El conflicto en Oriente Medio continúa desangrando a la región y alterando el delicado equilibrio geopolítico. El gobierno de Benjamín Netanyahu mantiene su ofensiva militar, incluso mientras los procesos judiciales internos lo acorralan progresivamente. Paralelamente, la comunidad internacional —incluida una reciente comisión de la ONU— comienza a calificar sus acciones como crímenes de guerra e incluso genocidio, un término que abre un nuevo frente diplomático para Israel.
Pero la ofensiva no se limita a Gaza. Desde el 7 de octubre, seis países han sido alcanzados por ataques israelíes. El más reciente, Catar, donde el objetivo fueron negociadores vinculados a Hamás. Una operación que pone de manifiesto que, para Tel Aviv, la paz no parece estar entre las alternativas inmediatas.