Han pasado más de siete años desde el inicio de las tensiones políticas en Ucrania, antiguo miembro de la URSS, que terminaron desembocando en un conflicto armado internacionalizado. La escalada de la guerra en territorio ucraniano continúo con la intervención de milicias pro-rusas en la región de Donbass, al este de Ucrania y la posterior anexión por parte de la Federación Rusa de la península de Crimea, enclave geoestratégico para el estado ruso, liderado desde hace una década, por Vladimir Putin.
El comienzo de las desavenencias se origina el 21 de noviembre del año 2013, en la Plaza de la Independencia de Kiev, conocida como el Maidán, escenario de las protestas civiles en Ucrania derivadas de la negativa del gobierno del momento, a cargo de Viktor Yanukovich, de firmar un Acuerdo de Asociación con la Unión Europea (en adelante UE). En sí, las protestas comenzaron en mayo de ese año, sin embargo, fue en noviembre cuando adquirieron un cariz más grave por las claras muestras de violencia en las calles. Así, mientras la sociedad ucraniana pro-Unión Europea salió a protestar bajo el lema “Ucrania es Europa”, Rusia declaró que no revisaría sus acuerdos energéticos con Ucrania si ésta firmaba el acuerdo con la UE y, según el especialista Rubén Ruiz Ramas, tanto ésta como Estados Unidos contribuyeron con apoyo, asesoramiento y presión diplomática al movimiento que concluyó con el posterior derrocamiento del presidente ucraniano Viktor Yanukóvich.

La agudización de este conflicto se alcanzó cuando en la península de Crimea, con un mayor porcentaje de población pro-rusa -y donde Moscú posee su principal base naval en el Mar Negro-, grupos separatistas se manifestaron a favor de formar parte de la Federación Rusa. La decisión del entonces presidente Viktor Yanukóvich, a finales de 2013, de no firmar el Acuerdo de Asociación con la UE fue el detonante de las protestas que se iniciaron en la céntrica plaza de Kiev, donde ya se había escenificado la Revolución Naranja. Los convocantes consideraban a la UE como una garantía de independencia y estabilidad para Ucrania.
Por otro lado, a Viktor Yanukóvich le inquietaba la idea de no salir reelegido como presidente tras llevar a cabo los ajustes y reformas que eran necesarias para tener una relación más estrecha con la UE, la cual no estuvo dispuesta a jugar con las reglas que le imponía el gobierno ucraniano y amagó con paralizar el proceso de asociación si no se cumplían ciertas condiciones. Por otro lado, Rusia contempló la aproximación de la UE a Ucrania con recelo. Consideraba necesaria la presencia de Ucrania en su proyecto de una Unión Económica Euroasiática que pretende competir con la UE. Finalmente, Viktor Yanukóvich optó por no firmar el tratado con la UE, provocando descontento social y el comienzo del conflicto en Ucrania.
En relación con la política exterior rusa hacia Ucrania, la Federación de Rusia nunca ha negado su predilección por la península de Crimea, debido principalmente a su potencial agrícola y a su inestimable posición geoestratégica. Por ello, desde hace más de doscientos años alberga en Sebastopol a la Flota Rusa del Mar Negro, única base en territorio ruso con acceso secundario al Mar Mediterráneo. Para Rusia, tanto Crimea como Ucrania en su conjunto, forman parte crucial de su “histórica esfera de influencia”.

La deposición de Viktor Yanukóvich precipitó las acciones de Rusia que, a principios de 2014, comenzó la operación militar para ocupar Crimea. Tras la celebración de un referéndum, se produjo la firma del tratado por el que la península fue anexionada a la Federación Rusa. Con esta intervención directa se produjo un salto cualitativo en lo que se refiere al conflicto, circunscribiéndose en tres dimensiones diferentes. Por un lado, el elemento del ejército regular, sumado a un ataque contra las comunicaciones ucranianas por parte de la inteligencia rusa. Seguidamente, la internacionalización del conflicto, enfrentándose abiertamente dos estados, Rusia y Ucrania. Este hecho vino a confirmar que Rusia no duda en violar el Derecho Internacional en defensa de sus propios intereses. Durante los años 2014 y 2015, se produjeron las acciones de mayor belicismo en el Donbass. Los muertos fueron numerosos y mucha población tuvo que huir de las áreas de conflicto. Aunque otra parte de la sociedad del este de Ucrania permaneció firme al lado de las milicias de Donetsk y Lugansk.

Dentro del conflicto del Donbass alcanzamos a identificar tres fases, la primera de ellas se circunscribe al periodo transcurrido entre abril y junio de 2014, caracterizada por la dispersión de los rebeldes por la región del Donbass. La segunda fase se sitúa durante los meses de junio a septiembre del mismo año. Durante esta fase, las milicias fieles al gobierno ucraniano realizaron una gran ofensiva para sitiar en el centro de Lugansk y Donetsk a los partidarios de la secesión. No obstante, durante el final de agosto y el inicio de septiembre, los rebeldes del Donbass realizaron una contraofensiva, principalmente gracias al apoyo de las fuerzas armadas rusas, y esto inició la tercera fase del conflicto motivada por la tregua amparada en los Acuerdos de Minsk-I. Su frágil desarrollo, entre el mes de septiembre de 2014 y febrero de 2015, terminó con la ruptura de los compromisos debido a otra ofensiva perpetrada por los rebeldes, hecho que forzó otro alto el fuego tras el consenso alcanzado en los Acuerdos de Minsk-II, que tampoco llegaron a alcanzar su completa aplicación.

Finalmente, entre los años 2016 y 2017, la guerra en el Donbass ha mutado a un conflicto de trincheras, en la que el armamento pesado y los tiroteos son la realidad de cada día. La guerra en el Donbass es en la actualidad, un continuo desgaste militar a pequeña escala, particularmente, un trauma psicológico para los civiles que viven atemorizados por la proximidad de las contiendas, viviendo en los sótanos de sus hogares adaptados como refugios improvisados, luchando por sobrevivir día a día en el último conflicto en territorio europeo. Una guerra de la que no se atisba un final fácil a corto o a medio plazo.

Ojalá estos post pronto se queden anticuados.