El Bitcoin, hasta el momento la moneda digital, por excelencia lleva más de diez años en el sector digital, entre una tímida visibilización en la socioeconomía y una aparición destacada pero frecuentemente fugaz en medios.
La realidad actual de las monedas digitales, con el Bitcoin como su máxima expresión, es que son ya un valor de intercambio en grupos y sectores crecientes de empresas y negocios, sobre todo en comercio minorista, por ejemplo, en países como Australia, Suecia, EEUU o Japón. Además, el Bitcoin y otras criptomonedas han suscitado un interés creciente en mercados de divisas como elemento de inversión. Ahora bien, para el público más amplio, el Bitcoin no deja de ser algo relativamente desconocido, localizado en un mundo digital que al menos en España, no se encuentra en el día a día de la sociedad o de la economía más productiva en PIB, menos considerando que el 99.8% de las empresas del país son pymes donde la digitalización se ha convertido en una novedad, lamentablemente incentivada por la actual pandemia debida a Covid19. Pero, qué es y en qué consiste exactamente el Bitcoin, y qué es un sistema económico y financiero descentralizado. Estas cuestiones son las claves que mejor describen un nuevo formato de sistema financiero capaz de actuar a escala global, sin necesidad de entes reguladores como bancos centrales, y donde las políticas económicas de gobiernos son inexistentes. Lo anterior pero, se encuentra dentro de un marco de riesgo todavía no acotado, frente al conocido en los sistemas financieros actuales, marcados por una estructura inherentemente keynesiana, establecido en base a la experiencia y hechos históricos desde la implantación de los acuerdos de Bretton Woods, en Julio de 1944, hasta la actualidad.
Bitcoin, Blockchain y minería de moneda digital
El Bitcoin y su sistema Blockchain se presentan en 31 de Octubre de 2008 en metzdowd.com, en el artículo de su creador, quien usa el pseudónimo de Satoshi Nakamoto. En este se propone una moneda digital, consistente en un código de ordenador almacenado en un servidor y designado a su propietario en una dirección de monedero electrónico. Las transacciones en Bitcoin ocurren al intercambiar la propiedad de este código, y por tanto el espacio correspondiente de código almacenado en el servidor en particular. Ahora bien, cada transacción se verifica a través de lo que se conoce como minería de Bitcoins. Nos encontramos con un sistema digital donde las operaciones y transacciones de Bitcoins se realizan en red. Dentro de esta se sitúan servidores que compiten para comprobar cada una de las operaciones realizadas. Estos comprueban la transacción solucionando o comprobando un problema matemático complejo, y la inscriben en un libro mayor digital en forma de bloque, el cual tiene unas dimensiones propias en bits. Por tanto, tanto emisor como receptor, así como el importe de la transacción queda registrado de forma digital dentro del bloque, que es en realidad un libro contable, quedando registrada sin posibilidad de cambio, y además disponible para cualquier verificación.

Una vez la capacidad del bloque se llena, este suma el importe de transacciones, lo guarda como importe final del bloque, y lo transmite como importe inicial del siguiente bloque, de aquí el término cadena de bloques o Blockchain. Las máquinas que realizan la actividad de verificación reciben un cierto número de Bitcoins como recompensa por su trabajo, proceso conocido como minería de Bitcoins por el símil con minería de metales preciosos. Esta cantidad disminuye a la mitad cada 210.000 bloques completos en un proceso llamado halving. Actualmente se obtienen 6,25 bitcoins por cada bloque validado, debido al tercer halving que tuvo lugar en 11 de Mayo de 2020, respecto a los 12,5 Bitcoins que se obtenían antes de esta fecha.
Aunque la idea pueda parecer de cierta fragilidad, pues los ataques a servidores de cualquier índole se encuentran en el orden del día del mundo digital y tecnológico que nos rodea, la estructura Bitcoin es mucho más fuerte de lo que pueda parecer a primera vista. Por un lado, el sistema de verificación por parte de mineros establece una red de nodos de verificación independientes, hackeable solamente si se consigue el control del 51% de estos. Por otro lado, en el sistema blockchain, es decir la inscripción de operaciones en espacios de memoria de un bloque, el saldo de cada bloque transmitido a su inmediatamente posterior, y el acceso público a cualquier bloque de la cadena establecen una estructura compacta, difícil de modificar de forma malintencionada. Si se considera además del acceso digital, el acceso físico al sistema, es importante mencionar que los servidores de Blockchain, donde se encuentran las franjas de código y memoria de cada Bitcoin, se encuentran distribuidos por el mundo en enclaves altamente secretos y protegidos, tanto física como digitalmente. Un buen ejemplo son las localizaciones de servidores que se encuentran en Suiza, dentro de antiguas instalaciones militares subterráneas secretas, hoy reacondicionadas para almacenar servidores dentro del entramado montañoso del país. Igualmente, la seguridad digital que engloba estas instalaciones es de grado militar.

