El río Dniéper con 2.287 kilómetros de largo es considerado el cuarto río más grande de Europa. De su caudal, actualmente, parece depender el inicio de una nueva etapa en la guerra de Ucrania.
En el momento de redacción de este artículo, han transcurrido muy pocos días de las alarmantes imágenes sobre desplazamientos militares de Rusia hacia la frontera con Ucrania y un llamativo aumento de las hostilidades, que de nuevo parece echar por tierra el alto el fuego fijado conforme a los Acuerdos de Minsk II en 2015. Este es el rutinario escenario que ha impregnado durante siete años el conflicto, en el que ambas partes se acusan mutuamente de ser los causantes de los choques armados y las consiguientes pérdidas materiales o de vidas.

Es de sobra conocida, la necesidad de Rusia de mantener su presencia en la península de Crimea, especialmente, por la importancia de su extensión y salida hacia el Mar Negro. De ahí la existencia de la base naval de Sebastopol, sede de la Flota rusa del Mar Negro, desde 1783, cuando la emperatriz Catalina La Grande anexó al imperio los territorios de Crimea, entendiendo el valor geoestratégico que tenía la península.
Pero más allá de tal circunstancia, debemos ir a hechos de índole económica que generalmente son las causas de una crisis de esta magnitud para encontrar algunas respuestas. Ciertamente, en la península de Crimea existen importantes reservas de gas natural y de petróleo, que constituyen un alto valor energético. Sin embargo, aproximadamente el 60% de la producción económica de esta región proviene del sector agropecuario (cereales, hortalizas, frutas, ganado), que según representantes rusos, se estiman en unas 120.000 hectáreas de tierras cultivables. No en vano, Ucrania es considerada como el granero de Europa, invirtiendo en la última década ingentes recursos para ello y Crimea como parte integrante de ella, no era la excepción hasta el año 2014, cuando, tras ser ocupada por Rusia, acoge un referendum, se declara independiente y posteriormente decide anexarse a Rusia.

Esto nos lleva a una de las consecuencias de la anexión rusa de Crimea, el gobierno de Ucrania nunca ha aceptado tal situación y como medida de presión decidió en 2014 cerrar el paso de agua por el canal de Crimea del Norte, que no es más que un enorme acueducto a cielo abierto construido durante la vigencia de la era soviética específicamente en 1971, que tiene por finalidad proporcionar agua para los cultivos en la península de Crimea. Proveniente del rio Dniéper, hasta el año 2014 se estimaba que entre el 80% y el 85% del agua que se consumía en Crimea provenía de dicho canal, es decir el agua del Dniéper constituye la base de la producción agroindustrial en Crimea y sin ella su desarrollo se antoja difícil. Por lo que, ineludiblemente, la sostenibilidad de la economía de la península depende del agua de dicho río. Cabe añadir que, en los últimos meses del año pasado y a principios de éste, se ha publicado información, manifestando que, tras cierre desde hace 7 años, el mismo canal de Crimea del Norte se encuentra prácticamente inoperante y su uso requeriría meses de acondicionamiento para su puesta en uso, por lo que aparentemente su uso inmediato es imposible, sin acometer obras de recuperación de la infraestructura.
De esta manera, actualmente Crimea solo cuenta con los recursos hídricos propios, pero ante un año altamente caluroso en la región como fue el año 2020, no ha sido posible que los embalses de la zona pudiesen reponer las cantidades entregadas para uso agrícola o como dotación de agua potable a la población, llegando a niveles críticos de reducción en la cantidad de agua almacenada. Ello ha traído, en los últimos meses del año, diversas menciones en medios de comunicación sobre restricciones en el servicio, por lo que la población solo recibe agua en sus hogares 3 horas por la mañana y 3 horas por la tarde. Rusia considera esto como un crimen humanitario y evidentemente tendrá consecuencias adversas para la economía en los meses venideros, la propuesta del gobierno de Putin ha sido la de instalar una serie de plantas desalinizadoras, para convertir el agua de mar en potable o apta para el riego, pero ante la situación económica que actualmente afronta Rusia, parece poco probable que ello cristalice como salida al problema presente.

Lo anterior nos deja en un escenario de la imperiosa necesidad para Rusia, de conseguir una pronta respuesta a tal problema y obtener un paso continuo y seguro del agua del río Dniéper hasta Crimea. Pues las consecuencias económicas y sociales en caso de no hacerlo, serían muy graves en la península, pero peor aún, el presidente Vladímir Putin podría empezar a ser considerado como incapaz de resolver los problemas de Rusia y perder su papel hegemónico en la región.
Ante la actual situación económica y actual en Rusia, es más que probable que Putin se vea tentado de resolver este problema, que afecta directamente a su imagen ante la opinión pública, con una postura de fuerza. Ello podría incluir la entrada de un fuerte contingente militar para tomar parte el sureste de Ucrania, para lo cual, aparentemente, contará con una importante ayuda de Bielorrusia, que es uno de los pocos países en el mundo que valida la anexión de Crimea a Rusia. Actualmente, se están desarrollando maniobras con sus fuerzas aerotransportadas en Brest, que amenazan directamente la integridad de Kiev en caso del inicio de hostilidades. Esta aparente amenaza se debe a la necesidad actual del gobierno de Bielorrusia de una apoyo directo de Rusia, para mantenerse en el poder y habría que analizar hasta dónde puede llegar su compromiso en esta situación.
La apuesta de Rusia, aparenta ser el llegar a las riberas del rio Dniéper y hacerse con el control de las aguas en la zona de Nueva Kajovka, región del Oblast de Jerson, que incluye el embalse de Kajovka. Este escenario es sin lugar a dudas económicamente más rentable para el gobierno de Rusia, que la instalación de plantas desalinizadoras en Crimea, al proporcionarle acceso al agua que requiere eliminando el bloqueo impuesto por Ucrania en el Canal del Norte de Crimea. A su vez, accedería a excelentes territorios y puertos fluviales en el Oblast de Jerson, en definitiva, ello traería el beneficio en caso de que se lograse el objetivo de mejorar la percepción de Putin como hombre fuerte. Sin embargo, supondrían un capítulo más de las violaciones del derecho internacional por parte de Rusia y un nuevo ataque a la integridad territorial de un país vecino, todo ello es más que probable que no quede sin consecuencias, algo que podría hacer que Moscú reconsiderara su deriva.

Por ahora la solución aun puede ser diplomática y conseguirse la reanudación del paso del agua hacia Crimea, ello reside en una posible intervención directa de Alemania y Francia, como parte de los Acuerdos de Minsk II. A la vez que la importancia de las intenciones de EEUU, que en los últimos días ha manifestado su apoyo sin condiciones a la integridad territorial de Ucrania. Si esto no llegase a se conseguirse, es posible una cruenta reanudación del último conflicto en Europa, bajo un formato de guerra híbrida dentro del planteamiento del General Valery Gerasimov, que en el caso de ocurrir debe llevar a un análisis más profundo del mismo.
El río Dnieper está contaminado a tal punto, saturado de algas, que requeriría una oxigenación intensa para recuperar la vida de peces, lo cual pasaría a ser una riqueza importantísima. Además disminuiría la contaminación continuada que que convierte al mar Negro en una inmensa cloaca.