Desde su asunción en diciembre de 2019, el presidente argentino Alberto Fernández ha practicado una retórica progresista en su proyección hacia América Latina y el mundo; basada en los principios de la autonomía, la concertación regional y la mediación de la crisis venezolana. Ahora bien, a pesar de estos altos objetivos y con toda la predilección de Fernández por la fraseología latinoamericanista, los resultados hasta ahora han sido nulos. La estrategia ha sido la confrontación con Estados Unidos, Brasil y los países limítrofes; que no hacen más que profundizar el aislamiento argentino, al mismo tiempo que intenta crear un eje con México de dudosa realización.