Si bien hace una década la minería de Bitcoin se podía realizar liberando memoria por ejemplo en una tarjeta gráfica, y destinando esta memoria algorítmica de verificación y comprobación de operaciones en el Blockchain de Bitcoin, hoy en día el proceso de minado de Bitcoins requiere una mayor complejidad. El diseño de Bitcoin como sistema financiero considera el avance tecnológico, y para evitar una minería de Bitcoin desmedida, según aparecen ordenadores con una potencia de cálculo mayor e incremental, las operaciones de comprobación y verificación para el minado, aumentan en complejidad según el tiempo avanza. Actualmente son necesarios ordenadores particularmente diseñados para minar Bitcoins, de un coste de varias decenas de miles de Euros, y con la necesidad de operar en paralelo con otros homólogos para un minado mínimamente eficiente. Además, las necesidades energéticas de estas máquinas son considerables, tanto para su funcionamiento como para su refrigeración. Estas condiciones determinan que el minado de Bitcoins no sea extremadamente rentable, o al menos hasta finales de 2020, momento en que el cambio del Bitcoin con el Euro o el Dólar Americano se multiplicó por aproximadamente 5 veces su valor. Ahora bien, minar un Bitcoin con un equipo de última generación (equipos ASIC, Circuito Integrado de Aplicaciones Específicas, de las siglas en inglés) puede ser un proceso de dos a tres meses como mínimo. Considerando que cada uno de estos equipos es 100 veces más potente que un ordenador comercial de última generación, el minado de Bitcoins no sólo es relativamente poco rentable, sino que también ineficiente.
Retailers o Exchanges de Bitcoin y Monederos electrónicos
Aunque comprendamos la estructura financiera de Bitcoin, desde un punto de vista de banca o de finanzas comerciales, ¿cómo se accede a Bitcoin o al resto de criptomonedas? Existe una creciente banca o intermediación de retail de Bitcoin, donde empresas equivalentes a las de cambio de moneda (como las existentes en aeropuertos, por ejemplo) realizan compraventa de moneda digital. Igualmente, existen multitud de aplicaciones, tanto de software como hardware, para el uso de criptomonedas. Así pues, para realizar una operación retail en criptomoneda es necesario un monedero digital, una aplicación digital, a menudo para dispositivos móviles, o bien un monedero electrónico físico. Este último consiste en un elemento de hardware, de conexión usb para su acceso, donde un software específico indica las diferentes criptomonedas que un usuario tiene en su poder. Los primeros, son monederos electrónicos que frecuentemente se encuentran en móviles, y por ello son susceptibles de ser hackeados mayor facilidad que los monederos físicos, motivo por el cual comúnmente se denominan hot wallets. Por el contrario, los monederos de hardware físico soportados con software específico sólo son susceptibles de ataque cuando están conectados a la red, a un ordenador, o en caso de robo, motivo por el que se denominan cold wallets.
A la entrega de dinero físico para la compra de Bitcoin a un retailer, como emisor de Bitcoin, ejecuta una operación de transferencia verificada por una clave privada, conocida sólo por este. Esta clave es numérica y prueba que el emisor es el propietario de la criptomoneda. A través de una operación de codificación conocida como hash, se transforma en una llave pública transmitida a través de la red, como la clave privada es únicamente conocida por el emisor, este es de facto u proceso de firma de la transacción. Esta operación es además unidireccional, es decir, es posible pasar mediante criptografía de hashes de llave privada a llave pública, pero no a la inversa. Una vez, la llave pública nos llega a nuestra cartera, esta realiza una segunda operación de hash, cuyo resultado es la dirección electrónica correspondiente al importe de los Bitcoins transferidos, y lo que nos permite que los tengamos en propiedad. Es decir, la dirección correspondiente a los Bitcoins transferidos se asocia a nuestra cartera y por tanto al poseer la cartera somos propietarios. Ahora bien, estas transacciones se comprueban por parte de mineros de Bitcoin, quienes después de comprobar y verificar las operaciones de hash, la inscriben en la cadena Blockchain, de manera que es accesible para cualquier consulta. Además, el acceso al Blockchain es público y por tanto la operación y la propiedad de los Bitcoins al monedero en particular es unívoco, más aún cuando al inscribirse en el bloque, no puede anularse, menos cuando se cierra el bloque a través de comprobar y publicar su saldo tal y como se ha expuesto anteriormente. Aquí es importante destacar que guardar celosamente la llave privada, además de cualquier clave de acceso a monederos de Bitcoin, es responsabilidad del propietario, tal y como hacemos en el caso de claves de acceso a cuentas bancarias estándar o tarjetas de crédito. Son conocidos casos de pérdida de claves, lo que ha ocasionado que propietarios de Bitcoin al poco de su lanzamiento, hoy en día tengan criptomonedas de alto valor al cambio en divisas físicas, sin posibilidad de recuperarlas.

