Las islas del Dodecaneso, por su situación estratégica y por su importancia histórica para Grecia y Turquía, han estado en el centro del debate geopolítico en el Egeo. Si bien este debate pareció haber quedado arreglado en el Tratado de París (1947), en las últimas décadas, la militarización de las islas y la retórica maximalista han supuesto un dilema de seguridad para ambos estados.
El puzle del Dodecaneso en las relaciones turco-griegas
La Guerra de la Independencia de Grecia (1821-1829) condujo a la declaración del Estado-nación griego y su independencia en los Balcanes. Durante la Primera Guerra Mundial y la consecuente Guerra Greco-Turca (1919-1922), conocida como «Kurtuluş Savaşı» (Guerra de Independencia) en las fuentes turcas, Grecia y Turquía se encontraron de nuevo luchando entre sí en un conflicto que involucró a Gran Bretaña, Francia e Italia. La derrota de Grecia puso fin al conflicto sobre el terreno y el Tratado de Paz de Lausana delimitó las fronteras terrestres entre las partes.
En los primeros años de las relaciones bilaterales entre los dos Estados (1923-1940) se caracterizaron por la cooperación para resolver las cuestiones no resueltas en virtud de las disposiciones del Tratado de Lausana. Durante este tiempo, un acercamiento marcó las relaciones, firmando las partes el Tratado de Ankara para resolver las cuestiones relativas a la situación jurídica de la población griega que permanecía en Turquía.
Con el inicio de la Guerra Fría, Grecia y Turquía pasaron a ser miembros de la OTAN en 1952, lo que reforzó aún más la colaboración. Ambos vecinos ganaron importancia estratégica frente a la amenaza soviética en los Balcanes, el Bósforo y el Mar Mediterráneo.
Aunque el ingreso de Grecia y Turquía en la OTAN creó un marco institucional común para una cooperación más amplia, en Chipre se estaba gestando un conflicto que marcaría las relaciones durante muchos años. A finales de la década de 1930, el movimiento nacionalista griego Eoka ganaba impulso en Chipre, mientras el dominio británico perdía gradualmente su poder en el país.
Aunque el Eoka pretendía en un principio hacer frente al dominio británico y abogar por la unificación con Grecia (Enosis), la minoría turca de la isla también se convirtió en uno de los objetivos de la violencia política. Con la intensificación de la violencia en la isla, Turquía invadió la parte norte de la isla en 1974, lo que causó la división de Chipre y la ruptura en las relaciones entre Grecia y Turquía.
Además del conflicto de Chipre, a principios de la década de 1970 empezaron a surgir otras disputas, como los desacuerdos sobre la delimitación de las aguas territoriales, el espacio aéreo nacional, las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) y el uso de la plataforma continental en el Egeo y el Mediterráneo. Otra cuestión destacada era el estatuto jurídico y la propiedad de las islas e islotes cercanos al continente de Anatolia. Aunque algunas de estas islas habían sido cedidas a Grecia por el Tratado de París, su proximidad a Turquía generó debates a la hora de determinar las aguas territoriales y la ZEE en el mar Egeo, así como en el mar Mediterráneo. Además, el estatus desmilitarizado de estas islas, a las que la literatura turca suele denominar islas del «Egeo Oriental», ha sido otro importante conflicto entre Grecia y Turquía.

Mapa de Turquía con las fronteras redefinidas tras el Tratado de Paz de Lausana (United World International)
El periodo del AKP y la cuestión del Dodecaneso
La militarización del Dodecaneso en las últimas dos décadas ha sido uno de los principales focos de conflicto entre Grecia y Turquía.
La carrera armamentística, que se aceleró predominantemente en 2018 con el aumento de los ejercicios de exploración de gas de Turquía en las ZEE en disputa en el mar Mediterráneo, empujó a ambas partes a comprar armas para aprovechar sus posiciones estratégicas en la región. El acercamiento de Turquía a Rusia para adquirir un sistema de defensa aérea S-400 en 2019 y el acuerdo de Grecia con Francia para adquirir miles de millones de euros en armamento en 2020 puede interpretarse en este contexto.
