Las contradicciones políticas entre los dos partidos hicieron caer al gobierno al cabo de un solo año de experiencia. Para evitar nuevas elecciones, el partido de Di Maio viró de la derecha hacia la izquierda, construyendo una alianza con sus anteriores enemigos del Partido Democratico (PD), partido que, según Di Maio, consistía en “una pandilla de ladrones”. Sin embargo, esta alianza no bastaba para constituir un nuevo gobierno. Todavía faltaban otros diputados para construir una nueva mayoría. Por eso, Di Maio aceptó formar un gobierno con el precedente secretario del PD, Matteo Renzi, que había constituido un nuevo partido (Italia Viva). A pesar de que ambos se habían desacreditado en campaña, Renzi también se mostró dispuesto. Así nació el “segundo gobierno Conte” que lideró a Italia durante la pandemia.
Pero la mala relación personal entre el presidente Conte y Renzi hicieron caer este gobierno al cabo de alrededor de dos años, abriendo el camino a la formación del gobierno de Draghi, considerado por algunos como un salvador de la patria.
Esta introducción abarca solo una parte de lo que ha pasado en la política italiana durante estos años. Para entender mejor el sistema político italiano es necesario focalizarnos de forma específica en los cuatro partidos principales que están jugando actualmente un papel importante en el escenario político.
El Movimento 5 stelle: de la extrema derecha a la izquierda
El partido político creado durante la crisis financiera del 2008-2011 nació como respuesta a las injusticias, las desigualdades y la corrupción frecuentes en el sistema político italiano. El lema de este partido es “¡Honestidad! ¡Honestidad!”. En el marco de una situación financiera desastrosa y de la debilidad de los otros partidos políticos, edificaron un enorme consenso electoral que los llevó a la victoria en 2018. No obstante, la inexperiencia política del M5S se hizo evidente durante el primer gobierno con la Lega, llamado gobierno amarillo-verde (colores de los partidos). Ya en los primeros meses de gobierno, el partido nacionalista de Salvini logró capturar una buena porción de votos del partido de Di Maio. A raíz del primer gobierno, Di Maio dejó de ser el jefe político del partido, abriendo el camino al liderazgo de Giuseppe Conte.

Giuseppe Conte, Matteo Salvini y Luigi Di Maio durante la caida del gobierno “gialloverde” (El Mundo)
El segundo gobierno de Conte, como dijimos en la introducción, fue una coalición izquierdista, pero con contradicciones en su interior. Mientras que el M5S se manifestaba en contra de la clase política europea, el PD mantenía su histórica vocación europeísta. Antes de la pandemia, Giuseppe Conte era visto como un simple portavoz del gobierno, y una persona sin autoridad y capacidad política. Fue durante la pandemia que adquirió un mayor liderazgo y popularidad, permitiéndole, al final de su segundo gobierno, reafirmarse como el nuevo jefe del partido.
El propio Giuseppe Conte apoyó el nacimiento del tercer gobierno de esta legislatura, el gobierno de Mario Draghi. Aquí reside la mayor contradicción del Movimiento: habiendo nacido como un partido antisistema terminaron formando gobierno con Berlusconi, Salvini, y todos los que habían sido apuntados como enemigos. Los antisistema “de ayer” son el principal punto de apoyo de un tecnócrata europeísta como Draghi.
La Lega: de la independencia del norte al patriotismo nacionalista
La Lega Nord fue un partido creado en los años ’90 para conseguir la independencia del norte de Italia conducido por el líder Umberto Bossi. Este partido estaba caracterizado por un fuerte resentimiento en contra el gobierno italiano y, en particular, contra la población del sur de Italia. El siguiente jefe del partido, Matteo Salvini, transformó al partido en un movimiento nacionalista, redirigiendo el foco de su enemistad ya no a los habitantes del sur, sino a los migrantes norafricanos. Además, para conseguir los votos de las poblaciones del sur, cambió el nombre del partido borrando la palabra Nord.
La Lega era, y todavía es, parte de una alianza de derechas, junto con Fratelli d’Italia y Forza Italia de Silvio Berlusconi. En 2018 consiguió un enorme respaldo electoral, consolidándose como el líder de la alianza. Sin embargo, estos partidos no fueron capaces de conseguir una mayoría absoluta de votos.

