Cuando China impulsó la Iniciativa de la Franja y la Ruta en 2013, muchos países en vías de desarrollo decidieron sumarse a este proyecto multimillonario para obtener una mayor inversión extranjera y una rápida modernización de sus respectivas infraestructuras. Sin embargo, lo que desconocían es que esos fondos resultaron ser queso en una ratonera.
LA RATONERA CHINA: LA RUTA DE LA SEDA
En 2013, el presidente chino Xi Jinping anunció ante el mundo entero la creación de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, en sus siglas en inglés) o también conocida como “La Nueva Ruta de la Seda”, que consiste en un proyecto de inversión con un presupuesto inicial de mil millones de dólares estadounidenses en diversos sectores estratégicos como infraestructuras, energía, comercio, tecnología, entre otros.
Los objetivos se resumen en estos puntos: incrementar el comercio y la inversión en los países de la BRI, crear zonas de libre comercio entre los países de la ruta, incrementar la cooperación financiera en la región para financiar infraestructuras, conseguir acceso a recursos naturales, fortalecer los sistemas de transporte en los corredores en la ruta, mayor intercambio cultural en la región.
La composición de esta ruta además se compone de seis corredores estratégicos entre China y terceros países, los cuales se ven reflejados en el siguiente mapa: 1) el Corredor con Rusia y Mongolia; 2) el Nuevo Puente Terrestre de Eurasia; 3) el Corredor entre Asia Central y Asia Occidental; 4) el Corredor con Pakistán; 5) el Corredor con Myanmar 6) el Corredor de la Península de Indochina. Adicionalmente se tiene que tomar en consideración los puertos que ha construido China en África y Asia y los puertos que ha adquirido en Europa.

Mapa de la Franja y la Ruta con sus rutas terrestre y marítima. Fuente: Clingendael, Netherlands Institute of International Relations (2021)
Una vez lanzada esta iniciativa, países de todo el mundo, especialmente naciones asiáticas y africanas, decidieron mostrar su apoyo a este plan debido a los préstamos sin intereses ofrecidos por el gigante asiático. Del mismo modo, en que estos ambiciosos proyectos pueden suponer la modernización de su sistema de infraestructuras y un reforzamiento de su comercio exterior. Actualmente, el proyecto de la Franja y la Ruta cuenta con una membresía de 147 países.

Miembros de la Nueva Ruta de la Seda. Fuente: Green Finance and Development Center (2022)
NEOCOLONIALISMO
El término neocolonialismo fue impulsado por el ghanés Kwame Nkrumah, quién lo describió como una forma de dominación que consiste en la utilización de otros medios que no impliquen en el empleo de la fuerza. Una definición equiparable a los proverbios de Sun Tzu expresados en el Arte de la Guerra, en especial el siguiente:
La hazaña suprema es derrotar al enemigo sin entrar siquiera en combate.
Sun Tzu
El Arte de la Guerra.
Esta hazaña ha sido replicada perfectamente por Beijing, ya que esta iniciativa global ayudó a expandir la influencia de China a nivel mundial, mediante la utilización de varios elementos de poder blando como el comercio o la industria, trayendo como resultado el debilitamiento de la influencia de Occidente en los países en vía de desarrollo. Actualmente, China supera a Estados Unidos como principal socio económico mundial.

Mayores importadores entre Estados Unidos (azul), Alemania (naranja) y China (rojo) Fuente: Merchant Machine (2020)
No obstante, esta creciente dependencia hacia el gigante asiático ha hecho vulnerables a diferentes países ante las pretensiones de Beijing. Como consecuencia de estos créditos concedidos por los bancos chinos, muchos países miembros del BRI terminaron endeudándose sin precedentes (posiblemente desde el periodo colonial europeo) con el Gigante Asiático, debido a su incapacidad de pagar sus altas deudas. Por lo que estas naciones se vieron obligadas a depender más de su socio oriental.
Por ejemplo, Venezuela consiguió varios créditos del Banco de Desarrollo de China, a cambio de que estas deudas sean liquidadas mediante la entrega de recursos naturales. Pero a medida en que la economía venezolana empeoraba, Venezuela se volvió incapaz de poder pagar su déficit comercial con el país comunista, llevando a la nación sudamericana a depender de flujos efectivos chinos y promulgar leyes antibloqueo que favorezcan la inversión de otros actores en sus actividades económicas, generando una mayor dependencia de este país hacia China.
De hecho, en caso de que el país prestatario no sea capaz de pagar la deuda en su totalidad dentro del plazo acordado, China tomará como pago, el dominio sobre todos los proyectos construidos mediante la financiación de créditos chinos, tal como ocurrió con el puerto de Hambantota en Sri Lanka en 2018, luego de que el gobierno fuera incapaz de pagar sus deudas, trayendo consigo una crisis política y económica, siendo el detonante del golpe de estado de 2022, en el cual China guardó un silencio absoluto.
Otro aspecto que destacar es que la mayoría de los proyectos realizados por la BRI es que no se utiliza mano de obra local para estos planes de construcción, en vez de eso, las empresas chinas contratan trabajadores de su propio país para ahorrar costes en empleabilidad. Igualmente, el empleo de trabajadores chinos en lugar de contratar empleados de los miembros de la Nueva Ruta de la Seda, contribuye a que estos no sean sometidos a la legislación laboral local.
Un ejemplo concreto, China invirtió millones de dólares en minas de cobre en Zambia y proporcionó maquinaria moderna para la extracción de este mineral. Pero el régimen de Beijing no sólo trajo máquinas para este trabajo, también proporcionó empleo a muchos mineros. Sin embargo, la procedencia de estos trabajadores no es zambiana, sino china. Una medida que como consecuencia generó una ola de desempleo masivo en el sector de la minería de Zambia. De la misma forma en que las autoridades locales denuncian una explotación sistemática por parte de los chinos, llegando incluso a declarar esto como una seria amenaza a su soberanía nacional.