La razón principal de la carrera armamentística es que ambas partes se consideran mutuamente como amenazas a la seguridad, principalmente sobre la base de diversas disputas (el problema de Chipre, las disputas sobre las aguas territoriales y las ZEE en el Mar Egeo y el Mar Mediterráneo, etc.). En este contexto, Turquía mantiene un gran ejército de entrenamiento en la región del Egeo en caso de un posible ataque militar por parte de Grecia, mientras que Grecia sigue suministrando armas y personal militar a algunas de las islas del Dodecaneso, teniendo en cuenta la amenaza a la seguridad que percibe Turquía.
Cabe destacar una diferencia particular en cuanto a las respuestas de Grecia y Turquía a las actuales tensiones en el Egeo y el Mediterráneo. Se puede argumentar que el compromiso de Grecia con la carrera armamentística dentro de la región depende principalmente del apoyo de los aliados occidentales, mientras que Turquía procede con la expectativa de establecer incluso nuevas alianzas siguiendo una política exterior multilateral. En este contexto, los esfuerzos de Turquía por establecer una relación pragmática con Rusia para adquirir sistemas de defensa aérea S-400 desempeñaron un papel importante en la tensión de las relaciones entre Turquía y Estados Unidos. En este sentido, la posición de Turquía en la OTAN y su compromiso con la alianza occidental se ha convertido a menudo en objeto de debate entre los Estados occidentales.
Para dar sentido a este periodo, en el que Turquía mantuvo su compromiso con la OTAN y empezó a buscar nuevas alianzas, sería conveniente considerar los cambios en la política interna y externa turca de los últimos 20 años. Este periodo, que coincide con los 20 años de gobierno ininterrumpido del AKP (Partido de la Justicia y del Desarrollo), debería evaluarse junto con las críticas de los líderes políticos del partido a la política exterior turca clásica, que seguía una línea de compromiso con los Estados occidentales. Por ejemplo, una de las cuestiones que se debatieron durante el periodo del AKP fue la insuficiencia de los logros diplomáticos de la primera época republicana (1928-1950). En este contexto, la cesión de las islas del Dodecaneso a Grecia en virtud del Tratado de París fue considerada un fracaso por las élites del AKP.
La militarización de las islas, un dilema en la OTAN
El armamento de Grecia en el Dodecaneso coincide con el aumento de la violencia política en Chipre y el inicio de la intervención militar de Turquía en la parte norte de la isla. La presencia militar de Grecia en las islas ha aumentado, y la tendencia al armamento se ha acentuado en las últimas décadas. Esta creciente presencia militar de Grecia ha estado acompañada del refuerzo militar de Turquía en la región del Egeo.
Durante la Guerra Fría, el paradigma de seguridad de Turquía se formuló sobre la base de una posible invasión soviética, y las partes del ejército nacional turco en la región de Tracia, así como en el Bósforo, eran el activo militar más importante de Turquía. Sin embargo, con el fin de la Guerra Fría, los cálculos de seguridad de Turquía se transformaron. Como los soviéticos ya no representaban ninguna amenaza militar, el paradigma de seguridad exterior se configuró con una amenaza militar de Grecia a la luz de las disputas existentes. Así, los oficiales militares y las élites políticas decidieron aumentar la presencia militar en la región del Egeo.

Devlet Bahçeli (presidente del partido ultraderechista MHP) mostrando un mapa con parte de las islas griegas del Egeo bajo una futura soberanía turca. DW
La posición central de Estados Unidos en la alianza de la OTAN desempeñó un papel importante en la resolución de los problemas entre Grecia y Turquía durante los años de la Guerra Fría. Dado que el mantenimiento de unas relaciones pacíficas entre Grecia y Turquía eran vitales para la preservación de la armonía dentro del flanco sur de la OTAN, los funcionarios estadounidenses llevaron a cabo una política activa durante la Guerra Fría para resolver las disputas bilaterales entre las partes por medios pacíficos. Sin embargo, las iniciativas diplomáticas estadounidenses, que sirvieron de puente entre Grecia y Turquía durante años, se interrumpieron con el fin de la guerra fría y la pérdida de la OTAN de parte de sus funciones.
El reciente levantamiento del embargo de armas de Estados Unidos a Chipre y su acuerdo sobre el comercio de armas con Grecia son vistos por los funcionarios turcos como una inversión de la relación basada en la igualdad entre ambos países. A la luz de estos acontecimientos, Ankara condenó los acuerdos de armas de EEUU con Grecia y Chipre el 17 de septiembre de este año, expresando su descontento con el curso de los acontecimientos.
