La iniciativa Belt & Road que está llevando a cabo China, se ha presentado como la gran alternativa del país para solucionar sus problemas de seguridad energética. China es actualmente muy dependiente de los países exportadores de petróleo y ha de invertir en alternativas viables en su propio territorio.
La Belt & Road Initiative (BRI o Iniciativa de la Franja y la Ruta en castellano), además de ser un tema de discusión recurrente sobre la geopolítica China, se ha presentado como la gran solución a todos los problemas de seguridad energética del gigante asiático. La BRI es un conjunto de políticas, un auténtico macroproyecto, que el gobierno de China está desarrollando para abordar sus problemas de seguridad energética. Si bien es cierto que la BRI es un proyecto imponente que está ayudando a China a mejorar su situación en relación con sus problemas de suministro de energía, la BRI no puede entenderse como la única solución del problema energético que enfrenta China. Este artículo presentará los riesgos de sobredimensionar la eficacia de la BRI y mostrará las soluciones complementarias a los problemas de seguridad energética de China.
¿QUÉ ES LA «BELT AND ROAD INITIATIVE»?
La iniciativa Belt and Road, también conocida como la Nueva Ruta de la Seda, es probablemente uno de los proyectos de infraestructura más ambiciosos jamás concebidos. De hecho, la OCDE en 2018 estimó que los proyectos de inversión de la BRI añadirán más de 1 billón de dólares de financiación para infraestructuras extranjeras durante un período de 10 años a partir de 2017. Esto está permitiendo a China expandir su economía y su influencia geopolítica. El presidente Xi Jinping, en 2013 en sus visitas oficiales a Kazajstán e Indonesia, presentó la iniciativa. La presentó como un plan de dos vertientes que involucraba la Franja Económica de la Ruta de la Seda por tierra y la Ruta de la Seda Marítima. El proyecto finalmente se denominó Belt and Road Initiative (BRI) e involucra a 84 países y 15 provincias chinas.
La BRI es una estrategia que promueve la coordinación de políticas, el comercio, la inversión energética en el exterior, la construcción de infraestructura y la integración financiera, además de mejorar la conectividad entre pueblos, como afirmó el presidente Xi Jinping en 2019 en su discurso en la ceremonia de apertura del segundo Foro de la BRI para la Cooperación Internacional. En cuanto a la infraestructura física, la iniciativa implica la creación de una extensa red de ferrocarriles, carreteras, oleoductos y pasos fronterizos en Asia Central, Asia Meridional y África Oriental. Asimismo, el plan también se está expandiendo a varias partes de Europa y América Latina.

SEGURIDAD ENERGÉTICA, EL PRINCIPAL PROBLEMA DE CHINA
Seguridad energética para China significa tener el suministro de energía suficiente para que el país pueda seguir produciendo al mismo ritmo o más. China se ha convertido en el mayor consumidor de energía del mundo, representando el 21% del consumo total de energía del planeta. Algunos investigadores de RAND Corporation ya afirmaron en el año 2000 que los pronósticos mostraban que el rápido crecimiento económico de China daría lugar a un aumento espectacular de la demanda de energía (especialmente petróleo y gas) durante las próximas dos décadas. Por el contrario, las perspectivas de un aumento de la producción nacional parecen ser más limitadas. En esta línea, existe una brecha cada vez mayor entre el consumo y la producción de energía, lo que significa que China se está volviendo muy dependiente de las importaciones de petróleo y gas.
Como explica el investigador Zha en el artículo «Debate sobre la seguridad energética de China», China es extremadamente rica en reservas de carbón, pero pobre en hidrocarburos. Además de eso, para China es difícil extraer y transportar carbón en el país y hasta ahora, las energías renovables como la solar, eólica e hidroeléctrica no habían sido opciones realistas para el país.
De esta manera, China se ha convertido en un importador neto de los tres tipos de energía fósil: petróleo, gas natural y carbón. Durante el primer semestre de 2020, China fue el principal importador de petróleo del mundo, cubriendo el 73,4% de su demanda de petróleo con petróleo importado. De esta manera, China depende en gran medida de otros países a diferentes niveles. Por ejemplo, la mayor parte del petróleo importado proviene de un número reducido de países, principalmente del Golfo Pérsico y África. Además, los petroleros transportan el petróleo desde Oriente Medio y África a través de líneas de comunicación marítimas y a través los denominados choke points marítimos, o estrechos, controlados por la Marina de los Estados Unidos, como el Estrecho de Malaka. Esta dependencia coloca a China en un lugar de vulnerabilidad clara frente a Estados Unidos.

