Pocos habían oído hablar de Mozambique antes del ataque terrorista en la ciudad de Palma, en la provincia septentrional de Cabo Delgado del pasado fin de marzo de 2021. Tradicional olvidado de la geopolítica internacional, Mozambique concentra todas las debilidades socioeconómicas desde una mirada occidental. País pobre económicamente hablando (Mozambique tiene el cuarto PIB per cápita más modesto del mundo superando solamente los de Somalia, Sudán del Sur y Burundi según el Fondo Monetario Internacional en 2021), tiene sin embargo hermosas playas y aún más enormes yacimientos de gas natural. Más allá de estas generalidades, hoy hacemos un balance de la actuación terrorista en este país del África meridional. ¿Cómo explicar el surgimiento del terrorismo en la región? ¿Cómo encararlo y cuáles serán las repercusiones posibles para el entorno regional?
Orígenes de una rebelión: ¿revuelta popular o insurrección yidahista?
La aparición del terrorismo en Cabo Delgado en octubre de 2017 ha planteado muchas preguntas sobre sus raíces. Antigua colonia portuguesa, Mozambique se independizó en 1975. Entre 1976 y 1992 se desgarró en una feroz guerra civil que no le permitió asentar un firme Estado de derecho, dejando así grandes porciones del territorio bajo el control de los guerrilleros de la RENAMO. Asimismo, el Estado, sea colonial o encabezado por el FRELIMO, el partido rival de la RENAMO, siempre ha sido cuestionado por los propios mozambiqueños. Lo mismo ocurre con el movimiento terrorista que azota actualmente el norte del país. Los partidarios de Ansar al-Sunna, literalmente «seguidores de la tradición» en árabe, también conocidos como Al-Shabaab, son integristas de una secta islámica que, no obstante, no tienen vínculos con los Al-Shabaab de Somalia.
Oriundos de varios países africanos, especialmente de Tanzania pero también de Uganda, de la República Democrática del Congo, de Kenia o del Sudán, y obviamente de Mozambique, son jóvenes radicalizados que fueron formados en las instituciones wahabitas de Arabia Saudita. De vuelta en Mozambique, ambicionan implementar una visión literal del islam basada en la ley de la sharia. Lejos de ser estrictamente religioso o político, el conflicto mozambiqueño actual tiene una dimensión civilizacional en la que las primeras víctimas son los musulmanes y, en menor medida, los cristianos.
Religiones en Mozambique en % (2017)
Cristiana | 59,8 |
Islamica | 18,9 |
Sin religión | 13,9 |
Otra | 4,8 |
Desconocida | 2,5 |
Pese a que en Mozambique existe aún una mayoría cristiana, los seguidores de la fe islámica están aumentando de forma notable en las últimas décadas. Censo de población 2017 – Instituto Nacional de Estatística – Governo de Moçambique).
Los mashababos juraron lealtad al Estado Islámico, que les prestó a cambio apoyo logístico y humano, enviándoles a partir del 2019 combatientes experimentados procedentes de África central. A pesar de ser objeto de toda la atención mediática actual, cabe resaltar que el conflicto en Cabo Delgado remite al menos al año 2007, momento en el que se manifestaron las primeras iniciativas violentas. Queda claro que los jóvenes que componen el movimiento Al-Shabaab forman parte de las clases populares de una región que nunca fue una prioridad de un gobierno central de Maputo distante de 2700 km de Palma. Sin perspectiva alguna, sintiéndose abandonados por el Estado, es muy probable que estos jóvenes vean en Ansar al-Sunna una posibilidad para realizarse como persona, lejos de la desocupación y de la pobreza.
Acabamos de mencionarlo, estamos en presencia de un movimiento civilizacional. Este grupo nunca hubiera nacido sin el propósito de imponer su visión radical del islam. Debido a una represión mayor por parte del Estado desde el 2015, el conflicto se está radicalizando y queda muy lejos de darse por concluido. Por último, aunque el conflicto mozambiqueño es anterior al descubrimiento del gas, ha ganado en protagonismo internacional con la actuación de las multinacionales en la región. El vigor del terrorismo en Cabo Delgado también se explica por la ausencia de redistribución de los réditos de la extracción minera, celosamente guardados por la élite corrupta en Maputo.
Enfrentar la amenaza: gobierno ineficaz y actuación de la comunidad internacional
La responsabilidad del gobierno está claramente comprometida en los últimos acontecimientos del conflicto. Si bien es originario de la provincia de Cabo Delgado, parece que el presidente Filipe Nyusi, reelecto fraudulentamente en 2019, no está a la altura de las circunstancias. Los servicios secretos mozambiqueños así cómo las fuerzas armadas, son continuamente superados por los terroristas. Aunque el gobierno asegura haber retomado el control de Palma a principios de abril, sus tropas cometieron crímenes de guerras al llevar a cabo numerosas violaciones de mujeres. Igualmente, el gobierno tendrá que explicar a los ya 700.000 desplazados por la crisis, las razones de su incompetencia estratégica y la inadecuación de su ayuda humanitaria ante el desastre actualmente en curso. La doble implicación de mercenarios rusos y sudafricanos, a petición del gobierno, tampoco ha registrado un avance significativo a favor del apaciguamiento. A diferencia del 2019, cuando la misma región de Cabo Delgado fue duramente golpeada por un doble ciclón, no se ha visto al presidente Nyusi en ningún lado, supuestamente por motivos de seguridad.