Dentro de la oferta de servicios retail de Blockchain y de monederos de Bitcoin y criptodivisas en general, existen algunos de destacados como puede ser Coinbase, Ledger Nano, Exodus, Electrum o Trezor. Aquí Coinbase merece una mención especial pues salió al mercado secundario, en el parqué del Nasdaq, el pasado 14 de Abril de 2021, dentro de una significativa atención mediática. Esta plataforma permite la compraventa de criptoactivos, proporciona pasarelas de pago de criptodivisas a negocios para la venta de sus productos que así lo permiten, ofrece servicio de custodia de criptodivisas y paga a creadores preseleccionados de nuevas criptodivisas para que estén en su aplicación. Este tipo de aplicación parece integrar en una las diferentes operativas y estructura de Bitcoin, un elemento hasta ahora poco común. Cabe decir pero que desde la IPO de Coinbase, el valor en el mercado de capital ha disminuido cerca de un 30%, de 328.28EUR a 225.80EUR a día de hoy.
En cualquier caso, plataformas como las anteriores permiten el uso de Bitcoin en transacciones comerciales en entornos donde el uso de moneda digital se acepta, así como el uso de Bitcoin como una moneda más para inversión o especulación dentro de un nuevo mercado de divisas en expansión. Aquí encontramos la compraventa de divisas como el Euro o el Dólar por Bitcoin y a la inversa, al mismo tiempo que la permutade Bitcoin con cualquier de las criptomonedas existentes hoy en día. Por tanto, se está desarrollando un escenario de mercados de divisas doble, uno de divisas físicas y reguladas, y un segundo paralelo de critodivisas, con la desregularización como característica principal. Existen unas 8.500 criptomonedas, aunque ejemplos destacados de criptodivisas, además, de Bitcoin, son Etherium, Cardano, Ripple o Dogecoin.
Política económica y Bitcoin como sistema financiero desregularizado
Una de las preguntas más debatidas en criptomonedas y en particular sobre el Bitcoin, es si este, siendo la criptomoneda por excelencia, junto con su estructura, puede substituir el sistema económico y financiero actual. Aquí entramos en un terreno parcialmente desconocido, pues el cambio de paradigma que suponen las criptomonedas y criptofinanzas aún está por resolver. Notemos en primer lugar que, la frecuentemente cuestionada inseguridad en Bitcoin es discutible pues el sistema de Blockchain no deja de ser un libro contable público muy difícil de hackear tal y como se ha detallado anteriormente debido a la necesidad de controlar la mayoría de nodos de la red Bitcoin, y el acceso público al registro Blockchain. Igualmente el sistema de verificación por parte de minería de Bitcoins establece una seguridad en operaciones avalada por la comunidad. Por otro lado, la creciente complejidad en la algorítmica de validación y verificación por parte de mineros antes de inscribir operaciones en el Blockchain, que establece tiempos más largos para que se inyecten Bitcoins al sistema, junto con el proceso de halving, establecen un control inflacionista que evita la sobrevaloración de productos y servicios basados en Bitcoin, así como el valor de la propia moneda en su uso comercial. Notemos, además, que en la generación estructural de Bitcoin, se estableció por defecto un máximo de 21 millones de Bitcoin en el sistema. Este límite se establece en un principio para que el exceso de Bitcoin en el mercado a muy largo plazo no devalúe la moneda, se mantenga una inflación controlada y se considere que el sistema de Bitcoin permite, dividir la moneda en mínimo de 8 cifras decimales (un factor de 100 millones, conocida su unidad como Satoshi), en un equivalente a políticas de devaluación de moneda, o a dilución de propiedad como ocurre en las ampliaciones de capital en empresa privada.
Todo lo anterior permite establecer una política económica y monetaria básica, que puede muy bien definir un principio de un sistema financiero desregularizado y digital. Aquí debe irse con cuidado pues por definición, un sistema financiero es la estructura que permite el flujo de capital, donde la liquidez del sistema se basa en una moneda aceptada como elemento de intercambio y valor. Notemos como ambos, sistema financiero y moneda de cambio, se encuentran en la novedad que es el Blockchain y el Bitcoin, así como la mayoría de criptodivisas. Ahora bien, para la estandarización de estos, se deberían instaurar como sistema económico, es decir, ser parte activa en los mecanismos e instituciones que determinan producción, consumo y distribución, así como la distribución del capital, trabajo y el equivalente digital a tierra (tal vez bits de memoria), los tres factores básicos de producción. Además, es necesario que la moneda que es el Bitcoin genere suficiente confianza a la sociedad, para que sea aceptado como elemento de intercambio y de valor. Estas últimas condiciones, sistema económico y sobre todo confianza no se encuentran aún en el Bitcoin o las criptomonedas, por lo que su realidad como elemento clave de un sistema económico, financiero y social aún se encuentra lejano.

