PRAGMATISMO TRASANDINO: LAS RELACIONES BILATERALES ARGENTINA-CHILE EN PERSPECTIVA

por | Mar 13, 2021

A los perfiles de Sebastián Piñera -presidente de Chile- y Alberto Fernández -presidente de Argentina- los separa un abismo tan alto como la Cordillera de los Andes. El primero, un empresario de derecha formado en Harvard, cuyo accionar político es inseparable del financiero. El segundo, un abogado, que hizo campaña declarando que lo influenciaba más Bob […]

A los perfiles de Sebastián Piñera -presidente de Chile- y Alberto Fernández -presidente de Argentina- los separa un abismo tan alto como la Cordillera de los Andes. El primero, un empresario de derecha formado en Harvard, cuyo accionar político es inseparable del financiero. El segundo, un abogado, que hizo campaña declarando que lo influenciaba más Bob Dylan que Perón. El único rasgo común en los dos, es el estilo pragmático con que han conducido sus carreras políticas. El mismo estilo que ha primado en las relaciones bilaterales entre ambos países. 


Durante la independencia, Bernardo O’ Higgins por Chile y José de San Martín por Argentina, mantuvieron una excelente relación. Sin embargo, las relaciones de cordialidad se estancaron. En la segunda mitad del siglo XIX, los dos países comenzaron a expandirse territorialmente. Si en Europa estas iniciativas por adquirir nuevos espacios geográficos derivaron en guerras en diversas regiones y dieron paso a lo que se ha llamado la era del imperialismo, en las relaciones entre Argentina y Chile, ocurrió una paradoja. Esto, porque pese al creciente expansionismo mutuo, no hubo enfrentamiento bélico, sino que primó el pragmatismo y la diplomacia. En 1881 se firmó el Tratado de Límites que difumina las posibilidades del uso de la fuerza. Sólo quedaron algunas definiciones limítrofes por resolver. 

El punto más candente de estos asuntos pendientes fue la soberanía de la boca oriental del Canal del Beagle. Durante el siglo XX se mantuvo la disputa sobre los límites en dicho canal. En este litigio, siempre debió intervenir un tercer actor. Fue el caso de Estados Unidos en 1938, cuyas tratativas de arbitraje no prosperaron. Las tensiones se acrecentaron, incluso con algunas escaramuzas armadas, siendo la más emblemática la ocurrida en 1965 donde fue asesinado un Teniente de Carabineros chileno, a manos de la Gendarmería Argentina. Entre 1971 y 1977 sería el Reino Unido quien intentará mediar el problema. El fallo favorable a Chile, fue desconocido por Argentina. Esta tensión llegó a su punto máximo entre octubre y diciembre de 1978, cuando se realizaron una serie de operaciones y ejercicios militares en la frontera sur. Para frenar esta escalada, interviene la Oficina de la Mediación Pontificia, que consigue la firma del Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile, el 29 de noviembre de 1984. Una vez más, las maneras pragmáticas se impusieron frente a una disputa abierta, aunque esta vez inducidas por un actor externo, el Vaticano. 

Lo más álgido del Conflicto del Beagle ocurrió cuando los dos estados eran gobernados por dictaduras militares. La transición a la democracia que se inició en Argentina en 1983 y en Chile en 1990, dio paso a un periodo de mayor cooperación. Esto, motivado principalmente por la apertura económica y el interés de los actores privados de expandir las inversiones y los flujos comerciales entre ambas naciones. De todas maneras, no ha estado libre de tensiones en el presente siglo. La primera, fue la llamada crisis del gas de 2004. Con la liberalización económica, Chile comenzó a importar gas natural desde Argentina. Un progresivo descenso en los envíos de este recurso a Chile, alcanzó su punto más complejo en abril de 2004 cuando un 47% de la demanda chilena de gas no fue cubierta. El contexto en Argentina era complejo, luego de la crisis de 2001, había asumido Néstor Kirchner con un discurso que muchas veces rivalizaba con las políticas del presidente chileno de la época, el socialdemócrata moderado, Ricardo Lagos. Pese a que recientemente Lagos ha declarado que en ese momento la opción bélica estuvo sobre la mesa, lo cierto es que esto no ocurrió y desde Chile se decidió diversificar sus proveedores de gas. Incluso en 2017, Argentina volvió a exportar este hidrocarburo a Chile. 

En el último tiempo, volvieron a existir tensiones entre los presidentes Piñera y Fernández a propósito de las medidas para enfrentar la pandemia del coronavirus y de la reacción del gobierno chileno para contener las protestas sociales de octubre de 2019. Fernández comparó la situación de los DD.HH en Chile con la venezolana. Por su parte, el exitoso proceso de vacunación en Chile ha sido usado por las autoridades como ejemplo de buena gestión, siendo explícitos en el contraste con la extensa y poco efectiva cuarentena total que se implementó en Argentina por casi todo el 2020. Todas estas tensiones no impidieron que a finales de enero de 2021, se concretara la primera visita oficial de Alberto Fernández a Chile, donde volvió el pragmatismo, y culminó con la firma de una serie de acuerdos de cooperación y declaraciones de buenas intenciones

Pese a que aún quedan temas pendientes entre Argentina y Chile, tales como el litigio del campo de hielo patagónico sur, algunas reclamaciones en el territorio antártico, y que en materia de integración latinoamericana cada gobierno ha optado por proyectos distintos y a veces enfrentados entre sí -Piñera por el Foro Prosur, Fernández por el Grupo de Puebla. Es posible concluir que estas diferencias se seguirán dirimiendo con una diplomacia altamente pragmática, tal como ha ocurrido con las disputas más álgidas entre ambos estados a lo largo de sus más de doscientos años de relaciones bilaterales.


Referencias 

Fuentes, C. y C. Martin. 1998. La nueva agenda argentino-chilena. Santiago, Chile: FLACSO-Chile. 

Hobsbawm, E. 2009. La era del imperio 1875-1914. Buenos Aires: Crítica. 

Skidmore, T. E. y P. H. Smith. 1997. Historia contemporánea de América Latina. América Latina en el siglo XX.Buenos Aires: Crítica. 


*NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del autor o autores, sin que representen las ideas de GEOPOL 21.

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