Por otra parte, es bien sabido que, en varias ocasiones, el gobierno impidió que los periodistas o investigadores documentasen lo que estaba en juego en Cabo Delgado. Responsable de décadas de subinversión, la clase política mozambiqueña nunca quiso que el mundo viera su impericia. Hasta ahora y, por este motivo, no ha referido a la ayuda internacional para hacer frente a la amenaza. Su incapacidad a federar la sociedad mozambiqueña en su conjunto, (tradicionalmente desilusionada en la capacidad de reacción de los caciques del FRELIMO) así cómo su ignorancia de las advertencias de la Iglesia y de los servicios de inteligencia es también notable.
Como suele pasar en dicha situación, la comunidad internacional se ha limitado a declaraciones de buenas intenciones, empezando por António Guterres, el secretario general portugués de las Naciones Unidas. Convocada con urgencia en Maputo, la Comunidad de Desarrollo de África Austral se ha pronunciado favorablemente para una intervención regional. Países como Botsuana o Sudáfrica, clara potencia regional del África meridional y dependiente del litoral mozambiqueño para sus negocios con el Océano Índico, abogan por una intervención multilateral que queda todavía por aclarar. El rol de Tanzania, como país fronterizo y cuna de muchos terroristas, será de igual modo fundamental.
Además, es importante resaltar el papel que podrían tener Francia y Estados Unidos en la resolución de la crisis. Con varios territorios suyos en el canal de Mozambique, destacamos las islas Dispersas del Océano Índico y el departamento de ultramar Mayotte, Francia no quedará inactiva en caso de que sus intereses vitales se vieran amenazados por el terrorismo. Con una base militar en Mayotte y su multinacional Total llamada a liderar el proyecto Mozambique LNG, Francia es el principal interlocutor militar en la región. En cuanto a los Estados Unidos, ya el departamento de Estado ha avisado que sancionará cualquier entidad financiera culpable de compromiso con Ansar Al-Sunna. Washington está presente en Mozambique con la petrolera ExxonMobil y mantiene acuerdos de cooperación militar con Maputo.
Finalmente, con motivo de su presidencia del Consejo de la Unión Europea para el primer semestre 2021, es deseable que Portugal, fiel colaborador militar de Mozambique, tenga un papel clave para potenciar la respuesta de Bruselas en un canal donde Mayotte es región ultraperiférica de la UE.
El terrorismo en el canal de Mozambique: una visión prospectiva
Los acontecimientos de Cabo Delgado nos invitan ahora a reflexionar sobre una eventual propagación del fenómeno terrorista a los países vecinos. Consideramos aquí los territorios de las islas Comoras, de Madagascar y de Francia. La presencia del islam en Madagascar remite al siglo XII con una notable expansión desde los años 2010. Asimismo, se estima que hasta el 15 % de los malgaches se ha convertido al islam en una isla históricamente animista y cristiana. En ausencia de censo oficial, seremos muy prudentes al concluir sobre la magnitud de la conversión. Al mismo tiempo, conviene observar que la creciente difusión del salafismo, sea en las Comoras (donde el 98 % de la población es musulmana) o en Mayotte, no ha propiciado el nacimiento de nuevos movimientos terroristas de corte yihadista.
El Canal de Mozambique y su entorno regional (Cimsec.org)
Si bien la sombra de un terrorismo endógeno en Madagascar parece ser un fantasma, su situación geoestratégica, del otro lado del canal de Mozambique, puede suponer un riesgo para su seguridad interior. En primer lugar, el país alberga una importante comunidad ocidental, eminente blanco para cualquier organización terrorista. En segundo lugar, el debilitamiento constante de un Estado corrupto, que difícilmente controla las regiones meridionales de la isla, podría favorecer la eclosión de nuevas células terroristas. Aún así, siendo una isla, la penetración de grupos terroristas exteriores al país, así como el despliegue de un terrorismo genuinamente malgache en el continente africano parecen poco probables, no obstante la presencia de malgaches radicalizados en Siria. ¿Será Madagascar el próximo teatro de actuación de Ansar al-Sunna? La descomposición del Estado malgache constituye indudablemente un terreno fértil para un nuevo asentamiento terrorista. Todavía, Ansar al-Sunna no ha manifestado interés por una isla que queda en la periferia del alboroto africano. Sin embargo, habrá que estar muy atento a la reacción del conjunto de la población malgache ante el fantasma de la islamización como generador de terrorismo. La comunidad musulmana podría encerrarse en sí misma. Al sentirse excluida, podría suscitar hipotéticamente un mayor resentimiento y aprensión.
A modo de conclusión, el conflicto en Cabo Delgado necesita una respuesta global por parte de Mozambique, de los países de la región, y de los actores externos. No sería conveniente limitarla a la vía militar sino más bien cimentarla mediante políticas económicas y sociales para agotar las fuentes del terrorismo que son el desempleo y la pobreza. Solo así el mundo acabará con una plaga que ya ha causado demasiadas víctimas.
Fuentes y referencias
CARDOSO Fernando Jorge, « Cabo Delgado: insurgentes, jihadistas ou terroristas? », Observador, 5 de abril de 2021.
HANLON Joseph, « A more complex reality in Cabo Delgado », New Frame, 24 de marzo de 2021.
PELLERIN Matthieu, « L’islamisation à Madagascar ». (Diciembre de 2016). Institut français des relations internationales (IFRI).
« Le Mozambique en crises ». (2020). Institut français des relations internationales (IFRI) – Direction générale des relations internationales et de la stratégie (DGRIS), Ministère de la Défense.
« Lisbon Talk – Guerra em Cabo Delgado: o papel dos atores externos », Portugal-Mozambique, Clube de Lisboa, 5 de febrero de 2021.