Meloni, Berlusconi y Salvini (DW)
Como explicamos, Salvini condujo al partido a una fugaz coalición con el M5S. Durante los primeros meses, en el gobierno “giallo-verde”, funcionó un fuerte entendimiento entre los dos líderes.
Pero la habilidad y la experiencia política de la Lega de un lado, y la ingenuidad del M5S del otro, rompieron ese equilibrio. En poco tiempo, la Lega avanzó sobre el electorado de M5S y se convirtió en el principal partido italiano obteniendo el 34% de los votos en las elecciones europeas de 2019. Esta votación fue el punto de inflexión del primer gobierno de Conte. Salvini creyó que esa votación le permitiría a la Lega forzar una nueva elección en la que conseguiría una mayoría absoluta. No obstante, los partidos izquierdistas alcanzaron un acuerdo con el M5S, evitando la posibilidad de nuevas elecciones. De aquí en adelante, la Lega fue perdiendo progresivamente los votos que había quitado al M5S, pero ahora en beneficio de un partido más nacionalista que la Lega, este es, Fratelli D’Italia.
El Partito Democratico: un partido en busca de un líder
El PD, el mayor partido de izquierda italiano, tuvo su mejor temporada durante el gobierno de Renzi, el presidente del Consejo más joven de la República italiana. Este político significó una novedad por la energía que desplegaba y por las ideas que ponía en discusión. Pero en cuanto ganó la presidencia, olvidó sus ideales y formó una alianza política con el partido Forza Italia de Silvio Berlusconi. “Joven por fuera, pero viejo por dentro”, Renzi pasó a ser uno más en el elenco de la política italiana. Después de Renzi, la presidencia del PD fue ganada por un líder poco carismático como Nicola Zingaretti, que se mostró incapaz tanto de levantar el partido como de mantenerlo unido.
En efecto, el PD se rompió tras la salida de Matteo Renzi y el nacimiento del pequeño partido Italia Viva. Con la caída del gobierno “amarillo-verde”, el PD formó su alianza con el M5S, labrando una nueva coalición progresista que perdura hasta hoy y es apoyada por el nuevo secretario del partido, Enrico Letta.
Fratelli d’Italia: el peligro de la extrema derecha al gobierno
Según las encuestas, el principal partido político italiano es el partido de derecha Fratelli d’Italia. La carismática líder Giorgia Meloni ha conseguido arrebatar el liderazgo de la coalición de derecha a Matteo Salvini. En el caso de que la coalición alcance una mayoría absoluta, Meloni será la primera presidenta mujer del gobierno italiano. El partido tiene una postura política muy ambigua en relación con la historia política del país. A pesar de que Meloni rechace la afirmación de que Fratelli d’Italia sea un partido fascista, muchos de sus electores se declaran orgullosamente como tales.
Si la Lega y M5S alcanzaron su popularidad durante la crisis financiera y migratoria, el partido de Meloni lo ha hecho en el marco de la pandemia. Fratelli d’Italia es el único partido que no ha apoyado el actual gobierno Draghi y que se opuso a todas las reformas de emergencia, recogiendo así la rabia popular y transformándola en apoyo político.

Encuesta política (TGLa7)
A pesar de esta situación de fragmentación, los partidos están claramente encuadrados en dos coaliciones: una de derecha y otra progresista. La primera, fundada en los años ’90 por Silvio Berlusconi, ha permanecido muy estable, a pesar de que en su interior los partidos han variado considerablemente. En la segunda, las disputas entre partidos de izquierda han impedido un acuerdo político común duradero. De todos modos, es la inestabilidad generada por el propio sistema electoral lo que no permite a Italia la constitución de un gobierno fuerte y estable. En 76 años de República, el país ha tenido 67 gobiernos, alrededor de uno por año.
NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21
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