Estado la soberanía sobre una porción de su territorio?, ¿Existen regulaciones en el derecho internacional?, ¿Dónde se encuentran los límites de la guerra? El día que los “Little Green Men” invadieron la península ucraniana de Crimea y Rusia (no) tomó su control de facto.

Introducción – Ucrania dentro de la maquinaria soviética

Ucrania se trata de un país de una relevancia geopolítica vital en el plano internacional. Contando con un basto territorio nacional y acceso tanto al mar Negro como al mar de Azov, es uno de los Estados que se encuentran entre las fronteras de la Unión Europea y Rusia, con quien comparte parte de su historia. 

Para comprender los procesos políticos y sociales que se han dado en Ucrania en el siglo XXI, principalmente desde 2004 hasta la actualidad, es fundamental “rebobinar” en el tiempo para estudiar su papel y su estructuración a lo largo de la segunda mitad del siglo XX.

Tras la Segunda Guerra Mundial y la victoria de los Aliados, la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) aseguró a su favor la balanza de poder geopolítico en la vertiente oriental del muro de Berlín. Su dominio en la región se basa en dos tipos de relación: los Estados que formaban parte de la Unión (Ucrania, Bielorrusia, los países bálticos, etc.) y los conocidos como “Estados Satélites” (Polonia, Rumanía, Hungría, etc.) que se encontraron bajo la influencia militar tras la entrada de tropas soviéticas para la expulsión del ejercito nazi.

La URSS trató de expandir tanto sus ideales como su modelo económico y político (marxismo-leninismo) en el mundo; por el otro lado se encontraban los Estados Unidos como máximo exponente de la democracia liberal. De esta forma se conformaron los líderes de los bloques que se enfrentaron en la Guerra Fría durante la segunda mitad del siglo XX. 

A lo largo de este periodo, desde el Kremlin se buscó impulsar la industrialización y el desarrollo económico tanto en los miembros de la Unión como en los Estados periféricos. Con el Pacto de Varsovia como pilar del bloque soviético, se formaron alrededor instituciones y organismos que se encargaron de implementar las políticas y cambios internos en los diferentes países. Ejemplo de políticas económicas para el desarrollo son las conocidas Perestroikas

Dentro de este marco de cambios, las migraciones entre las diferentes comunidades fueron un fenómeno frecuente. Los núcleos de industrialización fueron el destino de olas de inmigración, principalmente rusa. Esto formó comunidades de origen ruso en los Estados periféricos de la Unión Soviética.

Ucrania vivió también un cambio en la composición de su población. Millones de ciudadanos de origen ruso se trasladaron a la región ucraniana en un proceso que terminó transformándola en uno de los principales motores económicos de la URSS. Es por ello por lo que hoy día, tanto la península de Crimea como varias de las zonas del Este del país cuentan con mayoría demográfica ruso-parlante. 

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Mapa político con las fronteras oficiales y reconocidas de Ucrania (Mapa Mundial)

En 1989, los mecanismos e instituciones que sostenían la URSS terminaron de colapsar y la Unión de repúblicas soviéticas se disolvió. En este momento, numerosos Estados proclamaron su independencia y su soberanía fue rápidamente reconocida por los países del bloque occidental. Popularmente este momento se conoce como “caída de la URSS”, motivo del fin del Pacto de Varsovia y, por consecuencia, del nacimiento de la Rusia actual.

Nuevos Estados se insertaron en la comunidad internacional y esto provocó consecuencias y reajustes en las relaciones entre países.  Es importante destacar un factor que afectará a la situación de Ucrania hasta el día de hoy. Se trata de las grandes comunidades rusas establecidas en territorio ucraniano, concretamente cerca de las fronteras con Rusia al Este, y al sur en Crimea. Esta población se posiciona ideológicamente en contra de las nuevas relaciones con las organizaciones europeas y buscan un reencuentro con su pasado soviético y estrechar lazos con Moscú.

Rusia  busca, desde la década de los noventa, reunificar a la población que quedó dividida en la diáspora rusa producida por la desintegración de la URSS. Esta actitud pan-rusa se traduce en el plano internacional como un intento de Rusia de preservar su poder geopolítico regional. 

Es por ello por lo que, durante el siglo XX, la administración de Putin ha tratado de mantener la dicotomía ideológica propia de la Guerra Fría a través de organizaciones como la Unión Económica Euroasiática, o la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, considerándolas  alternativas a las asociaciones internacionales occidentales.

