IRÁN VOTA ¿CONTINUIDAD O CAMBIO?

por | Jun 18, 2021

Las decimoterceras elecciones apuntalan la derrota de los reformistas y el giro hacia el ultraconservadurismo de línea dura en la política iraní.

Hoy 18 de junio de 2021 está prevista la celebración de las decimoterceras elecciones presidenciales de Irán desde su existencia como República Islámica. Tras la caída de la monarquía del shah Reza Pahlevi en 1979, se establece la doble legitimidad como una especificad nacional que caracteriza única y exclusivamente al sistema político iraní.

Los sondeos preelectorales apuntan que la facción política conservadora del país, encarnada en el actual jefe del poder judicial Ebrahim Raisi, pasará a primer plano como el sucesor de Hassan Rouhani. Las tensiones entre el poder ejecutivo y el Consejo de Guardianes por los criterios de selección establecidos para aprobar a los candidatos electorales dan cuenta de la batalla que existe dentro del mismo procedimiento electoral y del propio sistema político. 

Para entender el proceso electoral iraní, así como para analizar los resultados de la jornada electoral, es necesario no solamente prestar atención a los distintos candidatos y sus correspondientes discursos, sino también atender a las singularidades del sistema político iraní y al panorama político actual que enfrenta la República Islámica de Irán.

El sistema político iraní

Tras la revolución de 1979, Irán se constituyó como una República Islámica. Su singularidad deriva de la combinación de órganos propios de una teocracia autoritaria con otras instituciones que resultan de elecciones democráticas. Así pues, en el sistema iraní encontramos la figura específica de líder supremo, o “Autoridad Suprema de Liderazgo”. El ayatolá Ruholla Jomeini fue designado líder tras la revolución islámica, puesto que desde su muerte en 1989 ocupa el ayatolá Ali Jamenei. Es el jefe de estado y máxima autoridad político-religiosa del gobierno iraní.

Fuente: Atalayar.

No solamente es el guía religioso del régimen, sino que también interfiere en el funcionamiento de algunas instituciones. Es el encargado de nombrar al jefe de las Fuerzas Armadas, al presidente de la Radiotelevisión de la República Islámica de Irán y al más alto mando del poder judicial. Entre sus poderes se encuentra también el de aprobar las candidaturas de los postulantes a jefe de gobierno.

El poder legislativo lo detenta la Asamblea Consultiva Islámica (o Parlamento), que está compuesta por los representantes elegidos por el pueblo mediante elecciones directas y secretas. Es de donde surge el gobierno, encabezado por el presidente y donde reside el poder ejecutivo. Según la Constitución, el jefe de gobierno es la máxima autoridad oficial del país por detrás del líder supremo, ejerce su legislatura en periodos de cuatro años y solo puede ser reelegido consecutivamente una vez.

Otros dos órganos del sistema político iraní son, por un lado, la Asamblea de Expertos, entre cuyas funciones se encuentra la de validar ciertas decisiones tomadas por el poder ejecutivo o por el Parlamento y supervisar las funciones del líder supremo; y, por otro lado, el Consejo de Guardianes, dominado por los “principalistas”, el sector conservador de línea dura del régimen, que de acuerdo al principio 91 de la Constitución, salvaguardan los principios del Islam, supervisan las decisiones de la Asamblea Consultiva y las elecciones de la Asamblea de Expertos y del Presidente. Por tanto, son los encargados de aprobar o rechazar las candidaturas a la jefatura de gobierno.

Fuente original: Rapp, 2009 citado en Heeks y Seo-Zindy.

A este sistema de gobierno se le conoce con el término de vilayat e-fakih (gobierno de jurisconsulto o tutela del jurista islámico) y se refiere únicamente a la estructura de gobierno que Irán tiene desde la Revolución Islámica de 1979, que se caracteriza por la autoridad política y religiosa del clero chií y su interferencia en ciertas instituciones clave del estado. El sistema iraní es único en el mundo ya que es el líder clerical supremo (el fakih) es quien proporciona la tutela (vilayat) sobre la nación. Estas interpretación de la autoridad religiosa permite entender no solamente cómo funciona internamente el sistema de gobierno iraní, sino también atender la capacidad de Teherán de influir en las redes religiosas y políticas chiitas que se encuentran más allá de sus fronteras.

Los candidatos

El moderado Hassan Rouhani no puede presentarse a las elecciones de nuevo dada la limitación de mandatos establecida por la Constitución. Para estas elecciones, el Consejo de Guardianes aprobó la candidatura de siete candidatos a la presidencia del gobierno iraní de un total de 592 registrados

Entre ellos, se encuentra (de izquierda a derecha en la fotografía) el excomandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica Mohsen Rezaei, el jefe independiente del Banco Central de Irán Abdolnasser Hemmati, el exlegislador Alireza Zakani, el exgobernador provincial y único candidato reformista Mohsen Mehralizadeh, el político conservador y actual vicepresidente del parlamento Amir Hossein Ghazizadeh, el ex negociador nuclear Saeed Jalili y el conservador y actual jefe del poder judicial Ebrahim Raisi.

