Durante los últimos diez años, los Estados Unidos han concentrado su política exterior en la región del Indo-Pacífico para tener una mayor influencia y salvaguardar sus intereses en la región, frente a una incipiente República Popular de China. Unos intereses que se vieron resguardados tras el acuerdo alcanzado entre la Administración Biden y los gobiernos de Gran Bretaña y Australia, en el que este último podía adquirir submarinos nucleares. Un trato que disgustó tanto a adversarios como aliados de EEUU, en especial a Francia.
EL ORIGEN DEL ACUERDO
Las implicaciones estadounidenses en esta región comenzaron a aumentar, luego de que el entonces presidente Obama impulsará su política «Pivot to the Pacific´´, para que EEUU reforzará sus relaciones bilaterales con sus aliados convencionales y crear una nueva red de alianzas en el Sudeste Asiático para poder «equilibrar la balanza’’ frente a actores regionales emergentes como es el caso de China, en el ámbito comercial, como el establecimiento del Tratado Transpacífico (TPP) o estratégico, al establecer las FONOP (Operaciones de Libertad de Navegación en el Pacífico) y el envió de más soldados al Pacífico.
Plan de Distribución de Tropas Americanas en el Pacífico (2012) (Congressional Research Service)
Pero con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, el panorama cambió drásticamente al considerar que su principal adversario es la República Popular de China y cuya máxima prioridad era contener al Gigante Asiático, presentando su proyecto «a free and open indo-pacific´´. Entre las medidas más importantes de su presidencia en relación con Asia fueron: el incremento de las misiones FONOP, especialmente en el Mar del Sur de China, aprobar en 2018 la ley ARIA, que permite una mayor colaboración estadounidense con los países del Sudeste Asiatico y el más importante, el restablecimiento del Diálogo Cuadrilateral de Seguridad (QUAD) en 2017.
Este último trata de una antigua iniciativa impulsada por Japón en 2007 para crear una organización de seguridad colectiva en el Pacífico, pero fracasa después de la retirada de Australia en 2008, encabezada en aquel entonces por Kevin Rudd, quien quería evitar tensiones con China. Aunque fue restituida en noviembre de 2017, para que Estados Unidos reforzara sus relaciones en materia de seguridad y defensa con Japón, Australia e India para constituir un bloque de contención frente a las aspiraciones de Beijing.
Actualmente con la presidencia de Joe Biden, el gobierno americano pretende continuar la línea iniciada con sus antecesores para hacer frente al Gigante Asíatico, en especial después de la desconfianza surgida tras los efectos de la pandemia COVID-19 y la Guerra Comercial iniciada durante la era Trump.
IMPLICACIONES FRANCESAS Y EUROPEAS EN EL INDO-PACIFICO
Inicialmente, la Unión Europea tenía pocas implicaciones respecto a las relaciones en la región del Indo-Pacífico. Sin embargo, este espacio comenzó a ganar más peso en las relaciones europeas, debido al crecimiento económico de los países asiáticos y la relevancia política que están ganando los mismos. A pesar de que la postura oficial de la Unión sea promover una mayor cooperación con China, varios países miembros comenzaron a enviar buques navales al Mar del Sur de China para reforzar los FONOP estadounidenses.
A principios de 2021, Alemania envió un buque de guerra al Mar del Sur de China, por vez primera en veinte años. Está también el Reino Unido, que, a pesar de estar fuera de la Unión Europea, fue el primer país del continente en reaccionar rápidamente sobre la disputa del Pacífico al mandar a su Portaviones el HMS Queen Elizabeth. Posteriormente, el gobierno británico anunció el despliegue permanente de dos naves al Indo-Pacífico. Por último, tenemos que resaltar el creciente papel de Francia en esta disputa dado que fue el país más golpeado por este acuerdo.
Francia cuenta con territorios de ultramar en los Océanos Índico y Pacífico respectivamente, por lo tanto, sus intereses en la región son bastante fuertes. Igualmente, la nación también envió buques para reforzar las misiones FONOP a comienzos de año, concretamente un submarino de ataque nuclear y su escolta al estrecho de Malacca. En estos últimos años, Francia ha sido el único país miembro de la Unión, que apela al reforzamiento de la presencia europea en la región para que pueda equilibrarse la balanza en la creciente polarización entre Washington y Beijing.
Bases militares francesas en el Indo-Pacífico (2021) (CSIS)
Con la llegada de Biden a la Casa Blanca, Macron vio una oportunidad para el Indo-Pacífico, y para que se puedan reestructurar las relaciones franco-americanas tras la Administración Trump. De hecho, Francia ha firmado diversos acuerdos de seguridad y defensa con diversos países de la región, entre ellos Australia. En 2016, Francia acordó con ese país, la venta de 12 submarinos de ataque de la empresa francesa Naval Group.
