Parecía que la calma había llegado a las aguas del Mar Negro cuando en 1992 la península de Crimea había logrado su tan ansiada autodeterminación, convirtiéndose en una República Autónoma bajo el mando administrativo del país vecino Ucrania. Atrás quedaban siglos de disputas, años en las que los rusos se habían enfrentado a cualquier enemigo que osara ocupar la península e hiciera peligrar su única salida hacia el Mar Mediterráneo, lo que le permitía extender sus rutas comerciales.
Todo comenzó unas décadas antes. En 1954 Rusia celebraba el 300 aniversario de la adhesión de Crimea y, para conmemorarlo, el entonces líder soviético, Nikita Jrushchov, decidió ceder la península al Gobierno de Kiev, siempre y cuando los rusos pudieran mantener sus bases navales en Sebastopol. En ese momento, ucranianos y rusos pertenecían a la Unión Soviética y nada hacía presagiar el negro futuro que tendrían las repúblicas socialistas años más tarde.
En 1991 la URSS comienza a desmoronarse, y tras un intenso referéndum, Ucrania declara su independencia y con ella también la de la Crimea. Rusia no tardaría en dar respuesta, e hizo pública la decisión de su Asamblea de anular la transferencia de 1954. Pero sus intentos de oposición no surgieron efecto y en 1994 se celebra el primer sufragio de la historia de la península de Crimea ya como República Autónoma.

LA CRISIS DE SEGURIDAD DE 2014
Tuvieron que pasar más de 20 años para que el conflicto de Crimea entre Ucrania y Rusia volviera a ser noticia. Todo comenzó a finales del año de 2013 bajo el contexto del Euromaidán, cuando manifestantes ucranianos proeuropeos derrocaron del poder a su líder prorruso ViktorYanukóvich, debido a la negativa de este, unos días antes, de firmar el Acuerdo de Asociación y de Libre Comercio entre Ucrania y la Unión Europea. Manifestaciones, protestas y disturbios que acabaron con decenas de muertos según el Gobierno de Kiev. Emergen acciones en la capital ucraniana como símbolo de oposición hacía Rusia. Es entonces cuando Yanukóvich huye del país y se refugia bajo la protección del Kremlin y de Vladímir Putin. Sin embargo, las concentraciones y los altercados se alargaron en el tiempo hasta febrero de 2014, cuando la población de Crimea, en su mayoría de origen ruso, y los grupos ucranianos prorrusos comenzaron a manifestarse en contra del nuevo Gobierno de Kiev, pidiendo a su vez la anexión con Rusia.
Bajo la excusa de no dejar desamparada a Crimea, Putin inició una movilización de sus ejércitos de manera estratégica hasta que el 27 de febrero de 2014 sus soldados consiguen izar la bandera rusa en el Parlamento y en el edificio del Consejo de Ministros, principales emblemas gubernamentales de Crimea. En cuestión de días la enseña rusa ondeaba en multitud de edificios y aeropuertos de Crimea (uno civil en Simferopol y otro militar en Sebastopol) y sus militares empezaban a desplegarse por el Este de Ucrania.

El primero de marzo el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y la misma Unión Europea intervienen en el conflicto insistiendo a Rusia a replegar sus tropas a su base naval de Sebastopol. Incluso Estados Unidos, con Barack Obama a la cabeza, amenaza a Putin con expulsar a Rusia del G8, que más tarde sí se hizo efectiva. La Crisis de Crimea de 2014, como se le conoce popularmente, finalizó el 18 de marzo con la retirada del ejército ucraniano de Crimea y con un referéndum (ilegal a ojos de la comunidad internacional) de anexión de la Península a Rusia con el 95% de los votos a favor.
Sin embargo, el conflicto ocurrido en Crimea no tardó en expandirse y llegó hasta la región de Donbáss, al este de Ucrania. En Donetsk y Lugansk, las dos ciudades más importantes de la zona, comenzaron nuevos levantamientos prorrusos hasta el punto que en mayo de 2014 ambas regiones proclaman su propia República con la intención posterior de unirse a Rusia, algo que nunca ocurrió aunque de facto el control ruso es real. Lo que sí pasó fue el envió desde el Kremlin de tropas rusas, tanto a Donetsk como a Luhansk, para apoyar a los separatistas. Las hostilidades en el país cesarán casi un año después, en febrero de 2015, durante la cumbre política de Minsk, en Bielorrusia. A ella acuden tanto Ucrania como Rusia, además de Francia y Alemania, con el objetivo de acordar la paz en la región, donde la situación y la guerra civil provocada estaban ya causando grandes estragos a la población nativa.

