Durante las dos últimas décadas, China a través de sus bancos estatales y otras entidades financieras públicas se ha convertido en el mayor prestamista bilateral de países emergentes y en vías de desarrollo. La cantidad y forma este boom por parte del gigante asiático como proveedor de fondos y asistencia financiera, se ha mantenido inusualmente opaco y poco transparente. Este modus operandi en la concesión de préstamos a los llamados low-income countries se ha convertido en un elevado nivel de riesgo produciéndose en algunos casos defaults y falta de las obligaciones de pago. Dado el secretismo impuesto a esta forma de actuar y la falta de conocimiento de las cifras reales, la deuda oculta que acumula Pekín con estas naciones es igualmente desconocida, aunque sí estimable, y la realidad no pinta bien.
EL CONTEXTO DE LA CRISIS D
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