Una de las últimas decisiones tomadas por la Administración Trump en materia de relaciones exteriores fue el reconocimiento del Sáhara Occidental como un territorio soberano marroquí, lo que ha dado importantes alas a la causa que defiende Rabat en la sociedad internacional y que, por el momento, contaba con un recorrido diplomático limitado. En este sentido, será importante ver cómo la nueva Administración Biden gestiona la polémica decisión y cómo van a ser las relaciones entre Marruecos y vecinos regionales próximos como España (y, por lo tanto, la Unión Europea) o Argelia.
Las diferentes crisis económicas y sociales de cariz estructural que han asolado a innumerables naciones en las últimas décadas han cambiado la configuración de las relaciones políticas e interestatales. El descontento social ocasionado por la pérdida de poder adquisitivo y de derechos laborales a raíz del debilitamiento de las economías, tanto estadounidense como de la Unión Europea, originaron nuevos movimientos y tendencias políticas atraídas por los posicionamientos ideológicos más reaccionarios y populistas vistos desde la Segunda Guerra Mundial. La presidencia de Donald Trump al frente de la administración de los Estados Unidos de América ha supuesto un claro ejemplo de lo definido anteriormente.

La ruptura evidente de la concepción del multilateralismo desarrollada décadas atrás, y que la Comunidad Internacional aceptó como la premisa principal en el desarrollo de las relaciones interestatales, fue el primer pilar a derribar por el mencionado político, pues en un tiempo en el que la prudencia, la alerta y la inseguridad, sobre todo de los Estados Miembro de la Unión Europea, caracterizaban el nivel de confianza de éstos para con los Estados Unidos.

El grado de alerta se incrementó en la campaña electoral de los Estados Unidos, en la que Donald Trump comenzó a manifestar su descontento por una futura derrota electoral. Descontento que fue alimentando mediante mensajes que inducían a un presunto fraude electoral con el que agitaba y movilizaba a su electorado. Los decibelios de preocupación en las altas instituciones de la Unión Europea fueron traduciéndose en la manifestación inequívoca de la Unión Europea por disminuir su dependencia en distintos niveles de los Estados Unidos. La inestabilidad institucional y la polaridad ideológica se arraigaron en lo más profundo de la política estadounidense mientras que los aliados europeos cuestionan todo lo ocurrido temiendo que incidentes como el acaecido en el Capitolio fueran percibidos por la sociedad como herramientas legítimas para manifestar su descontento.
En esta coyuntura política en la que los aliados europeos han comprobado que los Estados Unidos de América no son del todo fiables, han considerado oportuno y urgente dar un impulso decidido por la llamada “Estrategia Autónoma de la UE”, concepto que no cesa de aparecer en cada uno de los discursos políticos e institucionales de los diferentes dirigentes de la Unión Europea, sobre todo del Alto Representante para la Actividad Exterior de la UE, Josep Borrell.

Comenzamos el análisis del conflicto del Sáhara Occidental con esta pequeña introducción ya que es de vital importancia conocer cuán débil y frágil es la relación bilateral entre la Unión Europea y los Estados Unidos.
La entereza de la decisión unilateral de la administración de Donald Trump de reconocer la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental puso en serios problemas a varios Estados Miembro de la Unión Europea.
España fue el principal damnificado por su condición histórica que le otorga la Organización de las Naciones Unidas de administrador de la región del Sureste del Sáhara Occidental. Situación que evidentemente no agrada al gobierno marroquí. Aunque también perjudica a la Unión Europea por los posibles problemas migratorios que pudieran producirse si Marruecos disminuye las medidas de control fronterizo como pasó en la crisis de Ceuta.
En el siguiente sentido, cuando Donald Trump anunció esta decisión los niveles de desconfianza de la Unión Europea para con los Estados Unidos se desbocaron. Esta decisión de reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el territorio en el que está instalado el pueblo saharaui se tomó en el final de la legislatura de Donald Trump, pues éste hizo anuncios a nivel geopolítico que han puesto a la nueva administración de Joe Biden en permanentes dificultades.
Para analizar los motivos concretos de esta decisión debemos remitirnos a los diferentes acuerdos firmados por Israel con diferentes países árabes (Emiratos Árabes, Sudán, Bahréin y Marruecos) con la mediación de los Estados Unidos. El objetivo principal de estos acuerdos fue el reconocimiento público del Estado israelí por parte de los países árabes firmantes de estos Acuerdos de Abraham y estabilizar las relaciones diplomáticas y comerciales. En el caso que nos ocupa, el gobierno marroquí solicitó como moneda de cambio que los Estados Unidos e Israel reconocieran la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, pues así lo acordaron y así lo hicieron. Estos acuerdos normalizaron las relaciones diplomáticas entre Marruecos e Israel, siendo de vital importancia los acuerdos de cooperación comercial firmados en materia de transferencia de tecnología desde Israel a Marruecos para el sector agrícola, en el sector de la educación, y también en el ámbito turístico permitiendo por primera vez vuelos directos Israel-Marruecos/ Marruecos-Israel.
Este movimiento fue un claro triunfo diplomático de la administración de Donald Trump beneficiando al gobierno marroquí y al israelí, pero perjudicó a otros países de vital importancia para los intereses de los Estados Unidos como puede ser España, y cuando hacemos referencia a este último, debemos hacerlo desde el punto de vista geográfico como frontera de la Unión Europea, lo que toca e involucra de manera directa a los intereses de los demás países de la Unión Europea.
Este triunfo político del Reino de Marruecos después de esta decisión, cambió su concepción de la diplomacia, centrándose en conseguir apoyos y aperturas de Embajadas y Consulados de diferentes Estados a cambio de la firma de acuerdos comerciales, sobre todo con países del África Subsahariana, pero también con países del Golfo. Este cambio de paradigma en la concepción de la diplomacia en el Reino de Marruecos, amenazó los intereses tanto de Argelia como de España, pues se encontraron la versión más expansiva y agresiva (desde el punto de vista diplomático) de un país que se está convirtiendo en una sólida potencia a nivel geopolítico y comercial.
MARRUECOS- ESPAÑA- ARGELIA
Una vez difundido el anuncio por el mismo Donald Trump en su cuenta de Twitter, Marruecos presionó a varios países de la Unión Europea para que siguieran la estela de esta decisión y se pronunciaran a favor de la soberanía marroquí del Sáhara Occidental, pues por ejemplo se instó a Francia (aliado estratégico esencial para Marruecos), a Alemania (concluyendo en la ruptura de relaciones diplomáticas entre ambos países), y a España. A la vista está que estas presiones no han conseguido en ninguno de los tres casos el objetivo perseguido por la administración marroquí.

