Las relaciones entre Estados Unidos (EE.UU.) y la República Popular China (China) han sido históricamente complicadas. Desde el reconocimiento en 1979 de la China continental por los Estados Unidos, las relaciones entre ambos países se han ido deteriorando. En la complejidad de las relaciones subyace la competencia de ambas potencias por la hegemonía en el Pacífico, resultando en una desconfianza hacía las acciones emprendidas por la parte contraria.
Esta sospecha mutua es lo que motiva a los EE.UU. a querer establecer un cerco militar alrededor de China que pueda frenar la expansión del considerado como “mayor competidor” por el presidente Joe Biden. Dichas bases otorgan a EE.UU. una ventaja militar, diplomática y económica frente al gobierno de Pekín y sus aspiraciones expansionistas en la región. Mediante sus posiciones estratégicas pueden ejercer su poder militar como contrapeso a la creciente influencia económica del dragón asiático.
Presencia de bases militares de EE.UU. en la región Asia-Pacífico (Geopolitical Intelligence Services)
Dentro de esta estrategia de contención de China, la nueva administración de Joe Biden (2021-) ha incrementado las maniobras militares en la región, proyectando así su determinación en mantener a su país como la potencia principal en la región. Para poder mejorar su posición en el área, en dichas maniobras han participado sus principales aliados de la región: Japón, India y Australia.
La estrategia de EE.UU. en la región
Una de las principales líneas de la estrategia de EE.UU. pasa por demostrar su determinación en la defensa de sus aliados, y de la estabilidad en la zona, erigiéndose como garante de la seguridad en la región. Por ello, recientemente, armadas de 21 países iniciaron simulacros liderados por EE.UU. en el sudeste asiático, denominados “ejercicios militares de Cooperación y Entrenamiento en el Sudeste Asiático” (SEACAT). Entre ellos están Alemania, Australia, Bangladesh, Brunei, Canadá, Corea del Sur, Estados Unidos, Filipinas, Francia, India, Indonesia, Japón, Malasia, Maldivas, Nueva Zelanda, Singapur, Sri Lanka, Tailandia, Timor Oriental y Vietnam. De esta manera, las fuerzas estadounidenses mantienen el ritmo de sus ejercicios militares para demostrar a los gobiernos amigos de Asia-Pacífico su compromiso con la seguridad en la región, siendo el principal objetivo del ejercicio de este año la coordinación de las armadas para preservar el orden internacional.
Escudo del ejercicio militar SEACAT 2021
AUKUS como parte de dicha estrategia
El AUKUS se trata de una nueva alianza estratégica de defensa a tres bandas entre Australia, el Reino Unido y Estados Unidos, inicialmente para construir una clase de submarinos de propulsión nuclear, pero también para trabajar juntos en la región del Indo-Pacífico, donde el ascenso de China se considera una amenaza creciente, así como para desarrollar tecnologías más amplias. El acuerdo marca la primera vez que Estados Unidos comparte tecnología de propulsión nuclear con un aliado, aparte del Reino Unido.
La firma de dicho acuerdo reafirma el hecho de que la piedra angular de la estrategia de contención de China de Washington se sitúa en la zona del Indo-Pacífico. Expertos internacionales afirman que el pacto de defensa tiene como objetivo contrarrestar la hegemonía de China en el Mar de China Meridional. El acuerdo sobre los submarinos podría reconfigurar el equilibrio de poder en el Pacífico, además de arrastrar a Australia a futuros conflictos.
Anuncio de Joe Biden enuna reunión virtual, con Morrison y Johnson de la creación del AUKUS (EFE)
Reacciones y consecuencias del pacto
Como respuesta al cerco al que se ven sometidos, y para tratar de salir de él, Pekín está construyendo una serie de bases militares en las islas que bordean su costa, muchas de ellas disputadas con otros países (islas Spratley, islas Paracel, islas Senkaku/Diaoyudao). Dichas bases responden a la necesidad de protección de su flota pesquera, así como a la defensa de su territorio. Defensa que no debería incrementar si no se viese amenazada por las capacidades que los estadounidenses tienen desplegadas en sus inmediaciones.
Mapa de las bases navales y de las bases navales potenciales en el Océano Índico y el Pacífico Occidental (Bloomberg)
Además de incrementar su defensa, el gobierno de Xi Jinping ha encontrado otra manera de sortear el control de EE.UU. Dicha manera es la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda. Mediante una serie de inversiones multimillonarias, el objetivo de Pekín es abrir y proteger nuevas rutas comerciales que garanticen el suministro de materias imprescindibles para sostener su crecimiento económico, necesario para convertirse, de nuevo, en la primera potencia mundial, objetivo marcado para el año 2049.
Sin embargo, es cierto que su visión de potencia hegemónica no implica el dominio mundial, puesto que históricamente, China no ha tratado de controlar otros territorios, centrándose en su propio imperio. El no perder influencia ni poder mediante el control del crecimiento e influencia de China en la región, convirtiéndose en la primera potencia mundial, es la principal razón de existencia del cerco al que está siendo sometida. Tener la posibilidad de bloquear algún choke point otorga una posición de fuerza a los EE.UU. puesto que China aún es incapaz de poder proyectar su fuerza militar lejos de sus aguas territoriales, y suponer así una amenaza para los intereses de EE.UU. y sus aliados. Aliados que sólo se mantendrán fieles mientras sean capaces de garantizar su seguridad, ya que algunos empiezan a ver que los beneficios económicos de mantener buenas relaciones con China son superiores a los riesgos de una supuesta amenaza a su integridad territorial.
NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21.
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