Aun así, China tiene la necesidad de ampliar y diversificar las relaciones con los países exportadores, así como desarrollar nuevas rutas marítimas y mecanismos de transporte. Las rutas de transporte de energía marítima son vulnerables al bloqueo naval por parte de fuerzas hostiles. Por lo tanto, China está construyendo más oleoductos e infraestructuras interiores terrestres como los oleoductos China-Myanmar y China-Pakistán en el contexto de la BRI.
LA BRI, UNA PARTE DE LA SOLUCIÓN DE SEGURIDAD ENERGÉTICA
China está explorando otras opciones independientes de la BRI. La BRI implica varios riesgos; por tanto, no puede ser la única solución a los problemas de abastecimiento de energía. Los planes tienen que ir más allá de la BRI por tres razones. En primer lugar, China ya ha desarrollado una dependencia real de los productos básicos importados, como el petróleo y el gas, que están sujetos a una alta volatilidad de precios. En segundo lugar, la BRI incluye varios países y áreas geográficas en las partes menos estables del mundo, donde los acuerdos se pueden tornar problemáticos debido a «violencia política, guerra, sanciones, etc.». En tercer lugar, China puede llevar a cabo múltiples opciones (inversión en energía hidroeléctrica, energía nuclear, nuevas regulaciones, etc.) de forma complementaria con el BRI.
Los investigadores Shi y Cai desarrollaron en 2020 el primer estudio cuantitativo que prueba si la estrategia BRI puede ayudar a mejorar la seguridad energética de China. Los autores encontraron que un 1% de inversión que China hace en el extranjero (outward foreign direct investment), conduce a un aumento del 1,3% en la probabilidad de importar energía de ese país a nivel de empresa. Por lo tanto, se puede afirmar que la estrategia de salida de China para asegurar la energía a través de BRI es efectiva ahora. No obstante, China está invirtiendo y financiando grandes proyectos en todas partes del mundo, no solo a lo largo de la franja y la ruta.

SOLUCIONES COMPLEMENTARIAS AL PROBLEMA ENERGÉTICO
La internacionalización del suministro energético del país no se puede evitar y no tiene por qué ser negativa para el país, pero tiene que llevarse a cabo desde un punto de vista de cooperación energética internacional como está sucediendo con la ECECP (Plataforma de Cooperación Energética EU-China). En este sentido, es necesario destacar que China está desempeñando un papel considerablemente activo en la plataforma, especialmente en lo que respecta a la tecnología energética. La tecnología energética se está convirtiendo en un nuevo motor de crecimiento para la cooperación de China con diferentes países. En esta misma línea, las empresas extranjeras han comenzado a buscar alianzas con empresas chinas (por ejemplo, el Grupo danés Maersk y el puerto chino Ningbo firmaron un acuerdo de inversión conjunta). Además, las agencias de desarrollo internacional como el Banco Mundial han estado financiando cientos de proyectos para ayudar a acelerar el desarrollo de plantas energéticas de carbón eficientes, energía hidroeléctrica, etc. en el país asiático.
La diversificación internacional de la compra de energía es importante. Sin embargo, las acciones que se emprendan en el territorio nacional son fundamentales. Es importante recordar que en China existe un gran potencial para la energía limpia, así como presiones económicas sobre los legisladores energéticos para ampliar y desarrollar nuevas estructuras energéticas en el país. El gobierno chino tradicionalmente ha dado más prioridad a la energía hidroeléctrica y ya se han planificado grandes proyectos hidroeléctricos, en particular en el suroeste de China. No obstante, en los últimos años se ha impulsado el desarrollo y uso de tecnologías para adoptar la energía solar, la energía eólica y la energía de biomasa.
A pesar del hecho de que la presión nacional e internacional en cuestiones medioambientales se está tomando más peso, China está invirtiendo tanto en investigación científica como tecnológica sobre energías no renovables. De esta manera, China está investigando actualmente sobre el petróleo y el gas de aguas profundas, con el fin de abordar la escasez de energía y aumentar la diversificación energética. El desarrollo de gas no convencional también es un punto central de los planes de China, ya que el país mandarín tiene vastos recursos tanto de CBM (coal-bed methane, metano en capas de carbón en español) como de gas de esquisto.

Por otro lado, aunque la energía nuclear no es tan «limpia» como la eólica y la solar, tiene una gran ventaja; la estabilidad del suministro. En los últimos años, China ha abogado por trabajar con la sociedad internacional en el desarrollo de la energía nuclear como otra fuente de energía sostenible. Además de esto, diferentes analistas como Deng y Farah, también han destacado la relevancia de las reservas energéticas estratégicas para la seguridad energética. El gobierno central, los gobiernos locales y las empresas estatales ya han establecido reservas nacionales de petróleo que garantizan hasta 80 días de suministro.
Además de todas estas medidas, China ha estado trabajando en la creación de nuevas instituciones y regulaciones para mejorar su seguridad energética. Ya existe la Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo de China de la «Estrategia de Producción de Energía y Revolución de Consumo”. En particular, esta estrategia proporciona una regulación de la economía de mercado socialista, fortaleciendo la creación de un sistema de mercado energético de libre elección de empresas y consumidores donde los productos y los datos se mueven libremente. Además, las autoridades chinas han introducido una amplia gama de leyes y reglamentos, como la «Ley de Conservación de la Energía» para mejorar la eficiencia mediante la conservación de la energía o la «Ley de Energías Renovables» para promover la diversificación de tipos de energía. Además, la “Ley Básica de Energía”, la “Ley de Petróleo y Gas”, la “Ley de Energía Atómica” y la “Ley de Electricidad” son adaptaciones legislativas progresivas para establecer un conjunto de leyes modernas que sean capaces de adaptarse a la evolución del panorama energético actual.
En general, la iniciativa Belt and Road es un proyecto gigante que está ayudando a China a mejorar su situación con respecto a sus problemas de seguridad energética. Sin embargo, resulta difícil afirmar que la BRI es la única solución a estos problemas. Lo que pone en peligro a China es su extrema dependencia energética. La BRI puede ayudar a China a diversificar, expandir y mejorar sus vínculos con los países exportadores, pero la dependencia externa aún está presente. Por ello, el país asiático busca reducir su dependencia energética desarrollando un heterogéneo conjunto de planes alternativos a la BRI. China ha basado estos planes en la inversión en territorio nacional, con proyectos tanto “verdes” como “no tan verdes”, junto con la cooperación y la innovación.
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