El continente africano, una región considerada periférica, es ahora un actor clave para colorear el nuevo mapa de polos de poder. La situación podría proveer próspero devenir siempre que África sepa mirar al pasado y evitar reiterar aquellos sucesos que hoy en día la siguen mostrando dependiente del exterior. Dado el creciente interés en la región de los dos grandes rivales de Occidente, China y Rusia, cabe preguntarse, ¿por qué África? Esencialmente, existen dos motivos por los que toda potencia querría seducir al continente africano; el desarrollo económico y el equilibrio de poder mundial.
Por lo que respecta a China, esta presume de un exacerbado crecimiento económico desde el año 2010, lo que la conduce a la necesidad de expandir su economía más allá de sus murallas. El atisbo de regresión al proteccionismo tras el COVID-19, como el America First o las estrategias de abastecimiento estratégico de la Unión Europea, aceleraron esta necesidad. En este contexto, una rápida y relativamente estable forma para ello es la generación de relaciones de dependencia positiva. Para ello, China está incrementando la inversión en infraestructura y ayudas cuya amortización podría situar al continente de nuevo con “la soga al cuello”, esta vez, con un nuevo acreedor, más benévolo, o no que los actuales, pero sí con antecedentes de utilizar la ya conocida como “la trampa de la deuda” con sus deudores. Además, China ya ha abierto la puerta a inversores privados para estimular su economía doméstica.
Otro importante aliciente para esta rápida expansión es la necesidad de deslocalización de sus procesos de producción para paliar los efectos del aumento de los costes de producción y salvaguardar su competitividad en los mercados internacionales y los efectos de la inflación energética y la crisis en las cadenas globales de suministro. Esta necesidad está estrechamente ligada con su proyecto One Belt, One Road con el que Pekín pretende enlazar Asia con el Norte de África y Europa garantizando la autosuficiencia y las cadenas de suministro. Además, África dispone de las mayores reservas de minerales imprescindibles para la fabricación de componentes tecnológicos tales como coltán, cobalto, níquel y litio -este último de gran importancia para transición a lo sostenible-, reduciendo así las distancias entre las fases de extracción y transformación.
De este modo, China pretendería asegurar al máximo su cadena de suministro a fin de garantizar la extracción de los recursos, su transformación y su posterior comercialización.
A diferencia de China, el desarrollo económico de Rusia no depende de las materias primas africanas, sino de la exportación energética. Pese a disponer de grandes reservas energéticas, la mayoría de estados como Camerún, la República Democrática del Congo o Guinea Ecuatorial presentan problemas estructurales respecto a su matriz energética. Aquí interviene el apoyo de Rusia. Una inversión estratégica en infraestructura de explotación de recursos energéticos sin llegar a dotarlas de autosuficiencia, ya que, de ser así, situaría a África como potencial exportador mundial de petróleo, reduciendo la actual dependencia energética global hacia Rusia. Estas inversiones en materia energética tratan de beneficiar el control ruso sobre de los recursos energéticos del mundo y a sus petroleras y gasísticas como Gazprom, quien recientemente ya ha expresado su interés en “auxiliar” en la producción de gas natural.
Pese a ello, comercio de armas representa la principal actividad comercial ruso-africana. Estas transacciones además se acompañan de múltiples acuerdos de cooperación militar con países como Argelia, Egipto, Angola o Sudán y de servicios privados de mercenarios como el Grupo Wagner quienes, en calidad de asesores y militares, materializan la presencia militar rusa en el continente, estimándose un número de mercenarios que podría superar a los 2 mil. La presencia militar en países costeros le sirve como aliciente para el establecimiento de bases navales que además de brindarle una salida a “aguas cálidas” servirían como puntos de reabastecimiento a su fuerza naval. Según las negociaciones actuales entre Rusia y Sudán, ya se prevé la creación de una base naval rusa en territorio sudanés que dará salida al Mar Rojo.
La cuestión alimentaria es otro de los pilares que justifica la presencia rusa en África. Rusia juega un papel crucial en la seguridad alimentaria de gran parte del continente a través de la exportación de grano y fertilizantes. Países como Egipto, Tanzania, Sudán o Eritrea, dependen en gran medida de estas exportaciones. La seguridad alimentaria de países como Eritrea -uno de los cinco países que votó contra la condena de Naciones Unidas a Rusia por la invasión de Ucrania- depende desmesuradamente de las exportaciones de grano rusas. En el año 2022 se estimó un total de 11,5 millones de toneladas de grano exportado a África. La Guerra de Ucrania ha incrementado la dependencia alimentaria hacia Rusia, habiéndose limitado enormemente las exportaciones de grano de su principal competidor, Ucrania.

Dependencia alimentaria (trigo) de las economías en desarrollo hacia Rusia y Ucrania. Fuente: UNCTAD.
Aunque la inversión de ambos países en el continente africano sea notoriamente dispar en favor de China, ambos países vienen engendrando relaciones de dependencia que asegurará a una África como un apéndice de sus economías domésticas y a unas relaciones exteriores de apoyo y compromiso mutuo forzado (ejemplo de Eritrea).
