Albania y Serbia son dos de los Estados candidatos oficiales a ingresar en la Unión Europea, pudiendo deducir relaciones distendidas a lo largo del tiempo entre ambos. No obstante, la diplomacia Tirana-Belgrado arroja lo contrario, pues es compleja y hostil como consecuencia de una tercera entidad: La República de Kosovo.
LA REPÚBLICA DE KOSOVO: EJE CENTRAL DE LAS RELACIONES
Si bien ambos Estados se encuentran próximos a nivel geográfico, lo cierto es que su composición demográfica es completamente dispar, considerándose uno de los primeros elementos de confrontación entre las dos entidades. Esto se traduce en los deseos históricos por convertir sendos Estados en grandes territorios que abarquen la mayoría de la población étnica bajo unas mismas fronteras – la Gran Albania y la Gran Serbia -, lo que supone un elemento de hostilidades donde Kosovo juega un papel fundamental.
Esta pequeña república (donde el 88% de su población es étnicamente albanesa y el 6% serbia), situada a medio camino entre los dos Estados, declaró su independencia de Serbia, de forma unilateral (pero no contraria al Derecho Internacional, tal y como refleja el fallo de la CIJ de 2010) el 17 de febrero de 2008 con reconocimiento parcial de la UE, Estados Unidos y Albania entre otros, frente a la férrea oposición por parte de Belgrado al considerar este territorio parte íntegro de sus fronteras como “provincia de Kosovo y Metohija”. De esta forma, las ya tensas relaciones entre Albania y Serbia (como consecuencia del apoyo de la república adriática, a través del suministro de armamento, a la UÇK o Ejército de Liberación de Kosovo durante la contienda de 1998-1999) se vieron incrementadas a raíz no solo del reconocimiento de Kosovo como república independiente por parte del Ejecutivo albanés, sino por otros actos ocurridos en los últimos tiempos tanto por parte de la población como por el Gobierno albanés.

ALBANIA Y SUS INTENTOS DE APROXIMACIÓN A KOSOVO
Dos de las acciones que incrementaron el malestar en las ya tensas relaciones entre Serbia y Albania están vinculadas al mundo deportivo: la primera, ocurrida en el partido de fútbol entre las dos repúblicas en octubre de 2014, el cual tuvo que ser suspendido como consecuencia de la aparición en medio del campo de un avión no tripulado o dron que portaba la bandera albanesa y a raíz del cual la UEFA impuso sanciones a ambas federaciones. Esto provocó que la visita programada a Belgrado del primer ministro albanés, Edi Rama, se viese aplazada, de la mano de acusaciones mutuas entre los ejecutivos.
La segunda ocurrió durante el mundial de fútbol de Rusia en el año 2018, cuando dos jugadores de la selección suiza de ascendencia albanesa – que se encontraba disputando un partido frente a Serbia – , Granit Xhaka y Xherdan Sahqiri, festejaron un gol realizando con las manos el águila bicéfala albanés, despertando la ira entre los jugadores y la asistencia serbia, llevando consigo una investigación por parte de la FIFA.

Fuera del mundo deportivo, dos nuevos acontecimientos están provocando en los últimos años nuevos roces entre ambos países. Uno de ellos es la supresión de aduanas portuarias entre Pristina y Tirana al abrir en el puerto de Durrës – importante ciudad marítima albanesa -, una oficina para Kosovo, permitiéndole al pequeño Estado un crecimiento económico así como más facilidades en los intercambios comerciales. En palabras del ex-ministro de transportes y telecomunicaciones kosovar Fatmir Limaj, la unión aduanera entre Albania y Kosovo es el segundo acontecimiento más importante del país después de la declaración de independencia de 2008.
Recientemente, las alarmas han vuelto a saltar en los Balcanes occidentales como consecuencia de las palabras del Primer Ministro albanés, Edi Rama, al hablar de una posible unificación entre Kosovo y el país adriático, siendo estos hechos condenados no solo por el Presidente serbio Aleksandar Vučić, sino también por uno de los aliados más férreos de Belgrado: la Federación Rusa tal y como comunicaba la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, Maria Zajárova. A estos recientes acontecimientos se le suman las palabras pronunciadas por Rama en 2018, cuando en una visita de Estado a Pristina cuyo cometido era celebrar el décimo aniversario de la independencia kosovar, exclamó la posibilidad de establecer un presidente conjunto entre las dos repúblicas como símbolo de unidad nacional y política de seguridad conjunta, unos hechos que ensalzan la idea de la construcción de una Gran Albania que acoja, bajo las mismas fronteras, a la etnia albanesa.

