Desde el año 2010, Irán ha venido consolidando su influencia en la región del Próximo Oriente, especialmente a través de la expansión de su presencia en la franja chií que se extiende entre los montes Zagros, en Irán, y el Baltistán afgano. Este corredor, que abarca territorios de Irak, Siria y Líbano, ha sido estratégico para Teherán, tanto por su valor geopolítico como por su capacidad de proyectar poder militar en un área crítica.
La influencia iraní en esta franja ha crecido significativamente durante la última década, favorecida por la retirada de tropas estadounidenses de Irak en 2011 y más recientemente de Afganistán en 2021. Este vacío de poder ha permitido a Irán afianzar su control y extender su red de alianzas con grupos chiíes, como Hezbollah en Líbano y las milicias chiíes en Irak, estableciendo un frente de resistencia ante la presencia estadounidense e israelí en la
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