GUERRA CIVIL Y LUCHA POR EL PODER EN SUDÁN

por | Sep 12, 2023

EL LEGADO DE AL-BASHIR   Desde su independencia en 1956, Sudán ha experimentado de manera casi ininterrumpida una serie de pugnas por el poder que han sumido al país en una profunda crisis político-social de la que parece no recobrarse nunca. Una crisis que, si bien se remonta a los orígenes mismos de la nación, […]

EL LEGADO DE AL-BASHIR

 

Desde su independencia en 1956, Sudán ha experimentado de manera casi ininterrumpida una serie de pugnas por el poder que han sumido al país en una profunda crisis político-social de la que parece no recobrarse nunca. Una crisis que, si bien se remonta a los orígenes mismos de la nación, encuentra sus raíces actuales en el legado del que fuera durante 30 años su Presidente, Omar al-Bashir.


HISTORIA DE UN PAÍS FRACTURADO POR LAS RIVALIDADES INTERNAS

 

Sudán cuenta con una dilatada historia de conflictos militares y de golpes de Estado. Desde 1958, líder tras líder ha caído derrocado por oficiales de las fuerzas armadas, conocidas como SAF (por sus siglas en inglés; Sudanese Armed Forces) y que han detentado y detentan un enorme poder desde la independencia sudanesa. 

El primer golpe de Estado exitoso ocurrió en 1958 cuando el Primer Ministro Abdallah Khalil, elegido democráticamente en 1956, fue depuesto por el General Ibrahim Abboud. A raíz de una escalada de agitaciones sociales a partir de 1964, Abboud es obligado a dimitir en favor de un gobierno civil provisional y queda reemplazado por Ismail al-Azhari, quien trata de instaurar el orden en el país. 

Al-Azhari, sin embargo, que no disponía de apoyos políticos sólidos para ello, sería destituido a su vez en 1969 por el Coronel Yaafar al-Numeiry, marcando el fin de la segunda etapa democrática de Sudán y el comienzo de una dictadura que se extendería durante 16 años. La altísima inestabilidad política y social que acompañó al régimen de al-Numeiry todo ese tiempo, pero que se agravó especialmente en el último período como consecuencia de la guerra civil mantenida con la región del sur (que en el futuro desembocaría en la constitución de una nación diferente, Sudán del Sur) y de la hambruna, provocó como era de esperar una sangrienta sublevación militar que culminaría con el derrocamiento de al-Numeiry a manos del General Abdel Rahman Swar al-Dahab en 1985.

Lejos, no obstante, de lo que cabría imaginar, al-Dahab no tenía la intención de acaparar el poder para sí. Más bien, tras encabezar un Consejo Militar Transitorio y convocar elecciones, en 1986 traspasó el gobierno al Presidente Ahmed al-Mirghani y al Primer ministro Sadiq al-Mahdi. Gobierno que cesaría tan solo tres años más tarde debido al complot orquestado por el brigadier general de las SAF, Omar al-Bashir. Pero al-Bashir era una persona muy diferente a sus predecesores.

 

Al-Bashir anunciando en 1989 la Constitución de su Gobierno (Nofi)

 

COUP-PROOFING STRATEGY: EL GERMEN DEL CONFLICTO ACTUAL

Dado el patrón de derrocamientos que se había repetido desde 1958 con los sucesivos golpistas que habían ostentado el control de Sudán, Omar al-Bashir decide poner en marcha una estrategia que le evitara terminar como sus precursores. 

Esa estrategia recibe el nombre de «coup-proofing strategy» y consistía en fragmentar el aparato de seguridad del país para rodearse de una multitud de agencias militares y de inteligencia independientes entre sí y que fueran el contrapeso las unas de las otras. El objetivo era dificultar al máximo la posibilidad de tales agencias de organizar un golpe de Estado que tuviera como finalidad deponerle, en la medida en que la rivalidad y la falta de comunicación entre los distintos órganos de seguridad harían muy improbable una operación de esas características.

La coup-proofing strategy comienza con el reforzamiento de las fuerzas armadas sudanesas, las SAF, que al-Bashir emplea para contener y zanjar la guerra civil que desde hacía años se estaba desarrollando en el sur de Sudán. Al mismo tiempo, al-Bashir fortalece a sus servicios secretos, que conforman el National Intelligence and Security Service (NISS), y los utiliza para silenciar a sus opositores políticos, vigilar a la población y espiar al resto de cuerpos gubernamentales. 

Ahora bien, el punto de inflexión que vertebraría la estrategia de al-Bashir y que sentaría las bases del conflicto que se encuentra viviendo actualmente Sudán tiene lugar en el año 2003. Por ese entonces la región de Darfur, ubicada en el oeste del país, se ve inmersa en una conflagración por cuestiones raciales y étnicas entre dos milicias locales que amenaza con extenderse a otras partes del Estado al encontrarse el ejército combatiendo en el sur. Para poner fin a esta revuelta, el Presidente, sin embargo, adopta un curso de acción que no pasa por recurrir a las propias SAF para solventar el incidente, sino que de manera inesperada opta por apoyarse en una de las milicias combatientes para ello. 