Por tanto, debido al afán de aumentar su poder blando y su influencia económica, política y social regionales, nace la conocida como “política de compatriotas”, principalmente dirigida a la población de los Estados postsoviéticos. Siendo estos “cualquier ciudadano de la antigua Unión Soviética”, esta definición se ha ido ampliando con el tiempo mediante varias revisiones legales con el objetivo de expandir tanto la nacionalidad como la lengua rusa

La administración de Vladimir Putin ha utilizado esta política reunificadora en varias ocasiones para justificar la intervención militar en determinados territorios vecinos. Los ejemplos más claros del uso de esta estrategia son Georgia en 2008 y Ucrania en 2014. 

Situación de Ucrania en 2014 – Breve recorrido por el siglo XXI

Desde que Ucrania se convirtió en un Estado independiente en 1991, la historia del país ha estado marcada por la inestabilidad económica y la pugna política entre los partidarios de mantener los lazos con Rusia y los que apuestan por reorientar la política exterior hacia Occidente. Ejemplo de esto son los intentos de anexión a la Unión Europea.

Esta confrontación cuenta con dos momentos destacables. El primero es conocido como la Revolución Naranja entre 2004 y 2005, cuando olas de población salieron a las calles debido a acusaciones por fraude en las elecciones. El resultado de las protestas fue la toma de poder del dúo occidentalista Yushenko-Tymoshenko. Se inició una etapa de acercamiento a la UE y a la OTAN, sin embargo, los problemas económicos y la dependencia energética de Rusia complicaron el alcance de estos objetivos.

Un hombre con traje y corbata sonriendo

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Víctor Yanukóvich (El País)

Durante este periodo, las tensiones crecieron dentro de la población provocando una mayor polarización entre los favorables a un acercamiento hacia Europa y los que apoyaban una reorientación hacia Moscú. En 2010 el líder del Partido de las Regiones, Víctor Yanukóvich se convertía en presidente de Ucrania virando de nuevo la política exterior del país hacia Rusia.

Imagen de la pantalla de un video juego

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Plaza Maidan, Kiev durante las protestas del Euromaidan (Yannis Behrakis, Reuters)

En 2013, Yanukóvich inició un nuevo tratado de comercio con el gobierno ruso, suspendiendo la firma del Acuerdo de Asociación y el Acuerdo de Libre Comercio con la Unión Europea. Al día siguiente, 21 de noviembre de 2013, se iniciaron una serie de protestas. La violencia se generalizó, convirtiendo la capital del país, Kiev, en una gran trinchera de batalla, a estos hechos se les denominó Euromaidan. En la zona oriental, donde predomina población de origen ruso, los altercados desembocaron en un conflicto armado que provocó más de un millón y medio de desplazados internos y casi 25.000 muertos, según datos de la ONU.

Un grupo de personas sentadas

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Ciudadano herido durante las manifestaciones del «Euromaidan»(Yannis Behrakis, Reuters) (20 de febrero de 2014, Kiev)

La invasión a Crimea: fin de soberanía ucraniana  

Crimea es una de las regiones ucranianas que más población rusa recibió durante las olas migratorias. Además, dentro del país, se trata de uno de los puntos geoestratégicos más importantes, ya que la península se encuentra rodeada por el mar Negro, lo que le concede una gran versatilidad marítima para el posicionamiento militar y el transporte de materiales y energías. 

Dentro del marco de polarización, protestas y violencia, que estaba viviendo el país, el 27 de febrero de 2014 sucedió algo que dejó a todo el mundo desconcertado; unidades militares sin identificación nacional aparecieron en la península, rodearon y se atrincheraron dentro del parlamento regional de Crimea creando barricadas a su alrededor. 

Sin apenas oposición, los individuos uniformados de color verde oliva (sospechosamente similar al uniforme de campaña del ejército ruso) habían tomado control del parlamento e izado una bandera rusa en su tejado. Al día siguiente, 28 de febrero tomaron el aeropuerto de Simferópol.

Desde Moscú negaban la presencia de tropas rusas en estas operaciones. Por el contrario, estos “hombrecitos de verde” hablaban ruso y, a pesar de no llevar banderas o forma de identificación alguna, vestían los uniformes y portaban las armas propias de los equipos de operaciones especiales rusos

Vladimir Putin en persona defendió que esos equipamientos se podían adquirir en “supermercados locales”. Sin embargo, todas las declaraciones provenientes del gobierno y del mismo presidente defendían las acciones del grupo paramilitar inidentificado, calificándolos como libertadores y legitimando la inminente pérdida de soberanía ucraniana a manos del grupo armado.

