Y’en a marre! La revolución puede ser rapeada

por | May 11, 2023

Asolados por la represión, Y’en a marre! (¡Estamos hartos!), nació en medio de la oscuridad. Las protestas desafiaron al ejecutivo senegalés, poniéndolo contra las cuerdas con manifestaciones violentas e incendiarias que obligaron al régimen a confrontar la cruda realidad de la insatisfacción y el descontento de su pueblo. CONTEXTO  De 2011 a 2012, Senegal vivió […]

Asolados por la represión, Y’en a marre! (¡Estamos hartos!), nació en medio de la oscuridad. Las protestas desafiaron al ejecutivo senegalés, poniéndolo contra las cuerdas con manifestaciones violentas e incendiarias que obligaron al régimen a confrontar la cruda realidad de la insatisfacción y el descontento de su pueblo.

CONTEXTO 

De 2011 a 2012, Senegal vivió una serie de manifestaciones contrarias al gobierno, con una perspectiva bottom up (es decir, “de abajo para arriba”). Encabezados por el grupo de hip-hop Keur Gui Crew, el movimiento nació para hacer frente al Presidente Abdoulaye Wade, que exigía un tercer mandato presidencial, incumpliendo así con la Constitución. Los cambios en la Carta Magna que proponía Wade le hubieran otorgado el tercer mandato consecutivo. En un estallido de furor, el movimiento Y’en a marre! surgió para hacer frente a la medida. También así apareció un acto de valentía por parte de la sociedad, que unieron fuerzas para protestar – no sólo contra Wade – sino también contra la corrupción, el desempleo o los más que frecuentes cortes en el suministro eléctrico.

En aquel momento, el país no se estaba desarrollando (económicamente hablando) lo suficiente como para cumplir con todas las necesidades que pedía la población. Según el Banco Mundial, el PIB de la República de Senegal creció un 1.3% en 2011 (% anual). Eso sí, manteniendo unos niveles de inflación similares a los de la eurozona, rondando el 3.4% (% anual). A la vez, la tasa de desempleo (10.4%) hacía pensar que, si bien no apuntaba miras de ser la punta de lanza de África en materia económica, tampoco indicaba que los senegaleses vivieran en un estado económico paupérrimo, sumándose al argumento un PIB per cápita valorado en 1383.5$ (US$ a precios actuales). Todas estas cifras macroeconómicas, que arrojan notables expectativas económicas, quedaban reducidas a cenizas cuando miramos la tasa de incidencia de la pobreza, sobre la base de $1.90 por día (2011 PPA), situada en el 41% de la población.

Manifestantes senegaleses miembros del movimiento en 2012. Fuente: DW.

Como se ha mencionado anteriormente, la raíz de las protestas tenían como objetivo prioritario evitar la extensión del mandato de Wade. No obstante, múltiples think tanks han afirmado, en reiteradas ocasiones, que las protestas suelen tener un cairo multidimensional. Lo cual nos lleva a otro punto: ¿cuáles son esos motivos? (Véase en “Senegal y la primavera árabe”).

¿LA REVOLUCIÓN PUEDE SER RAPEADA?

Este título, amarillista para unos y descriptivo para otros, no es más que la expresión de una realidad social que asoló al país africano. Como se ha mencionado anteriormente, el movimiento fue iniciado por un grupo de hip-hop, un factor extremadamente clave para entender la raíz de Y’en a marre!

Y es relevante entender la raíz del movimiento ya que las revueltas fueron, en esencia, juveniles. La idea de protestar contra Wade no surgió de un grupo de música, pero sí se extendió gracias a él.

Esto fue el detonante para la promoción de ideales sociales y políticos por redes sociales en África, en un contexto en el que cada vez más personas tenían acceso a internet y la clase media estaba (y está) in crescendo (siendo Nigeria el caso más ilustrativo).

Y, ¿QUIÉN ES ABDOULAYE WADE?

