Con la caída de la Unión Soviética (URSS), Ucrania se vio inmersa en una grave crisis, tanto económica como política, y entrar en una organización supraestatal internacional como la Unión Europea (UE) sin ayuda exterior era inviable. Por eso, el país hizo grandes esfuerzos para intentar conseguir un auténtico Estado de Derecho, juntamente con la ayuda de la Comunidad Europea, que puso todo de su parte para promover democracias en los países del este. El primer acuerdo entre ambas partes se firmó en 1994, el Acuerdo de Colaboración y Cooperación, pero no entró en vigencia hasta el año 1998 con la aprobación por parte de los parlamentos de los Estados Miembros y del Parlamento Europeo. Entre la firma de este acuerdo y la “Revolución Naranja” se llevaron a cabo cinco cumbres entre representantes de Ucrania y de la Unión Europea.
La “Revolución Naranja”, fueron una serie de protestas masivas desencadenadas después de las elecciones de noviembre de 2004, que dieron la victoria al candidato Viktor Yanukovich. La oposición, formada por Viktor Yushenko y Yulia Timoshenko, y algunos gobiernos occidentales, no aceptaron el resultado de los comicios y acusaron al partido vencedor, el Partido de las Regiones, de fraude electoral. Todo ello desenbocó en unos nuevos comicios celebrados un mes después y que dieron la victoria al candidato pro europeo, Viktor Yushenko, con la ayuda de Yulia Timoshenko.

En el año 2010, se celebraron unas nuevas elecciones que dieron la victoria a Yanukovich. A pesar de no ser un candidato pro europeo, las relaciones entre ambos siguieron en buen pie. Durante el mandato del presidente Yanukovich y hasta noviembre de 2013, las cumbres bilaterales se fortalecieron hasta llegar a plantearse por parte del Parlamento Europeo la entrada del país a la Unión. Tanto por una parte como por la otra, se hicieron muchos esfuerzos para lograr el Acuerdo de Asociación.
Dentro de la tercera Cumbre de la Asociación Oriental, que se iba a celebrar en Vilna (Lituania) los días 28 y 29 de noviembre de 2013, se tenía que firmar el Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la UE, que a pesar de no garantizar la entrada del país a la Unión Europea, lo acercaba mucho a ella. Dicho acuerdo se basaba en una asociación comercial entre ambos, que consistía en el apoyo al crecimiento económico, la gobernanza y la cooperación sectorial. El Presidente Yanukovych, junto con el Parlamento, dominado por una coalición del Partido de las Regiones, el Partido Comunista de Ucrania y algunos diputados independientes, aprobaron una serie de leyes que eran mínimas para poder entrar dentro de la Unión Europea.
Pero de repente, una semana antes de la esperada firma, el 21 de noviembre, el Gobierno y el presidente Yanukovych cambian de posición drásticamente. El presidente denuncia las presiones, tanto políticas como económicas, de la Unión respeto el país, y a la vez ve más buenas las que vienen desde Rusia. Lo que motivó este cambio de postura fue, en primer lugar, la obligación de liberar los presos políticos, y en consecuencia su gran rival política, la ex Primera Ministra, Yulia Timoshenko, quien fue detenida en 2011 por abuso de poder cuando era la jefa del Gobierno. Y, en segundo lugar, los intereses opuestos de algunos oligarcas, los cuales dependen en gran medida del comercio con Rusia.
Hay que recordar también que la sociedad ucraniana está fuertemente dividida entre partidarios de la UE en el oeste y centro del país, y partidarios de Rusia en el este del país y Crimea. Todo ello, junto con la corrupción, los malos gobiernos y la situación de inestabilidad política en el país desde hacía décadas, desencadenó fuertes protestas conocidas como Euromaidán.
EUROMAIDÁN: KIEV EN LLAMAS
A pesar de la negativa del gobierno ucraniano a firmar el acuerdo, si que fueron firmados los Acuerdos de Asociación entre la Unión Europea y dos países del este, Georgia y Moldavia. Desde la UE se mostraban satisfechos por las protestas que se estaban dando en Kiev, en contra de la renuncia del gobierno a firmar el Acuerdo de Asociación con la Unión. Yanukovich por su parte, quiso entablar una reunión a tres bandas entre la Unión Europea, Ucrania y Rusia, pero las instituciones europeas se negaron.
El 21 de noviembre, en las calles de Kiev se aglutinaron miles de personas para protestar en contra del rechazo por parte del gobierno al Acuerdo de Asociación con la Unión Europea, que muchos ciudadanos lo consideraron el fin para llegar a ser una verdadera democracia. A más, los ciudadanos pretendían mostrar su malestar por el abandono del gobierno en las necesidades y problemas de los ciudadanos, y por la corrupción generalizada que sufría el país hacía años.

