En el debate entre una industria militar con estructura pública o privada se presentan varios argumentos a favor de ambas posturas. En este artículo se presentan y desarrollan algunos de estos argumentos y se trae a colación la tendencia económica del gobierno colombiano actual para concluir qué estructura tiene mayor viabilidad en Colombia.
En la primera parte de este escrito, se defendió la necesidad de una industria de defensa en Colombia, pues el contexto geopolítico justifica el desarrollo, uso y promulgación de una industria militar capaz de proveer al país de los componentes necesarios para proteger su soberanía. Sin embargo, al momento de ejecutar esta necesidad surgen preguntas sobre el carácter y estructura que debe tomar para ser efectiva y eficiente, es decir, ¿una industria pública o privada? Con este debate, se busca promulgar políticas que, en última instancia, permitan el crecimiento de una industria vibrante, competitiva, eficaz y de calidad para consumo del Estado local y el mercado internacional.
La literatura sobre el mejor modelo para la industria es mixta. Algunos analistas defienden la posición de que la industria debe ser completamente pública/nacionalizada, mientras que otros defienden lo contrario, se requiere de una industria privada para que sea eficiente e innovadora.

Top 20 compañías armamentísticas en 2017. Fuente: SIPRI
En defensa de la nacionalización
En términos generales, los Estados con economías desarrolladas y estables tienen un sector industrial de defensa (SID) del cual dependen para sus herramientas de guerra. Durante la guerra fría, los principales Estados con un SID eran Estados Unidos y la Unión Soviética, quienes aportaban armamentos a sus aliados y los usaban para defender sus intereses. En esta confrontación se enfrentó el modelo soviético, manejado por el Estado, y el estadounidense, manejado por la iniciativa privada.

Los más grandes exportadores de armas después de la Segunda Guerra Mundial (Fuente: Statista)
Cabe aclarar que la defensa de la nacionalización del SID supera la vinculación con los soviéticos, en el presente siguen habiendo preocupaciones con respecto al control de estas industrias y su uso incorrecto sin referencia a las ideas explícitamente socialistas de la URSS. El modelo estatal chino, por ejemplo, toma cada vez más protagonismo, pues es la segunda industria más grande después de Estados Unidos. Además, sería incorrecto pensar en el desarrollo de una industria de defensa liderada por el libre mercado como un fenómeno que ocurrió enteramente en Estados Unidos; hubo periodos de tiempo en los que altas barreras a la entrada del mercado impedían competencia en el sector, causando monopolios y distorsiones en los precios.
Con este dicho, no obstante, cada cual es un modelo para la nacionalización y la privatización, sus beneficios y sus costos.
Al considerar la nacionalización, hay cuatro argumentos hechos generalmente:
- El sector defensa no tiene la capacidad de operar como un mercado abierto, es decir, está muy lejos de ser un ideal de competencia del libre mercado.
- Un sector tan crucial para la defensa nacional no puede ser dejado a los mercados con sus ciclos económicos dejando vulnerable al Estado.
- La nacionalización contribuye a la “democratización” de la política exterior y otorga control a los votantes sobre recursos estatales para la defensa nacional.
- Las empresas privadas son corruptas y egoístas a tal nivel que se aprovecharan para ganar a costa de los contribuyentes.
En primer lugar, el mercado es incapaz de sostener las actividades de la industria, pues hay un solo comprador y es quien puede imponer barreras a la entrada, legales y económicas, que fomentan monopolios, duopolios y oligopolios. Además, debido a la escala y costos de las operaciones, no en un mercado que acepta competencia entre productores que no son pricer makers, es decir, que la empresas son tan grandes, que pueden imponer sus costos sin competir. De esta forma, incrementa la ineficiencia y los sobre costos.

Costos de la Guerra en Iraq para USA (Fuente: The Atlantic)
Más allá de la competencia y eficiencia, un sector tan valioso para el Estado no debe quedar a la merced de intereses privados. El Estado requiere de sus instrumentos de defensa que puede conseguir por sí solo sin depender de nadie, pues la dependencia cede poder. Esta crítica se enfoca en los riesgos de depender en individuos no interesados pasionalmente en la supervivencia del Estado, sino en su propio bolsillo que puede ser fácilmente comprado por otros.
La famosa puerta giratoria, donde oficiales del Estado pasan a empresas privadas y viceversa, dicen quienes hacen este argumento, fomenta la corrupción, pues se prometen beneficios a individuos dentro del gobierno a cambio de contratos y subsidios. Como la ganancia de los fabricantes de armas se hacen cuando hay guerras, defienden una política exterior “militarizada” concentrada en gastar recursos y vidas humanas para enriquecerse.
Liberales populistas, acusan a grupos de interés de distorsionar el mercado al empujar un mayor gasto en defensa y compra de equipos, aún con la ausencia de amenazas, de esta forma robando recursos que, se supone, vayan a la población. Con esta lógica, académicos como Peter Moore dicen que la nacionalización contribuirá a la democratización del sector, con mayor vigilancia ciudadana, que puede decidir a dónde van sus recursos – a la defensa o al sistema de salud o subsidios.
Por último, el problema de la corrupción es discutido constantemente. Se argumenta que las empresas privadas de todo tipo, pero particularmente las logísticas, le sobrecargan al Estado por sus actividades, imponiendo su interés económico sobre el Interés Nacional. Teóricos marxistas argumentan que hay grupos de interés y lobby que configuran los SID para ser la élite de la que el Estado depende y poder manejarlo en aras de absorber excedentes y mantener una demanda efectiva que continúe el sistema capitalista.
Para estos problemas, una industria de defensa nacionalizada puede ser la solución.