UNA CUESTIÓN GEOPOLÍTICA
Así como Occidente persiguió la instauración del neoliberalismo en África con el fin de alinearla con los intereses del nuevo orden mundial, esta es ahora la estrategia de Pekín y Moscú, salvando las distancias. Las carencias y limitaciones del orden mundial resultante tras los sucesos de 1992 se han materializado en incesables periodos de contracciones económicas, pérdida de confianza política, proteccionismo y descontento social. La debilidad y desavenencia mostrada ante tales adversidades fueron la oportunidad que el dragón dormido y los desamparados anhelos de la antigua URSS estaban esperando para forzar un nuevo equilibrio de poder -o nuevo orden mundial, y para consolidarlo, África es clave.
La proximidad geográfica al viejo continente, las salidas al mar, la proximidad al Canal de Suez, la disponibilidad de recursos y la debilidad política y económica de la mayoría de los estados del continente confieren una ventaja estratégica sobre quienes se ganen el favor de África. En definitiva, la alineación de oportunidades entre China, Rusia y África, les confiere un importante papel en la escena internacional, suponiendo, por ejemplo, 56 de los 193 votos en Naciones Unidas, más del 35% de la población mundial y grandes reservas de recursos energéticos y minerales. Y este, es el caldo de cultivo perfecto con el que consolidar el cambio hacia el multipolarismo.
L’UNION FAIT LA FORCE
Esta alianza, aunque sustentada mediante relaciones de dependencia, consolidaría la unión de los que hasta el momento han sido para Occidente “los otros”. Para garantizar una unión fructífera a ojos del futuro y capaz de enfrentarse al orden mundial liderado por EE.UU., China y Rusia deben afianzar las bases formales de estas interdependencias. Hasta el momento, se ha hablado de acuerdos de cooperación política y comercial mediante zonas de libre comercio, como la propuesta por Rusia en el norte de África (con Marruecos, Egipto, Argelia y Túnez), y foros internacionales como el FOCAC entre China y África.
Recientemente, también se han llevado a cabo ejercicios navales conjuntos entre Rusia, China y Sudáfrica como parte de las maniobras navales Mosi-2 con la finalidad de estrechar lazos en cooperación para la seguridad y defensa entre los BRICS. Además, cabe esperar que el bloque de los BRICS vaya incrementando su cartera de estados miembro durante los próximos años con algunos estados africanos como Egipto y Etiopía, cuya adhesión ya está prevista para 2024.
Algunos pronósticos apuntan a la posible apertura de un tipo de “Banco Asiático Mundial” que además de fomentar el yuan como divisa transaccional a nivel global, perseguiría el reemplazo de instituciones como el FMI o el Banco Mundial mediante políticas de financiación más laxas, y por ende atractivas, para las economías en desarrollo. También cabe esperar que en el marco de cooperación económica se instauren nuevas zonas de libre comercio en África junto con China y Rusia, apostando por un multilateralismo estratégico cada vez más aislado o independiente del resto de economías desarrolladas.

Los líderes de los BRICS: Luiz Inacio Lula da Silva, Xi Jinping, Cyril Ramaphosa, Narenda Modi y Sergei Lavrov. Fuente: EFE.
CONCLUSIONES
La “periferia” se ha convertido en necesaria para la reconfiguración del orden mundial. África deberá elegir bando y, de nuevo, adaptarse al proceder de las grandes potencias. Conforme avanzan los acontecimientos, se vislumbra un continente cada vez más involucrado y dependiente con las aspiraciones de las economías emergentes. De ser así, el bloque de los BRICS terminaría por aunar aquellas economías hasta el momento desamparadas por Occidente, alineando sus agendas políticas y convirtiéndose en un bloque cuya esencia la convertiría directamente en el adversario de los Estados Unidos y Europa.
El continente debe posicionarse con el bloque más afín a su modelo de desarrollo, aunque depositar plena confianza en ello le haría caer de nuevo en errores del pasado. La posición de África deberá mirar hacia aquellos socios cuyos intercambios, acuerdos y transacciones le proporcionen las herramientas e infraestructuras necesarias para consolidar un modelo de desarrollo orientado a la autosuficiencia y a la no dependencia. Para ello, las organizaciones internacionales parecen ser los recursos más idóneos, aunque a menudo puedan servir como subterfugio de intereses ajenos. Hasta el momento no se puede concluir un bloque ganador en la pugna por la influencia sobre África, no obstante, China y Rusia avanzan posiciones en detrimento de las conservadoras relaciones de Occidente.
NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21.
Colombia a pesar de su posicion geografica, su variedad climatica y produccion agricol, etc no pude destacarse internacionalmente por las dificultades economicsa que presenta, la falta de tecnologia, personas con capacidad de investigación, etc . Pasarn muchas generaciones para lograr un aumento percapita que mejore la calidad de vida en la mayoria de sus habitantes. En que consiste la Politica del Presidente Petro para proponer que se nos condone la deuda externa?. que viabilidad aprecia en esa propuesta?