Las protestas se desencadenaron en la plaza de la independencia (Maidán Nezalézhnosti) de la capital. A medida que iban pasando los días, las manifestaciones se sucedían a lo largo del país, y en otras ciudades del mundo como Paris o Toronto. El 24 de noviembre se reunieron unas 75.000 personas en Kiev y empezaron los enfrentamientos entre la policía y los partidarios del gobierno (Titushki) contra los manifestantes. El 30 de noviembre las unidades especiales de la policía ucraniana (Bérkut), disolvieron un mitin de los partidarios de la integración europea, dejando decenas de heridos y siete hospitalizados. El primero de diciembre, se celebró una marcha convocada por los partidos de la oposición, que reunió medio millar de manifestantes y que acabó con la ocupación del edificio del Ayuntamiento de Kiev y de la Casa de los Sindicatos.
A partir del 11 de diciembre, cuando las fuerzas especiales entran de madrugada para desalojar la plaza, las protestas van en aumento, y en consecuencia, la ira de los ciudadanos que estaban a favor. Hasta que llegó un punto en que la plaza se convirtió en un fortín, o una trinchera de guerra, ya que se produjeron enfrentamientos violentos con la policía y el 22 de enero de 2014, conocido como “el día de la reunión sangrienta”, las fuerzas especiales atacaron a los manifestantes en los alrededores de la plaza y asesinaron a 3 personas.

Todo este clima de Guerra, fue propiciado por milicias de ultraderecha, contrarias al Gobierno y sobre todo a Rusia, conducidas por Pravi Sektor, la derecha radical ucraniana y por el grupo paramilitar C14, integrado en partidos como Svoboda, también de ultraderecha, que tuvo una fuerte presencia. La plaza estaba repleta de banderas rojas y negras, el símbolo de los nacionalistas ucranianos.
Durante el mes de enero y febrero de ese mismo año, se mantienen reuniones entre el gobierno y la oposición con la intervención de políticos europeos de Polonia y Alemania y con el Presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin. Se acuerda convocar elecciones en diciembre de 2014, pero la oposición exige elecciones inmediatas.
A partir del 18 de febrero, el gobierno de Yanukovych autoriza a las fuerzas especiales el uso de armas de fuego contra los manifestantes. Esta decisión conlleva que en los siguientes tres días, el número de muertos se eleve hasta 88 y si sumamos los asesinados hasta el fin de las protestas, hablamos de 113 muertos, a los que llaman “los cien celestiales” (Shveda & Ho Park, 2016).

El 21 de febrero la oposición y el presidente Yanukovych, firman un Acuerdo sobre la Regulación de la crisis política en Ucrania y convocan elecciones antes de diciembre, pero los manifestantes no aceptan el acuerdo y asaltan el Palacio Presidencial pidiendo la dimisión del presidente. Yanukovych abandona Kiev ese mismo día y se exilia en Rusia. El día siguiente el parlamento ucraniano aparta a Yanukovych del poder. Ucrania declara el retorno a la Constitución del 2004 y se convierte en una república parlamentaria, estableciendo como primer ministro interino a Arseniy Yatsenyuk y reconocida por los actores internacionales. El Euromaidán ha finalizado.
La crisis de Crimea
La península de Crimea fue cedida por la República Socialista Federativa Soviética de Rusia en el año 1954 a la República Socialista Soviética de Ucrania, a excepción de Sebastopol que permaneció bajo control ruso hasta 1978. Durante los años 90, a raíz de la desestabilización de la URSS, la República Autónoma de Crimea permaneció dentro de Ucrania.
La población de esta península, según el Servicio Estatal de Estadística de Ucrania en 2013, es predominantemente de etnia rusa, más del 50%, un 24% son ucranianos y solo un 12% son tártaros de Crimea. La lengua predominante en este territorio es el ruso, según una encuesta realizada en el 2004 por el Instituto Internacional de Sociología de Kiev, el 97% de los residentes la utiliza diariamente. Y en las elecciones presidenciales del 2010, Yanukovich ganó en la península.
Una semana después del final de las protestas conocidas como el Euromaidán, hombres armados sin identificación tomaron el Parlamento de Crimea y declararon que la península de Crimea era Rusia. Además, fueron tomados dos aeropuertos de la península y grupos nacionalistas de ambos bandos se enfrentaron en las calles. Ante esta situación, Rusia desplegó 150.000 soldados en la frontera con Ucrania y se hizo con el control de la península.