RUSIA CONTRA EL MUNDO
Desde entonces el orden internacional ha visto peligrar su estabilidad, hecho que no sucedía desde la misma desintegración de la URSS. Para las grandes potencias mundiales lo sucedido en Crimea vulneró las leyes de la comunidad internacional y, sobre todo, el tratado firmado en Budapest en el año 1994, por el cual Reino Unido, EE.UU y Rusia estaban obligados a respetar las fronteras del territorio Ucraniano, a cambio de que Kiev cediera su arsenal nuclear heredado de la URSS, el tercero más grande del mundo en aquel momento.
Las consecuencias de la Crisis de 2014 fueron devastadoras, tanto para Rusia como para la propia población de Crimea. Cerca de un millón de ucranianos, según datos oficiales, emigró huyendo del conflicto, y otros miles se establecieron en las zonas más estables, políticamente hablando, de Ucrania. Así, la parte oeste del país, la más rural, está habitada, a día de hoy, en su inmensa mayoría por ciudadanos ucranianos. En el otro extremo, al este, se encuentran civiles rusos. Este hecho ha provocado que la zona sea el epicentro de una nueva ‘guerra fría’ y que las tensiones, entre el Kremlin y el resto de potencias mundiales, sobre todo occidentales, sean continuas.

La primera consecuencia directa de la Crisis de Crimea a la que se tuvo que enfrentar Rusia fueron las sanciones que Estados Unidos y la Unión Europea pusieron a numerosos dirigentes rusos y ucranianos, incluyendo al primer ministro y el presidente del parlamento de Crimea. Un total de 33 personas a las que se les aplicó la prohibición de viajar y a las que se les realizó un bloqueo económico de sus cuentas. De igual forma, Ucrania anunció su bloqueo comercial a la península de Crimea tras su anexión, y decretó la cesión del acuerdo de libre comercio por parte de Putin, que alegó protegerse dadas las circunstancias que afectaban a los intereses y a la seguridad económica de Rusia. Se anulaba así, el acuerdo de octubre de 2011 para la creación de la zona de libre comercio con Ucrania en el marco del CEI, la Comunidad de Estados Independientes creada en 1991 por las repúblicas ex soviéticas.

Por su parte, la Unión Europea, y su propio Consejo, decidieron también el pasado 2020, prolongar las sanciones económicas contra Rusia derivadas de éste conflicto con Ucrania, acción que apoyó la administración de Estados Unidos pues acusa a Putin de haber puesto en peligro‘la soberanía e integridad territorial de su vecina Ucrania cuando invadió Crimea’, en palabras de su presidente, Joe Biden. Estas sanciones económicas incluyen la prohibición de vender armas, tecnologías u otras mercancías que puedan ser susceptibles de uso militar por parte de Rusia. La suspensión de acuerdos financieros con el Kremlin, así como la limitación de acceso a los fondos de capital primario y secundario de la UE. Y, por supuesto, como ya hiciera Ucrania, la anulación de cualquier tipo de comercio con Crimea y Sebastopol
Las rupturas nunca fueron fáciles e incluso horas antes de participar en la Cumbre del G20, celebrada el pasado noviembre, en la que se haría alusión a la situación de pandemia del COVID-19 y su huella en la economía mundial, Putin accedió a extender el veto alimentario a productos de Occidente y Ucrania, cómo ya es costumbre anual desde 2014 y como respuesta a los castigos impuestos por las demás potencias mundiales.
La crispación entre Ucrania y Rusia sigue latente a día de hoy. Aunque los conflictos que enfrentan a las dos naciones son muchos, el asunto de Crimea es uno de los que más ha tensado la cuerda entre ambos. Este 2021 se cumplen por tanto siete años de la anexión de la Península. Siete años en los que ningún organismo oficial extranjero ha reconocido nunca los hechos y en los la polarización de un pueblo sigue enfrentando identidades.
0 comentarios
Trackbacks/Pingbacks