En la actualidad, así como en el pasado, el poder un país se mide, entre otras cosas, por su proyección estratégica sobre los mares. Es por ello que muchos países del mundo, hasta ahora a la zaga de la inversión en industria de defensa naval, están aumentando sus partidas para dotarse de grandes fuerzas navales que les doten de poder e influencia más allá de sus fronteras terrestres y marítimas.
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Como en el pasado, el mar sigue siendo un vector de poder, un espacio necesario y esencial para desarrollar ambiciones económica
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