Fuente: Semana.

El Consejo de Guardianes de Irán eliminó la candidatura de todos los moderados que se postularon a la presidencia del gobierno, así como la de las 40 mujeres que también se inscribieron a las elecciones presidenciales. Todo parece apuntar a que el clérigo Ebrahim Raisi, que detenta el puesto más alto del poder judicial, como el favorito de los comicios de las elecciones. El mismo dispone del apoyo del actual líder supremo y, de hecho, se rumorea que está preparado para sucederle.

Lo cierto es que la situación económica de Irán por la depreciación del rial iraní durante el mandato del independiente Hemmati ha perjudicado a su imagen pública y podría eliminarle de la competición contra el designado al frente del poder judicial y aliado del líder supremo Alí Jameini, Ebrahim Raisi. Su ideología ultraconservadora y de línea dura podría cambiar el balance de política exterior del país hasta comprometer las relaciones con Occidente. Del mismo modo, su victoria en las elecciones podría complicar la situación de los derechos humanos del país, dado su papel como fiscal y presidente del poder judicial en múltiples casos de violaciones de derechos humanos.

De los siete cuyas candidaturas fueron autorizadas por el Consejo de Guardianes, dos de ellos, el único reformista de la carrera presidencial Mehralizadeh y el conservador Zakani, decidieron retirarse el último día de la campaña electoral, a falta de dos días para las elecciones. De hecho, desde el Parlamento iraní se instó a cuatro de los cinco candidatos conservadores a la presidencia que se retiraran a favor del otro conservador, y favorito para estas elecciones, Raisi. “En el momento en que se haga oficial la victoria electoral, los llamados “principalistas” tendrán en sus manos todas las instancias del poder, incluida la Guardia Revolucionaria Islámica”, señala la revista Política Exterior en su último Informe Semana.

Panorama actual

El gobierno iraní y el Líder Supremo se han mostrado preocupados por la participación ciudadana en estas elecciones. La tendencia a la baja participación es un indicio del desencanto de la población iraní con la clase política del país; y, para Jamenei, una amenaza para la posición de Irán en el mundo. Según señaló el líder supremo de Irán, “una alta participación dará mayor poder al presidente para utilizar el potencial del país”, escapar de las presiones externas y otorgar más legitimidad y “dignidad” al sistema político iraní.

Por otro lado, la crisis económica en Irán, la inflación y devaluación del rial iraní y la pandemia del Covid-19 no han hecho más que complicar la delicada situación en la que se encuentra el país, también agravada por las sucesivas sanciones económicas impuestas desde la Unión Europea y Estados Unidos. La retirada de la administración Trump del acuerdo nuclear con Irán de 2015 (JCPOA) y la vuelta a las sanciones han contribuido a dañar la economía de Irán, sus relaciones y su presencia en el escenario regional e internacional. 

Las sanciones y medidas restrictivas de la Unión Europea contra Irán por actividades de proliferación nuclear, como en respuesta a graves violaciones de los derechos humanos también han tenido graves consecuencias sobre la economía iraní y sobre las dinámicas de estabilidad internas del país, han dificultado las relaciones con los principales estados de la UE, al mismo tiempo que han servido “para legitimar al propio Estado y alentar un perfilado discurso nacionalista”, según los investigadores González del Miño y Hernández Martínez.

En definitiva, el pronóstico de las decimoterceras elecciones iraníes adelanta una derrota de los reformsitas y un control de los conservadores de las tres ramas del gobierno. La actitud política que se espera del conservadurismo de línea dura en el ejecutivo alerta con obstaculizar y tensar las relaciones con la Unión Europea y Estados Unidos. A pesar de que durante la campaña electoral, Raisi ha subrayado su intención de respetar el acuerdo nuclear de 2015 (JCPOA), se espera que un presidente conservador y de línea dura adopte un tono más hostil en sus relaciones con Occidente.


*NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21.

1 Comentario

  1. Jean Gabriel Latour Bentancour

    Creo que hay un montón de errores en cuanto a la interpretación de las corrientes políticas internas del régimen Iraní.

    Considerar moderados o reformistas a los ultraconservadores autoritaros y represores (como Rohani y su línea) por ser partidarios de acordar con EEUU es incomprensible.

    Lo mismo llamar conservador a líderes y sectores que dentro del régimen pueden ser considerados liberales (en lo social y político) por ser hostiles a EEUU y RU (Satán y el gran Satán según su visión) es mas absurdo todavía.

    Es verdad que los últimos son mas propensos a rechazar todo compromiso con los anglosajones.

    Pero en el contexto local son exactamente lo contrario a conversadores.

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