Teniendo en cuenta que el apoyo más relevante y difícil que esperaba conseguir Marruecos fue el español. España, por tanto, se ha visto en una disyuntiva muy difícil de gestionar desde el punto de vista diplomático, ya que sabía en todo momento que si reconocía la soberanía de Marruecos sobre este territorio iba a tener una oposición feroz de todas las facciones que representan la política interna del país, pero también descontentaría al país argelino, aliado comercial de vital importancia para el suministro de gas. España importa entre el 40-45% del consumo total de gas procedente de las reservas argelinas, pues una decisión de este calibre podría provocar un corte de suministro por parte de Argelia. Es más, en estos días el ministro de Asuntos Exteriores José Manuel Albares ha visitado al país argelino para garantizar el suministro de gas a España después de que Argelia rompiera relaciones diplomáticas con Marruecos el mes pasado y comunicara que no renovarán el contrato del GME.
Pero tampoco podía mantener una posición beligerante para con Marruecos porque para España también es un aliado estratégico y comercial de vital relevancia, ya que las diferentes disputas diplomáticas entre ambos países fueron siempre conflictos que dinamitaron los intereses de ambos países, y dejaron la valiosa lección en el siguiente sentido, por mucha rivalidad que puedan tener en diferentes sectores, están condenados a entenderse, cuestión que no se pudo remediar en esta ocasión hasta el suceso y la crisis de Ceuta hace varios meses, y que tuvo como punto de partida el acogimiento de España de Ibrahim Gali, líder del frente Polisario. Después de la crisis de Ceuta en España, el presidente del Gobierno Pedro Sánchez, haciendo gala de su nuevo gobierno, cambió a la ministra de Asuntos Exteriores Arancha González-Laya por el ministro entrante José Manuel Albares. En este movimiento Marruecos vio un gesto de destensar el conflicto por parte de España, y eso se tradujo a que, en el último discurso del monarca marroquí, hiciera referencia a la disposición de Marruecos de abrir una nueva etapa de concordia con España y con la Unión Europea prometiendo coordinación entre todas las administraciones del Estado para poner solución a la inmigración y a reforzar los lazos para con España y la Unión Europea.
Hemos entendido entonces que en las relaciones internacionales cualquier decisión política acarrea consecuencias positivas y negativas. Esta decisión, sin duda, ha acarreado consecuencias nefastas, ha dinamitado por completo las relaciones diplomáticas del Reino de Marruecos y de la República de Argelia. Ante esta decisión, Argelia se puso en contacto con las administraciones de Donald Trump y posteriormente con Joe Biden con la intención de que se retrotraigan de la decisión y se vuelva al statu quo anterior. Petición que ha sido ignorada por el gobierno del expresidente Donald Trump pero que no ha sido ni aceptada ni denegada hasta el momento por el gobierno entrante. A su vez, Marruecos está presionando a la nueva administración para que se reafirme públicamente en el reconocimiento de Marruecos de su soberanía sobre el Sáhara Occidental. En este punto están las relaciones diplomáticas entre ambos países, pues este incidente ha desencadenado una escalada de reproches de los líderes políticos de ambos países demonizándose entre sí.

En el mencionado discurso del Rey Mohamed VI, dedicó la gran parte del mismo en transmitir un mensaje de hermanamiento al “querido país vecino”, Argelia. Ha revelado, por tanto, que Marruecos está dispuesto a cerrar la etapa anterior y abrir una nueva caracterizada por el diálogo y el entendimiento, pero en respuesta a este discurso la República de Argelia tomó la decisión de romper todos los vínculos diplomáticos con Marruecos. El principal motivo que explica estas dos reacciones, simplemente tiene que ver con el gasoducto GME que transita por Marruecos y proporciona gas a España y Portugal. Este contrato es importante para Marruecos y vence en el mes de octubre de este año.
La no renovación de este contrato afecta principalmente a la capacidad de influencia que tiene Marruecos para con España por ser un país de tránsito. Pero también afecta de manera negativa tanto a España por la inquietud de verse falto de suministro que agravaría aún más la crisis energética que ya está generando dificultades tanto en hogares como empresas. También es perjudicial para la propia Argelia, pues el gasoducto GazMed, por el momento sus conductos no poseen la capacidad suficiente como para transportar el gas del gasoducto GME que quedaría inoperativo si no se renueva el contrato con Marruecos.
Gasoductos argelinos y conexiones hacia Europa S&P Global Platts Analytics
En todo caso, veremos en qué punto quedan las posiciones de este triángulo de países que están condenados a entenderse, y cuáles serán las próximas reacciones y movimientos.
NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21.
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