EL SURGIMIENTO DE AUKUS: EL NUEVO ACUERDO DE SUBMARINOS
El pasado 15 de septiembre de 2021, el actual primer ministro australiano Scott Morrison, junto con Boris Johnson y Joe Biden, anunciaron un nuevo acuerdo naval, que consiste en la adquisición de submarinos de propulsión nuclear por parte de Australia y una mayor colaboración trilateral en materia de inteligencia artificial, tomando en cuenta que Australia ha recibido muchos ciberataques en estos últimos años, la mayoría procedentes de China.
En ese mismo día, el gobierno australiano anunció unilateralmente la cancelación de su acuerdo con Francia, tras denunciar diversos retrasos en la entrega de los submarinos, al mismo tiempo en que denunció los sobre costes de estos. Durante el mes de junio, el parlamento australiano presentó un informe acerca de este acuerdo con Francia, en el que los costes para el país de estos submarinos pasaron de los 40 mil millones de dólares americanos a 60 mil millones. En ese mismo documento, el secretario de Defensa australiano auguró que Australia va a diversificar su red de alianzas para encontrar diferentes proveedores para compensar los retrasos franceses.
Biden anunciando junto con Scott Morrison (izquierda) y Boris Johnson (derecha) el acuerdo (2021) (The Japan Times)
Este anunció fue una sorpresa para todo el mundo, en especial para China dado que esta alianza confirma lo que lleva configurando Estados Unidos durante las presidencias de Obama, Trump y Biden, una alianza de democracias con el propósito de contener la creciente influencia del Gigante Asiático. Según el borrador de la futura Estrategia de Seguridad Nacional de Biden, China está ganando más influencia a nivel internacional, convirtiéndose en un actor más asertivo. Por ende, Estados Unidos tiene que potenciar sus capacidades económicas y militares, al igual que fortalecer y extender su red de alianzas para prevalecer en esta competición estratégica. Cabe resaltar que, durante el verano pasado, la vicepresidenta Kamala Harris hizo una gira por los países del Sudeste Asiático para contrarrestar el dominio de China, que actualmente es el mayor socioeconómico de esos países. Aunque, las capacidades militares americanas son superiores en la región.

Influencia de China (rojo) y Estados Unidos (azul) en el Sudeste Asiático (2021) (The Guardian)
POSTURA FRANCESA: RIESGO PARA EL ATLANTISMO
Tras hacerse público este acuerdo, el Elíseo denunció este acto como «una puñalada por la espalda´´, y la respuesta francesa fue llamar a consulta a sus embajadores en Canberra, Londres y Washington, respectivamente. Igualmente, los líderes de la Unión Europea manifestaron su solidaridad a Macron, denunciando «deslealtad y falta de transparencia´´, por parte de la Casa Blanca, acusando a Biden de continuar la unilateralidad de su predecesor.
El presidente Emmanuel Macron (segundo a la izquierda) sobre un submarino australiano en Sídney (2018) (New York Times)
Esta retirada tiene fuertes implicaciones, no solamente para la economía francesa, al perder un acuerdo de 60 mil millones de dólares. También hay serias repercusiones en el ámbito político. Francia ve esta decisión americana, como una oportunidad para reforzar la llamada «autonomía estratégica europea´´ , frente a las políticas de la OTAN, que las considera actualmente el gobierno francés, poco transparentes.
No obstante, el pasado 22 de septiembre, Macron sostuvo una llamada telefónica con el jefe de Estado norteamericano, en el que éste reconoció la falta de comunicación con Francia y sus aliados europeos a la hora de firmar el acuerdo de AUKUS. Ambos mandatarios acordaron una reunión bilateral en la cumbre del G-20 en Roma, para discutir detenidamente las relaciones franco-americanas y su papel en el Indo-Pacífico. Por lo que, un declive inmediato de las relaciones transatlánticas sigue siendo lejano.
CONCLUSIONES
La decisión de Biden de firmar un acuerdo de defensa entre Australia y Reino Unido, reafirma que el principal eje acción de la política exterior norteamericana es el Pacífico y que proseguirá con la tarea empezada por sus antecesores, que es intentar fortalecer el liderazgo de los Estados Unidos en esa región para salvaguardar sus respectivos intereses nacionales y contener el ascenso de China. La inclusión del Reino Unido en esta política presenta la posibilidad de extender el actual Diálogo Cuadrilateral de Seguridad, a un Diálogo Pentalateral, sumando a los actuales aliados estadounidenses (Australia, India y Japón). Posiblemente, puedan sumarse otros países como Corea del Sur o algún país de ASEAN, para conformar el bloque de países que aspira a formar Biden, para contrarrestar a la República Popular de China.
Respecto a las relaciones transatlánticas, no veo que estas sean deterioradas por AUKUS, ya que en estos últimos meses Europa ha estado reforzando su papel en el Indo-Pacífico, y no sería conveniente debilitar las relaciones con Estados Unidos, siendo este la principal potencia bélica sobre esa región, de la misma manera en que muchos países europeos tienen capacidades militares completamente limitadas, por lo que una ruptura de la OTAN supondría un duro golpe para la política de defensa de las naciones europeas. Por lo tanto, la Unión tiene que potenciar sus capacidades bélicas y evitar la ambigüedad respecto a sus relaciones con China.
NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21.
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