Según diferentes analistas, si hoy existe algún punto de conflicto comparable a lo que en la Guerra Fría era el muro de Berlín, este sería el estrecho de Taiwán. En este punto se encuentran, protegiendo sus propios intereses, dos superpotencias con capacidad nuclear, la República Popular China (China) y Estados Unidos (EE.UU). Por ello, toda acción que se lleve a cabo conlleva una serie de consecuencias que influyen en la estabilidad de la región de Asia-Pacífico.
La confrontación de los intereses de EEUU y China supone un riesgo constante de desestabilización en la región, además este aumento continuo de las tensiones podría provocar serios daños comparables a la crisis económica del 2008. El control de Taiwán por parte de China, la cual lo reclama como parte integral de su territorio, supone el principal motivo de tensión entre ambos países. Ya que su dominio implicaría una mejora de la posición estratégica china en la región, y facilitaría la proyección internacional de la marina del Ejército Popular de Liberación. En caso de conseguirlo, sería un duro golpe a la credibilidad de la capacidad defensiva de los aliados de EE.UU. A todo esto hay que añadirle las declaraciones llevadas a cabo por el presidente Xi Jinping diciendo que la “reunificación” de Taiwán “debe ser completada” “de una manera pacífica” , lo cual no ayuda a relajar las tensiones.
De esta forma, preservar el statu quo es de vital importancia para la estabilidad y la seguridad en la zona en el corto y medio plazo. En este contexto es donde las capacidades de las potencias regionales cobran importancia, incluida Japón.
A pesar del pasado colonial de Taiwán con Japón, ambos cuentan con muy buenas relaciones, no solo económicas, sino también políticas, lo cual está permitiendo la constitución de una estrecha alianza con importantes consecuencias para la región.
La época de la colonización japonesa
La isla de Formosa, como también es conocido Taiwán, se transfirió a Japón tras la firma del tratado de Shimonoseki en 1895. A pesar de un breve intento de independencia, en general la colonización de la isla fue pacífica, siendo el primer lugar donde los japoneses implementaron su modelo de colonización. La no resistencia a la ocupación y la colaboración de la población con el nuevo gobierno permitió al gobierno japonés desarrollar la economía de la isla, llegando a convertirse en uno de los lugares más prósperos y desarrollados de Asia oriental. Taiwán fue la excepción a las represiones que los japoneses ejercían sobre sus colonias.
Antes de la devolución de la isla en 1945 a la República de China, los responsables políticos habían conseguido modernizar la economía de la isla. Mediante la pronta electrificación se desarrolló una potente industria que favoreció la expansión del comercio mediante las exportaciones, sobre todo con Japón. Además, se introdujeron técnicas modernas de cultivo y se desarrolló la red de ferrocarril, llegando a multiplicar por diez su extensión. Esta época de desarrollo es lo que muchos taiwaneses aún recuerdan de la ocupación colonial.
Las relaciones posteriores
Tras el estallido de la Guerra Fría y la división del mundo en bloques, el gobierno que se había formado en la isla, independiente de la china continental gobernada por Mao (1949-1976) se situó junto al bloque Occidental. EEUU y otros países occidentales, entre ellos Japón, apoyaron la candidatura de su gobierno para representar a China diplomáticamente siendo país fundador de las Naciones Unidas (ONU) y su entrada en otras organizaciones internacionales.
Este reconocimiento se mantuvo hasta el Comunicado Conjunto de 1972, por el cual se restablecieron los lazos diplomáticos entre Tokio y Pekín, siendo este el único gobierno legal de China. Sin embargo, los intercambios con Taiwán no cesaron a pesar de no contar con un reconocimiento oficial. Durante este tiempo, grandes multinacionales japonesas deslocalizaban su producción a Taiwán, puesto que el coste de la mano de obra era menor que en Japón. Estas deslocalizaciones siguieron contribuyendo a la transformación de la economía, siendo las bases del actual éxito tecnológico de Taipéi, líder mundial en la producción de semiconductores.