Ahora bien, el cambio disruptivo que es el Bitcoin, las diferentes criptodivisas, el Blockchain y todo su entorno ha resultado suficiente como para atraer la atención de bancos centrales, gobiernos e instituciones financieras. En primer lugar, la disrupción del Bitcoin respecto a espacios físicos resulta asombrosa respecto a monedas tradicionales. El rol nulo de gobiernos, en por ejemplo trasladar Bitcoins de un país a otro dentro de un dispositivo móvil, permitiendo su cambio entre países (e incluso dar lugar a estrategias de elusión y evasión fiscal), no tiene precedente y puede que esté dejando a muchos gobiernos y sus políticas monetarias correspondientes en un punto muerto. Por otro lado, empiezan a existir gobiernos que aprecian el Bitcoin y Blockchain como una oportunidad, y es por razones como estas que varios gobiernos han empezado a presentar proyectos o directamente sus monedas digitales. El Banco Central Europeo lleva tiempo con su proyecto de Euro digital, Estadios Unidos tiene de hecho un tímido Dólar digital, en principio a presentar en Julio 2021 por parte de la Fed, y hace muy poco el gran gigante asiático que es China ha presentado su propia cripto moneda. No debemos olvidar tampoco el cripto Petro de Venezuela o el anuncio de cripto moneda por parte de Corea del Norte. En cualquiera de estos casos, parece que el rol de reguladores sigue siendo vital en estas criptomonedas estatales (por ejemplo, el Petro no se puede minar) y de hecho, es difícil predecir el desenlace de la fuerte competencia que ya existe entre monedas físicas y digitales, que puede dar lugar a un escenario de economías físicas y digitales coexistiendo al menos a medio plazo. A largo plazo y de nuevo, será sobre todo la confianza en el uso de una u otra moneda, física o digital, la que se convierta respectivamente en continuidad o nuevo formato económico y financiero. Recordemos que las tecnologías TiC han empoderado sin precedentes al individuo solamente en los últimos 15 o 20 años, y aquí las instituciones tradicionales deberán realizar un esfuerzo para adaptarse a una nueva realidad, probablemente muy relacionada con la nueva normalidad actual.
Especulación y el mercado de Bitcoins y criptodivisas
El valor total de Bitcoins en circulación actual es de aproximadamente 60.000 millones de dólares americanos, y este valor es una debilidad intrínseca de este sistema financiero. En comparación, este importe es aproximadamente el 10% respecto el presupuesto de defensa de los EEUU, y esta tipología de volumen deja el Bitcoin como un instrumento al alcance de grandes fortunas e inversores, donde resulta atractivo manipular el mercado a través de grandes operaciones que generar tendencia. El ejemplo canónico lo podemos encontrar recientemente en la operación de Elon Musk en la compra de 1.500 millones de dólares en Bitcoin, así como el anuncio de la posibilidad de comprar coches Tesla con esta criptomoneda. Esta acción por si sola propició que, desde febrero 2021, el valor del Bitcoin se incrementase desde los 30.000 dólares hasta los 57.000 dentro de un canal alcista sin precedentes, pues la criptomoneda llegó a su máximo histórico hasta la fecha. En mayo de 2021, Musk anunció su retirada del mercado de Bitcoin, así como la imposibilidad de compra de productos Tesla en Bitcoin debido al alto consumo energético del hardware de minado y el propio hardware asociado a Bitcoin.

Desde ese momento la caída del Bitcoin ha sido drástica y marcada por fluctuaciones que no dieron lugar a una recuperación. Es mas, el valor actual del Bitcoin está en aproximadamente 28.000 dólares, lo que implica que las acciones de Musk revalorizaron el Bitcoin en un 50%, para posteriormente dejarlo caer en lo que puede ser una estrategia de pump-and-dump más singulares de la historia. Además, es conocido que múltiples bancos de inversión, por ejemplo, JP Morgan prevé abrir un fondo de inversión en Bitcoins durante el verano de 2021, y Visa o PayPal empiezan a aceptar pagos en criptodivisas. Igualmente, fondos de inversión como BlackRock o Fidelity comercializan fondos en criptoactivos. En este sentido, puede que la caída actual del BitCoin esté a favor de la entrada de nuevos agentes en el mercado, que recordemos no se encuentra desregularizado, y por tanto entidades de vigilancia como la SEC americana, la BAFIN alemana o la CNMV española, no puedan intervenir en acciones dudosas como la de Elon Musk, o la que puedan ejercer otras grandes entidades financieras.
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