El 27 de febrero el parlamento de Crimea convoca un referéndum, que Kiev considera ilegal, para el 25 de mayo, pero el nuevo gobierno pro-ruso que acababa de tomar el poder decide que el referéndum se celebrara el 16 de marzo y con 2 preguntas claras:
- ¿Aboga usted por la entrada de Crimea a la Federación Rusa como una federación?
- Aboga usted por la restauración de la Constitución de Crimea de 1992?
Según medios rusos, el 96,77% de los ciudadanos de la península votó a favor de la entrada de Crimea a la Federación Rusa. Pero como se ha indicado antes, esté referéndum no fue reconocido ni por el gobierno de Kiev ni por ningún otro gobierno internacional. Dos días después de la celebración del referéndum, el 18 de marzo, Vladimir Putin firma el acuerdo sobre la entrada de Crimea a la Federación Rusa.
A raíz de la anexión de Crimea a Rusia, se desató el conflicto militar conocido como la Guerra del Donbass y que hoy en día aún sigue activa.
Actualidad política
Después del Euromaidán se celebraron unas nuevas elecciones presidenciales en mayo del 2014 que dieron la victoria a Petró Poroshenko, un candidato independiente pero pro europeo. Unas elecciones con polémica, puesto que los ciudadanos del este del país, de las regiones ocupadas por los prorrusos, no pudieron votar.

El programa de Poroshenko para el país se basaba en tres pilares fundamentales: “paz, seguridad y unidad”. Pero no logró ninguno de los tres. La crisis del Donbass siguió activa, y la población estaba harta ya de guerra. La otra cuestión a la que tampoco puso fin fue a la corrupción generalizada, dónde en el 2017 y según Transparencia Internacional, figuraba en el puesto 130 en el índice de corrupción percibida, a la altura de Gambia. A su vez, en el índice de democracia del 2018, figuraba en el puesto 84 de 167.
Todo ello le llevó a perder, en segunda vuelta, las elecciones del 2019 a favor del candidato del partido Servidor del Pueblo (Sluga narodu), Volodimir Zelensky, un cómico muy famoso en el país.

Zelensky ganó las elecciones porque no era considerado el candidato de las élites y no había estado metido en política, era la ruptura con el sistema político que venía dándose des de la independencia del país a raíz de la caída de la Unión Soviética.
En el plano, Zelensky prometió apoyar la difusión de la lengua y cultura ucranianas, pero sin prohibir la rusa. Intentar recuperar Crimea y no aprobar un estatus especial para las autoproclamadas repúblicas de Lugansk y Donetsk. Ha apoyado abiertamente a los soldados ucranianos que combaten en el frente en la guerra del Donbass y defensa firmemente una entrada del país a la UE, pero sin rodeos.
Un año después de que Zelensky asumiera el liderazgo del país, su popularidad ha caído drásticamente. El presidente ha cumplido algunas de sus promesas electorales como abolir la inmunidad parlamentaria, sustituir a muchos líderes provinciales y algún que otro ministro o mejorar la situación en el Donbass con los intercambios de presos o la reanudación de las conversaciones de Normandía.
Pero Zelensky, con el paso del tiempo ha sido visto, por muchos ucranianos, como el títere del multimillonario y antiguo socio del presidente, Ihor Kolomojsky. El ministerio del interior está ocupado por Arsen Avakov, una persona muy cercana a la extrema derecha y a batallones como el Azov y eso preocupa especialmente.
En términos económicos, el país sufrió un duro golpe a partir del 2014 a raíz de la crisis en el este del país, entre otros factores. El desempleo aumentó en casi un 12% en el 2018, uno de los más altos de los últimos años.
Ahora que el país se estaba recuperando de la debacle económica poco a poco, le ha impactado la crisis del Covid-19. El Banco Nacional prevé una caída del 5% en la economía, una inflación del 7% y una tasa de desempleo de casi el 10%.
Todo esto ha llevado a perder popularidad a Zelensky. En las pasadas elecciones locales de octubre, la participación cayó en un 37% y el partido del presidente solo consiguió la victoria en 2 municipios. Además, en una encuesta del Instituto de Sociología de Kiev celebrada este mes de noviembre, en caso de elecciones presidenciales ahora, Zelensky quedaría en tercer lugar con solo el 18,7% de los votos y ganaría el partido proruso Por la Vida con un 22,1% de los votos.
Autor: Jordi Solé. Estudiante de Ciencias Políticas en la UB, interesado en los conflictos internacionales.
*NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del autor o autores, sin que representen las ideas de Geopolítica XXI.
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