Debido a que China es el mayor cliente para las empresas de Japón y mantienen, a pesar de sus diferencias políticas, buenas relaciones económicas, en Tokio han tenido mucho cuidado para no enfadar a Pekín, declarando en repetidas ocasiones que «respeta y comprende plenamente la postura» de que Taiwán es una «parte inalienable del territorio de la República Popular China», aunque nunca expone claramente su propia postura. Los sucesivos gobiernos japoneses incluso trabajaron activamente para reprimir cualquier declaración pública de apoyo a Taiwán dentro de sus filas. Por ejemplo, en noviembre de 1999, el Ministerio de Asuntos Exteriores japonés reprendió públicamente al gobernador de Tokio, Ishihara Shintaro, por referirse públicamente a Taiwán como un «Estado», denigrándolo como un mero «funcionario local» sin capacidad para hablar en nombre del gobierno.
Las relaciones en materia de seguridad
Además de la cooperación en materia económica, es en materia de defensa y seguridad donde ambos archipiélagos están ahondando sus relaciones. Todo motivado por el creciente nacionalismo de Pekín y sus cada vez más hostiles declaraciones que amenazan la estabilidad de la región. El nuevo primer ministro japonés elegido tras la victoria del Partido Liberal Democrático (PLD) en octubre del 2021, Fumio Kishida, pretende continuar con la política aplicada por sus predecesores de estrechar lazos con Taipéi.
Algunas muestras de este nuevo giro en las relaciones que se han dado en el año 2021 son una reunión trilateral Japón-Taiwán-EE.UU. en julio de 2021; la inclusión en el libro blanco de defensa de Japón referencias a Taiwán; y varias declaraciones de apoyo a Taiwán por parte de líderes políticos japoneses. China ha criticado las declaraciones japonesas por considerar que interfieren en sus asuntos internos y perjudican las relaciones entre ambos países, a pesar de la naturaleza no oficial de las relaciones entre Tokio y Taipei.
Esta política parece estar orientada en la defensa de Taiwán debido a su importancia para la defensa del archipiélago japonés, como ha destacado el Ministerio de Defensa de Japón. Motivados por las crecientes tensiones que se viven en la región, Tokio está desarrollando el plan Ishigaki. Consiste en a construcción de una base militar donde desplegar entre 2022 y 2023 misiles antiaéreos con la excusa de proteger las islas Senkaku de las provocaciones chinas. Esta base además permitiría facilitar la ayuda a Taiwán, puesto que dicha base podría ser utilizada también por el ejército americano que tiene desplegados cerca de 50.000 efectivos en la base militar de Okinawa. Esto se debe a que, de momento, el gobierno japonés no ha conseguido modificar su constitución pacifista, la cual le impide desplegar sus propias fuerzas en el extranjero.
Conclusión
La no oficialidad de las relaciones entre Japón y Taiwán no ha impedido el acercamiento entre ambos países. Esta cooperación representa la primera barrera dentro de las estrategias impulsadas por la administración Biden (2021) para contener el expansionismo chino en sus diferentes ámbitos.
La nueva administración japonesa está aumentando sus acciones como potencia regional. Por ello, Tokio podría fomentar la cooperación con Taiwán dentro del Diálogo Cuadrilateral de Seguridad (Quad), que incluye a Australia, Japón, India y Estados Unidos. De esta manera, el primer ministro Kishida mantendría la alineación de su país con la estrategia Indo-Pacífica Libre y Abierta. Además, ambos países son importantes actores en el campo tecnológico. Liderar la carrera tecnológica regional tendría una relevancia en la geopolítica, ya de por si complicada, de una región en tensión.
Habrá que observar los movimientos que lleve a cabo Pekín, puesto que esta tendencia no ofrece más que ventajas para las estrategias de Washington y Taipéi.
NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21.
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