Wade (Senegal, 1926) es un político africano que sirvió como Presidente de Senegal durante 12 años (2000-2012). Durante su tiempo como político se presentó cuatro veces para ocupar el puesto de Presidencia, la primera vez en 1978. Líder y fundador del Partido Democrático Senegalés, con el apoyo de Senghor (Presidente de Senegal de 1960 a 1980), se mantuvo en la oposición durante 26 años.

De perfil elitista y de corte liberal, aspiraba a hacer de Senegal un país moderno y equipado con la infraestructura mínima para el correcto desarrollo socioeconómico de la nación. Fue reelegido en 2007 por la mínima (51.84% de los votos), unos votos que caerían en picado en 2012, cuando el líder de la oposición Macky Sall (líder de Alianza por la República) arrasó en las elecciones presidenciales, obteniendo la mayoría absoluta con el 65.8% de los votos.

Wade (2009) en el Foro Económico Mundial. Fuente: Al Jazeera. 

SENEGAL Y LA PRIMAVERA ÁRABE 

Hace ya 12 años de aquellas protestas surgidas en Oriente Medio y Norte de África (MENA). Una serie de protestas en búsqueda de una mejoría social y económica reclamada en gran parte por una clase media hastiada con la clase política.

La primavera árabe ha sido descrita como unas revueltas en pro de la equidad, inclusión e incluso contra la desigualdad de ingresos. Dicho de otra manera, las reivindicaciones eran una batalla contra la más que existente cleptocracia de los dirigentes. Pese a ello, la estadística sobre la desigualdad no puede correlacionarse con la primavera árabe. Según un estudio del Banco Mundial, no es la desigualdad lo que causó las propuestas sino la falta de igualdad entre los diferentes grupos étnicos o sectarios. Los autores del estudio también afirman que las injusticias no provocan guerras civiles, pero sí pueden motivar a las personas a luchar por sus derechos.

Dejando a un lado a MENA, Senegal (y en sí África Sub Sahariana) ya tuvo su propia primavera, a mediados de los años noventa. Fueron una serie de manifestaciones que exigían la implementación de sistemas democráticos en sus países. El resultado de la misma fue una democratización nada despreciable, según analistas del Instituto Europeo de la Mediterránea. Las protestas que se erigieron en la República de Senegal, años más tarde, son la exigencia por parte de la población (y especialmente de los jóvenes) de implementar correctamente el proceso anterior, no finalizado.

Son los jóvenes los que jugaron un papel clave, ya que (1) son responsables de la mejora del futuro de su país, (2) tienen un gran peso demográfico y (3) tiene un gran peso electoral. Según fuentes del Banco Mundial, mientras que en el mundo árabe el porcentaje de la población entre 15 y 19 años era del 33.77%, en la región subsahariana era del 42.42% (2010).

Más aún, este movimiento es especialmente característico a nivel religioso. Pese a que Y’en a marre!, se define como un movimiento laico, cerca del 95% de la población senegalesa es musulmana. Esta gran parte de la sociedad civil procefesa un islam de raíces sufíes, defensores de las libertades públicas y el desarrollo socioeconómico, lo que tiene un valor añadido. No obstante, la colaboración con entidades cristianas (generalmente católicas) fue imprescindible para mantener ese laicismo tan característico, demostrando así que la separación de los valores religiosos con la política es posible, y que la búsqueda del bien común es deseable.

CONCLUSIONES

Finalmente, Wade asumió que su poder había acabado. Entendió que un posible tercer mandato habría paralizdo al país por las protestas y podría provocar un reguero de sangre. Este proceso de resistencia se apuntaló gracias al apoyo de la minoría cristiana (una minoría influyente, todo sea dicho) y de figuras como Youssou N’Dour, el artista senegalés con mayor ‘tirón’ en el extranjero.

Y’en a marre!, cumplió con su objetivo: evitar el tercer mandato y exigir mejores condiciones de vida para la ciudadanía.


NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariam

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