La puerta giratoria en números (Fuente: Breaking Defense)
En defensa de la privatización
Ahora, a pesar de los diversos beneficios que prometen los proponentes de la nacionalización, la privatización parece ofrecer aquello que la industria pública no puede resolver. Los argumentos a favor de un SID privado varían desde la desmitificación de las acusaciones por parte de teóricos de la nacionalización hasta la propuesta de mayores beneficios. Vale aclarar que un SID privado de igual manera implica una relación con el Estado como comprador, lo cual no necesariamente es equivalente a un modelo mixto y no se debe confundir con ello.
Cuando se tiene en consideración un SID privado, se toman principalmente los siguientes argumentos:
- Contrario a lo que se cree, los mercados no tienden a cometer graves errores, ya que a pesar de las ‘imperfecciones’ que puedan presentar, estas son naturales del proceso.
- Baja competencia en un mercado monopolizado por el Estado, implica el aumento de los precios, al tiempo que reduce la calidad, rendimiento e innovación.
- La industria privada supera la burocracia de la industria nacional al tener una mejor utilización y aprovechamiento del conocimiento tácito de sus empleados.
- Un SID privado se rige bajo el ideal de la máxima efectividad de los recursos ya que se busca conseguir utilidades.
En primer lugar, de acuerdo con la Escuela Austriaca de Economía, hay que considerar que los mercados son poco probables a fallar, incluso el mercado de defensa. Un mercado perfectamente competitivo se caracteriza por tener varios agentes (compradores y vendedores) que son tomadores de precios (es decir, que no influyen en los precios, y son lo contrario a los ‘fijadores de precios’), no hay barreras de entrada y salida de los agentes del mercado, y un perfecto conocimiento y racionalidad de todos los agentes acerca de todos los factores relevantes del mercado. Las ‘imperfecciones’ de las que se acusan a los mercados se definirían entonces como toda aquella situación en donde no se permite el cumplimiento de alguna o varias de las condiciones presentadas anteriormente. Sin embargo, los mercados pueden seguir funcionando a pesar de esas ‘imperfecciones’ que vienen incluidas en el proceso y en el funcionamiento de los mercados.