En el contexto del debate sobre la desmilitarización de las islas del Dodecaneso, tanto Grecia como Turquía han enmarcado sus argumentos en la línea de los acuerdos internacionales. Por ejemplo, Turquía llamó la atención de la comunidad internacional sobre esta cuestión haciendo hincapié en que algunas de las islas del Dodecaneso fueron desmilitarizadas en virtud de ciertas disposiciones del Tratado de Lausana y del Tratado de París. Respectivamente, según la defensa de los políticos turcos, el artículo 12 y el artículo 13 del Tratado de Paz de Lausana de 1923 y el artículo 4 de su Convención anexa, confirmaban el estatus desmilitarizado de las islas del Dodecaneso. El artículo establecía así el estatuto desmilitarizado de las islas de Lemnos y Samotracia, situadas a la entrada de los Dardanelos.
No obstante, Grecia, aunque acepta algunos de estos argumentos, sostiene que el derecho a militarizar Lemnos y Samotracia fue reconocido por Turquía, de acuerdo con la carta enviada al Primer Ministro griego el 6 de mayo de 1936 por el entonces embajador turco en Atenas, Ruşen Eşref Ünaydın, siguiendo instrucciones de su Gobierno. Además, Grecia afirma que las islas de Mitilene, Quíos, Samos e Ikaria no fueron desmilitarizadas en virtud de ningún acuerdo. Con todo, admitiendo que las disposiciones del Tratado de París preveían la desmilitarización de las islas del Dodecaneso, Grecia argumenta que la decisión de desarme en el mundo actual ha perdido su razón de ser debido al cambiante panorama político, por lo que no tiene sentido seguir aplicando el estatus de desmilitarización de las islas.
Nuevas retóricas para un nuevo Egeo
La creciente tensión en el Egeo y el aumento de la militarización se ven de formas muy diferentes a ambos lados del mar. Si bien los dos estados han desarrollado una maraña de narrativas maximalistas, Grecia ha escudado sus argumentos en su propia interpretación del UNCLOS (United Nations Convention on the Law of The Sea), los tratados internacionales y en el lenguaje agresivo de las autoridades turcas. Turquía, por su parte, ha basado sus demandas en las amenazas de seguridad que supone la militarización de las islas, varias de ellas a menos de 10km de Turquía, llegando a reclamar su soberanía sobre las islas en caso de no respetarse la desmilitarización.
El año 2023 no sólo destaca por el centenario de la República de Turquía, sino también por ser el año en que se celebrarán unas elecciones decisivas para la historia del país. Estos dos acontecimientos convergen para ser un momento clave, y esto ha sido enfatizado por el AKP en los últimos años bajo su doctrina Objetivo 2023 (Hedef 2023). Al ser el centenario de la república es también el de la expulsión de los griegos de Anatolia y de la firma del Tratado de Lausana, por lo que, gracias al uso de la retórica belicista y a la utilización de la historia como herramienta política, Erdogan ha afirmado que el próximo año viene cargado de promesas de «poder, independencia y prosperidad«, habiendo llegado a afirmar en varias ocasiones que las islas pertenecen a Turquía.
Junto al «Objetivo 2023», la más importante de estas doctrinas nacionalistas es la de la Patria Azul (Mavi Vatan), ideada en 2006 por el comandante de la marina turca Cihat Yayci. Esta idea niega la UNCLOS (Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar), de la que Turquía no es signataria, y niega que las islas griegas puedan tener pleno acceso a la Zona Económica Exclusiva, manteniendo sólo las 12 millas náuticas correspondientes a las aguas territoriales. Según esta doctrina, Turquía tendría derecho a ampliar su ZEE a lo largo de su plataforma continental, negando cualquier reclamación territorial de Grecia o Chipre. Si bien esta doctrina es ajena a ideales políticos, los sectores más escépticos de Ankara con Occidente, incluido el propio AKP, la han adoptado.
Esta retórica ha empezado a plantear las islas como territorios ocupados que hay que liberar, y aunque sean sólo retóricas, el acercamiento del aniversario de la república plantea una base para el revisionismo histórico. Aunque a nivel interno esta teoría pueda unificar al electorado bajo la bandera de un proyecto maximalista de soberanía nacional, a nivel internacional es una causa creciente de fricción.