Un grupo de personas con instrumentos musicales y micrófonos

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Firma de la anexión de la península de Crimea por Rusia (kremlin.ru

En Crimea, la población local les denominaba “Hombrecillos Verdes” – Little Green Men –, desde Rusia “tropas libertadoras” y en la prensa se les llegó a apodar “Hombres Educados” – Polite Men – debido a que operaron sin ejercer la fuerza (a pesar de estar llevando a cabo una invasión beligerante). Más allá de los apodos que se les otorgasen, tan solo tardaron una semana en tomar el control total de todas las infraestructuras administrativas de la península. El 24 de marzo del mismo año se formalizó la anexión de Crimea a la administración rusa, desplazando por completo la soberanía ucraniana en el territorio.

Hombre con uniforme militar

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Un soldado, sin identificación, en el aeropuerto de Simferopol (BBC)

Es importante tener en cuenta que, desde la firma de un tratado bilateral entre Ucrania y Rusia en 1997, para el estacionamiento de fuerzas armadas entre ambos países, Rusia cuenta con numerosas instalaciones militares navales, aeródromos y centros de entrenamiento en Crimea. Por lo tanto, la presencia militar rusa no era algo fuera de lo común en la zona.

Con el tiempo Putin admitió haber dado órdenes al ministro de Defensa ruso de enviar tropas de las Fuerzas Especiales Rusas (conocidas como Spetsnaz) a Ucrania para tomar la península y participar en los conflictos que se desarrollaban en el este del país. Estas unidades no contaban con identificaciones rusas ni de ningún otro país, pero actuaron a favor de Rusia ¿Se estaba incumpliendo el derecho internacional? ¿o es que Putin encontró un vacío en las regulaciones del derecho internacional humanitario?

El derecho internacional

El popularmente conocido “derecho de guerra” se denomina Derecho Internacional Humanitario y su piedra angular son los Convenios de Ginebra de 1949 y sus protocolos adicionales. En ellos se busca regular las atrocidades de la guerra y proteger a aquellos que no participan en las hostilidades y a los que ya no pueden continuar interviniendo.

El derecho humanitario obliga a los combatientes a diferenciarse de la población civil, y a distinguirse del ejército enemigo, por lo tanto, no llevar ninguna identificación rusa en el uniforme no incumple directamente las normas del derecho de guerra ya que no existe una definición consensuada de uniforme. Se trata de una zona gris. 

En el caso de Crimea no hay duda de que se trata de una ocupación beligerante que desplaza el poder de un Estado para otorgárselo a otro. Además, aunque en un primer momento la incertidumbre hiciese dudar sobre el origen de los “hombrecillos verdes” ha quedado claro que las tropas paramilitares pertenecían a los Spetsnaz rusos, conocidos por llevar a cabo operaciones de engaño militar. Han sido frecuentemente usados por la administración de Moscú para operaciones no convencionales, ya que su falta de identificación crea confusión en los enemigos y ralentiza su respuesta de reacción.

Por otro lado, tan solo se produciría una violación de los Convenios de Ginebra si los combatientes llevan a cabo un “acto pérfido”, es decir, mezclarse con la población civil o uniformarse como el ejercito enemigo, y los Spetsnaz rusos no llevaron a cabo ninguna de estas dos acciones. Esto se refiere al Principio de Distinción, recogido en el artículo 48 del capítulo IV de los Protocolos Adicionales a los Convenios de Ginebra de 1949.

Por tanto, la maniobra engañosa por parte de las tropas rusas fue un éxito estratégico, jugado a los márgenes de las líneas escritas por el derecho internacional en los Convenios de Ginebra. La transferencia de soberanía se desarrolló como si se encontrara envuelta en una pompa insonora, sorda a las protestas y a las denuncias de la comunidad internacional y Ucrania.

La península de Crimea se encuentra bajo la administración rusa por adscripción unilateral desde marzo de 2014. Rusia afianzó de esta manera un territorio de mayoría ruso-parlante además de un punto geoestratégico clave para gestionar su influencia en la región. Además, en el plano militar se beneficia de una inyección de capacidad bélica adquirida gracias al control de la Flota del Mar Negro, dependiente de la Armada Rusa. El 28 de diciembre de 2014 se completó el vallado de 60 kilómetros en la zona del istmo de Perekop, frontera con la Ucrania continental, reforzado con sensores y cámaras de vigilancia.


NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21. 

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