LA UE Y EL “MINI SCHENGEN / OPEN BALKAN”, ¿UNA NORMALIZACIÓN DE LAS RELACIONES?
Si bien las relaciones entre Albania y Serbia distan de ser, a corto plazo, distendidas, lo cierto es que esto no impide la puesta en común de proyectos entre ambas ante la ‘indiferencia’ de la Unión Europea hacia la región. Así lo plasma la construcción de un área “mini-Schengen” entre Tirana, Belgrado y Skopje como consecuencia de la infructuosa Cumbre UE-Balcanes occidentales de Brdo pri Kranju el pasado 2021. Esta iniciativa, aún en papel, dio como resultado la iniciación en la segunda mitad del pasado año del proyecto ‘Open Balkan’, el cual tiene como objetivo plantear no una alternativa a la integración europea, sino un proceso que acelere la adhesión a través del libre movimiento entre estos Estados, reconocimiento mutuo de documentos profesionales, estudiantiles y veterinarios o mismo la cooperación conjunta en la lucha contra el terrorismo o la migración ilegal.
En palabras del presidente serbio Vučić, estos son hechos positivos que permiten dar inicio a un pensamiento y acciones conjuntas para velar por un mejor futuro en estos Estados, permitiendo que desde el 1 de enero de 2023 no exista ningún tipo de retención a la hora de viajar de Belgrado a Tirana, animando al resto de países de la contorna – incluido Kosovo – a unirse a la iniciativa, si bien existen reticencias por parte de los ejecutivos bosnio y montenegrino hacia el proyecto.
Sin duda la existencia de una pandemia global como la que está azotando el globo en la actualidad, ha demostrado la necesidad real de cooperación por encima de las diferencias, así como la presencia de modelos similares al Open Balkan como puede ser el Grupo de Visegrado. Estos son alicientes más que claros para el desarrollo de una unión progresiva en los Balcanes Occidentales.
No obstante, ¿cómo es visto esto desde la Unión Europea?. Lo cierto es que gobiernos como el alemán se han mostrado favorables al Open Balkan al aseverar que cualquier proceso de cooperación en los Balcanes occidentales es un elemento beneficioso, siempre y cuando se abra a los seis Estados de la zona y no excluya a ninguno. Si bien es cierto el visto bueno por parte de ejecutivos comunitarios, gobiernos como el serbio son favorables a las inyecciones de capital chinas (es el Estado de la zona que más ayudas recibe del gigante asiático), por lo que posiblemente esta ‘unión balcánica’ permitiría una mayor facilidad para que las inversiones de Pekín lleguen a los países integrantes, una preocupación creciente en el seno de la Unión.

CONCLUSIONES
Las tensas relaciones serbio-albanesas, si bien se dan como consecuencia de elementos puntuales, se vienen desarrollando desde hace décadas, pues el elemento étnico juega un papel importante en la comprensión del mundo balcánico, siendo la independencia de Kosovo en 2008 (de mayoría albanesa) y la aproximación de esta nueva república a Albania uno de los acontecimientos más difíciles de asumir por los serbios.
De esta forma, es claramente factible decir que la República de Kosovo se conforma como el elemento principal de disputa entre Belgrado y Tirana, pues la primera considera a este reciente Estado parte íntegro de su territorio como provincia, mientras que Albania fue uno de los primeros países en reconocer la independencia plena de Kosovo, promocionando uniones aduaneras a nivel portuario y terrestre, así como incluso dejando patente una futura – pero poco factible en miras a la adhesión comunitaria – unión territorial o ejecutiva.
No obstante y a pesar de la difícil diplomacia entre Albania y Serbia, lo cierto es que estos dos Estados son capaces de llegar a acuerdos comunes por encima de las múltiples diferencias existentes con el fin de permitir el desarrollo de la zona balcánica para un pronto y más ágil acceso al grupo de los 27.
NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21.
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