10 mejores compañías privadas de defensa (Fuente: Seeking Alpha)
Esto, contrario a lo que se piensa, promueve las ofertas de nuevos mercados, lo que genera competencia. Desde esa perspectiva, para aprovechar las nuevas oportunidades de lucro, las empresas emprendedoras entran en un proceso de ensayo y error que desemboca en actitudes competitivas, evitando así, y como se suele acusar a la privatización, la proliferación de los monopolios, duopolios y oligopolios.
Conocimiento tácito en la industria de defensa privada de USA | Fuente: Bloomberg
Por otro lado, la principal razón por la cual las industrias privadas suelen superar a las industrias públicas se debe a que estas últimas se basan en la burocracia, la cual obstaculiza el flujo de conocimiento tácito. El conocimiento tácito es principalmente aquel conocimiento, habilidades y destreza que adquieren las personas a través de la experiencia sin que este sea documentado. Al llevar a cabo ese proceso de ensayo y error que no pueden permitirse muchas industrias públicas, se adquiere experiencia y los conocimientos que se adquieren se impulsan en vez de verse retenidos debido al lento progreso que se puede llegar a dar en la burocracia. Este tipo de conocimiento es clave para poder desarrollar tecnologías avanzadas y complejas que permiten innovar. Por lo tanto, en un mercado descentralizado y con competencia que ofrece la industria pesada, es más probable que desarrolle la tecnología necesaria para el país, y poco a poco dejar de obtenerla de proveedores externos, lo cual genera más deuda y poca competencia, al igual que dependencia y retraso tecnológico.
Finalmente, la industria privada promueve y es impulsada por la mayor efectividad de los recursos, ya que se busca generar utilidades para la empresa. Por lo tanto, los mecanismos institucionales burocráticos pueden generar que los recursos no sean utilizados de la manera más eficiente y eficaz, toda vez que prima dicho principio sobre la efectividad de los recursos.
Mariana Mazzucato y Colombia
Aun con este continuo debate, y a pesar de la ventaja que parecen tener las empresas privadas, es necesario ser pragmáticos en el caso de Colombia. Gustavo Petro, el relativamente nuevo presidente de Colombia, tiene una ideología, una forma de ver la economía política, y una base de seguidores que esperan de él un programa por el cual votaron. Ninguno está dispuesto a aceptar la inversión en defensa sin justificación que concuerde con el programa ideológico previamente establecido.
Mucho del programa político y económico del presidente parece ir en contra del sector defensa y la financiación de equipo de seguridad para fortalecer la defensa nacional. Viendo la controversia por la compra de aviones Rafale C/F3 para reemplazar a los Kfir en envejecimiento, revelan la dificultad del gobierno para enfocarse en la defensa. La derecha en el país critica al presidente por hipocresía, pues arremetió en contra de Iván Duque, el expresidente de centroderecha, por la planeada compra que ahora ejecuta. La izquierda lo critica por desacatar los deseos de “la paz total”, la justicia social y por financiar la guerra en vez de programas sociales.
Aquí encaja una economista que sirve para la justificación de la inversión en defensa, una figura plantada en la izquierda keynesiana, y que el mismo Petro ha acreditado como fuente de ideas para la economía del país: Mariana Mazzucato. Aparte de todo su desarrollo académico, Mazzucato es principalmente conocida en el mundo como la economista del “Estado emprendedor” por su libro con el mismo título. En él, argumenta que el Estado, más allá de ser una fuente de ineficiencia y burocracia inútil, es un factor importante para la innovación, pues asume riesgos que el sector privado no tomaría. Es así como aparatos estatales han creado tecnología relevante como el GPS, que luego es adoptada por el sector privado, puesto a usos comerciales y mejorado a través de la reducción de costos y maximización de beneficios.

Componentes tecnológicos en productos Apple creados por entidades gubernamentales (Fuente: Start-Up Book)
Para ser pragmáticos, sin importar cuál preferencia ideológica se tenga o la conclusión de debates académicos, cabe promulgar para Colombia la nacionalización – como está en el presente – de las empresas de defensa hasta cierto grado. Mazzucato permite aliviar las tensiones políticas generadas por la inversión en defensa, por lo menos desde la izquierda del país. A diferencia de los neomercantilistas, Mazzucato no centra su argumento en el interés nacional o en el poder del Estado, sino, más bien, en la prosperidad humana. Esta inversión no tiene fines de defensa, principalmente, sino fines industriales y de justicia social que permiten el desarrollo de la población a través de la intervención estatal en el mercado.
Es por esta razón que el presidente Petro justifica los gastos en Cotecmar y otras industrias en términos económicos y no geopolíticos. El fortalecimiento del Estado para enfrentar a riesgos geopolíticos no convence a la izquierda, que ha rechazado, en gran medida, la fortaleza como medio para asegurar la paz, en especial en un contexto de similitud ideológica en el continente.
Que reine el pragmatismo
En esencia, a pesar de que haya buenos argumentos para la privatización, en el contexto actual del país, no es posible hacer tal transición. Por una parte, puede que las industrias locales no estén lo suficientemente desarrolladas, y que la inversión en R&D no haya logrado innovación suficiente para mantener naturalmente a un SID sin intervención estatal. Por otro, los imperativos ideológicos del gobierno, las críticas del espectro político y su responsabilidad ante sus votantes no permiten que pueda desviarse sin costo político recursos a la industria de defensa. Es necesario, entonces, que reine el pragmatismo en cualquier propuesta para el SID.
Mariana Mazzucato sirve de guía para la política en aras de hacerla plausible y para la legitimación de esta inversión con intenciones sociales y económicas, más allá de militares y geopolíticas. El tiempo dirá si este camino es sabio para cumplir cualquiera de sus objetivos. No se sabe todavía si la nacionalización promulgará justicia social o beneficios económicos ni tampoco si será efectiva para fortalecer las fuerzas militares o resguardar al país en la competencia geopolítica, regional y global. En últimas, es necesario mantenerse al tanto con el desarrollo de estas políticas, evaluarlas y decidir cuál es el mejor camino para el futuro de Colombia.
NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21.
Artículo escrito por Gabriela Rinthá y Salomón Soltau
Salomón Soltau es estudiante de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario en Bogotá, e investigador del seminario de investigación en Defensa, Seguridad, Conflicto y Paz en la línea de Privatización de la Seguridad y Defensa. Le interesan las relaciones económicas mundiales, y geopolítica y geoeconómica.
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