Mientras ambos Estados se acusan mutuamente de provocación, Grecia ha acusado a los F-16 turcos de violar el espacio aéreo griego sobre las islas, mientras que Turquía ha acusado a Grecia de acosar a sus aviones y de utilizar los S300 contra los aviones turcos. En esta escalada, que tuvo lugar en agosto, Erdogan acusó a Grecia de ser infiel a la OTAN por utilizar los S300. Desmintiendo esta idea, Vassilis Nedos, responsable de defensa del diario griego Kathimerini, ha afirmado que estos armamentos no se integraron en la defensa antiaérea griega porque fueron comprados por Chipre a Rusia, pero recomprados bajo presión turca por Estados Unidos, que los trasladó a Grecia. Ahora Turquía utiliza este debate para crear un debate simétrico y suavizar la controversia sobre su adquisición del sistema antiaéreo ruso S400.
Junto a esto, el debate sobre la militarización de las islas ha venido acompañado de un apoyo masivo de los medios de comunicación en línea que han denunciado la creación de bases secretas griegas en las islas, al tiempo que han defendido la soberanía turca sobre las mismas y los peligros de tener bases griegas tan cerca de la costa turca. El propio ministro de Asuntos Exteriores, Mevlüt Çavuşoğlu, declaró que militarizar las islas, que no deberían estarlo , pondría en duda la propia soberanía de Grecia sobre las islas. El presidente del MHP (Partido del Movimiento Nacionalista, con un 9,1% de apoyo según MetroPoll) posó delante de un mapa en el que se mostraba el Dodecaneso e incluso Creta como posesión turca, pero también afirmó que las islas eran sin duda parte de Turquía.

Sistema de lanzamiento de misiles ruso S-300 (BBC News)
¿Guerra en el Egeo?
Según una encuesta realizada por la agencia independiente Metropoll en septiembre de 2022, más del 50% de los turcos atribuyen las tensiones con Grecia a la proximidad de las elecciones, y más del 60% consideran que griegos y turcos no son enemigos. Sin embargo, las perspectivas de un posible conflicto aumentan. El conflicto de las islas es un enfrentamiento que acompaña a Turquía desde sus inicios, y ninguna parte dentro del país puede negarlo. Además, según las encuestas de Metropoll, las tensiones en el exterior, ya sea en Siria o en la OTAN, suelen garantizar un aumento del apoyo popular. Tanto es así que los propios miembros de la oposición (CHP o IYI Parti) también apoyan la soberanía turca sobre las islas, si bien están en contra de lo que puede ser una ‘guerra populista’.
Más allá de los posibles intereses de ganar apoyo frente a las propias elecciones, según varios comentaristas internacionales, el resurgimiento de las tensiones da a Turquía la oportunidad de manejar la agenda internacional.
A pesar del aumento de las tensiones, las posibilidades de que se produzca un conflicto son escasas, aunque una escalada podría asegurar el apoyo popular que el AKP necesita para ganar las próximas elecciones o incluso provocar un estado de emergencia con el que suspender la celebración de las mismas. Aumentando la tensión, Erdogan ha amenazado con que Turquía puede «venir de repente una noche«, una frase que ya utilizó en las intervenciones turcas en Irak y Siria.
En cualquier caso, el debate del Dodecaneso da al gobierno turco la capacidad de gestionar la actualidad política y de plantear las demandas turcas ante la comunidad internacional. Al igual que se pudo ver con las condiciones para la entrada de Finlandia y Suecia en la OTAN, ahora podemos ver una dinámica similar en la denuncia del uso de los S300 por parte de Grecia. El debate sobre la militarización de las islas va acompañado de una retórica revisionista sobre los tratados internacionales y da lugar a una espiral de tensión creciente. Mientras Turquía acusa a Grecia de militarizar las islas en contra de los tratados de Lausana y París, Grecia se defiende diciendo que las islas seguirán siendo militarizadas mientras Turquía suponga una amenaza, refiriéndose a la retórica belicista del gobierno turco.
NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21.
Artículo escrito por Carlos Ortega y Burcu Dolanbay
Burcu Dolanbay es una estudiante de posgrado en el Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad de Bremen, con una licenciatura conjunta en la Universidad Jacobs. Burcu completó su licenciatura en el Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de Estambul. Tras la licenciatura, obtuvo una beca de máster del Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD) y de la Fundación Turca de Educación (TEV). Habla turco, inglés y alemán.
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