El grupo paramilitar escogido para dicho cometido fue el de los yanyauid, que someten a sus adversarios con ayuda del Gobierno e inician una brutal represión civil que se salda con unas 300.000 muertes y con millones de desplazados. No contento con eso, al-Bashir designa a uno de los líderes principales de los yanyauid, Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como “Hemedti”  o “Hemayti” (“Mi protector”), como jefe supremo de un nuevo órgano militar destinado fundamentalmente a proteger al Presidente: las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés; Rapid Support Forces), constituidas en 2013. 

En aras de conservar la lealtad de las RSF, al-Bashir concede a Hemedti autonomía administrativa y financiera, y le permite tomar el control de algunas de las minas de oro presentes en Darfur, dedicarse al contrabando de armas y minerales con Chad y Libia, y gestionar sus tropas con total independencia. Tanto es así que autoriza a Hemayti a enviar a sus soldados a modo de mercenarios a conflictos de otros países, como Libia y Yemen, a cambio de dinero. Al igual que consiente que las SAF intervengan en la producción de armas y en el sector de telecomunicaciones de Sudán como vía para obtener financiación extra. 

 

Mapa Político de Sudán

 

La coup-proofing strategy, sustentada en ambos pilares debidamente domeñados y contentados gracias a las riquezas generadas por estos negocios, resulta pues efectiva y logra mantener a al-Bashir en el poder durante varios años más. Pero las fracturas sociales provocadas por la opresión y la pobreza terminarían conduciendo a la caída del Presidente más duradero que había tenido la nación hasta entonces.

 

DECLIVE DE AL-BASHIR Y COMIENZO DE UNA NUEVA LUCHA POR EL PODER

A partir de 2018 la situación en Sudán se torna en insostenible para la población en general y para Omar al-Bashir en particular. Aunque en un principio tanto las SAF como las RSF apoyan incondicionalmente al Presidente frente a las múltiples manifestaciones que se estaban produciendo a lo largo y ancho de todo el territorio nacional, en 2019 sendos cuerpos militares llegan a la conclusión de que el régimen de al-Bashir había tocado a su fin. Por ese motivo, el 11 de abril deciden aliarse y deponer a quien tras 30 años de gobierno había dirigido las riendas de Sudán, para instaurar un Consejo de Transición que preparara el camino en el retorno a la senda democrática con la convocatoria de elecciones. 

El Consejo de Transición estaba formado por representantes de la ciudadanía y del ejército, con Hemedti y el General Abdel Fattah al-Burhan, recién nombrado jefe de las SAF, a la cabeza. De acuerdo con el plan orquestado entre las partes con mediación de la ONU y de una coalición internacional, dicho Consejo ostentaría el poder durante 39 meses hasta la celebración de los comicios.

En un primer momento Hemedti y al-Burhan respetaron el pacto e instituyeron al político Abdalla Hamdok como Primer Ministro. Sin embargo, después de una serie de disensiones y de enfrentamientos con los dos militares, entre los que destaca un intento de golpe de Estado en octubre de 2021, Hamdok dimite en enero de 2022 dejando respectivamente a al-Burhan y a Hemedti como Presidente y Vicepresidente de facto del país. Pero este último tenía claro que ya no se contentaba con la segunda posición. 

 

Abdelfatah al Burhan (BBC)

 

Como consecuencia de la inmensa fortuna amasada durante años gracias a la explotación de las minas de oro, de su inmutable papel como hombre de Estado demostrado desde 2013 como líder de las RSF y de las buenas relaciones personales que había entablado con los dirigentes de Rusia, Egipto, China, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (EAU), Hemedti era consciente de que tenía la capacidad de adoptar un rol mucho más importante si cabe en la política sudanesa. La oportunidad para ello se presenta a finales de 2022.

 

CONCLUSIONES

La historia de Sudán y su devenir político están marcados por la impronta que han dejado en el país los sucesivos militares que se han disputado el gobierno desde 1956. Esta nefasta “herencia” política ha motivado que mandatario tras mandatario haya sido doblegado por un competidor al poco tiempo de su ascenso, hasta la entrada en escena de Omar al-Bashir. 

El período inaugurado por al-Bashir trajo consigo grandes cambios estructurales en el sistema de seguridad sudanés. La alteración más notable fue desde luego la introducida por su coup-proofing strategy con la creación de las RSF y la promoción de Mohamed Hamdan Dagalo, alias «Hemedti», como hombre clave del régimen, pues precisamente él sería la espada de Damocles que terminaría conduciendo al derrocamiento del propio al-Bashir. 

No obstante, la historia de Hemedti no concluye aquí. Como se verá en la siguiente parte de este artículo sobre la guerra civil en Sudán, dicha decisión de al-Bashir será igualmente crucial para los acontecimientos que está viviendo Sudán en la actualidad e incluso para los conflictos que están desarrollándose en otras regiones, como Ucrania. 


NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21.

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