Trabajadores chinos construyendo un ferrocarril en Nairobi, Kenia, prohibiendo la admisión al público. Fuente: China Global South Project (2018)
LA SITUACIÓN ACTUAL EN CHINA
El actual panorama económico está dejando una situación incierta a todo el mundo, y China no es la excepción. Actualmente el gigante asiático está atravesando dificultades en relación con la financiación de sus proyectos. Tras producirse la pandemia, varios bancos chinos decidieron congelar la concesión de créditos a países extranjeros, y apoyar económicamente el desarrollo de diferentes proyectos, única y exclusivamente en el ámbito doméstico. Igualmente, hay una creciente preocupación en relación con los impagos de los préstamos concedidos a los países miembros de la BRI.
En 2022 según Rhodium Group, el valor de los créditos concedidos llegó a un total 52.000 millones de dólares estadounidenses, lo que equivale el triple del valor concedido en 2020 y 2021 respectivamente. Este problema obligó al gobierno a realizar condonaciones y renegociaciones de deuda, al igual que reducir las tasas de interés con algunos países que no han sido capaces de no estar al corriente de pago con las instituciones financieras chinas.

Creditos concedidos por China a diferentes regiones del mundo (2010-2020), valor en miles de millones de dólares. Fuente: BBC (2022)
Recientemente en agosto de este año, Beijing decidió condonar la deuda externa a un total de 17 países africanos, como un gesto de «buena fe». Pero la realidad como ya se ha expuesto con anterioridad, es prolongar al mayor posible el endeudamiento de estas naciones para que la influencia de Xi se mantenga en pie sobre las mismas. No obstante, la falta de transparencia por parte de las autoridades chinas dificulta el análisis de los expertos sobre la viabilidad de esta decisión adoptada.
También hay que considerar que la existencia del proyecto de la Franja y de la Ruta está condicionado por la situación económica del país. Por un lado, China está atravesando una crisis hipotecaria en el que muchos propietarios se rehúsan a liquidar sus préstamos a los bancos, que se estiman alrededor de 145.000 millones de dólares y en el que los proyectos de construcción están paralizandose, a medida en que cae la demanda de la vivienda.
Una crisis que se está acrecentando aún más con una caída del 6.4% de las inversiones inmobiliarias chinas durante el primer semestre de este año, un sector que representa un tercio de la economía nacional. Además, cabe mencionar que el gigante asiático está sufriendo una sequía histórica que no está siendo favorable a sus cosechas, al igual que los continuos confinamientos en las grandes ciudades chinas limitan cada vez más su actividad económica, sin mencionar los efectos de la Guerra de Ucrania. Según el último barómetro económico ofrecido por Forbes, China creció solo un 0.4% en el primer cuatrimestre de 2022 en comparación con el 5.5% del año pasado.
EL FUTURO DE LA RUTA
El Proyecto de la Franja y la Ruta sin duda contribuyó a un mayor fortalecimiento económico y geopolítico de Beijing a nivel mundial y sobre todo sirvió como instrumento para fortalecer el liderazgo del actual mandatario Xi Jinping. La Trampa de la Deuda ayudó al Gigante Asiático a ganar una mayor influencia, incluso a obtener un dominio directo sobre diversas infraestructuras que se construyeron gracias a los planes de construcción financiados por Beijing, unas conquistas que se consiguieron sin recurrir al uso de la fuerza.
Desafortunadamente, los planes a largo plazo nunca miden las circunstancias actuales. El BRI no calculó que se iba a producir una pandemia mundial, fenómenos naturales o una invasión rusa sobre Ucrania, tres factores que afectaron severamente la economía global y por consiguiente el comercio, que es uno de los sectores más fuertes de China. Igualmente, el panorama económico interno genera mayores retos para que China pueda continuar con la financiación y planificación de las infraestructuras del BRI, dificultando los planes del gigante asiático para seguir expandiendo su influencia mundial.
NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21.
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