BOSNIA Y HERZEGOVINA, ¿AL BORDE DE SU DESINTEGRACIÓN?

por | Dic 28, 2021

La situación política y social en Bosnia y Herzegovina ha sido, desde inicios de los años 90, turbulenta e inestable. Dentro del contexto balcánico, tan caracterizado por estas circunstancias, el escenario en el país, lejos de mejorar, se está volviendo en las recientes semanas más complicado. Hechos que dificultan visualizar un futuro de estabilidad y […]
La situación política y social en Bosnia y Herzegovina ha sido, desde inicios de los años 90, turbulenta e inestable. Dentro del contexto balcánico, tan caracterizado por estas circunstancias, el escenario en el país, lejos de mejorar, se está volviendo en las recientes semanas más complicado. Hechos que dificultan visualizar un futuro de estabilidad y tranquilidad y mantienen a Europa expectante. 

El pasado mes de noviembre, y tras unas declaraciones del miembro serbio de la tripartita Presidencia del país balcánico, Milorad Dodik, comenzó uno de los períodos más tensos de la historia reciente de Bosnia desde el fin de la Guerra y la posterior puesta en marcha de los Acuerdos de Dayton en 1995. En estas declaraciones aseveraba que la etnia serbia desea el abandono del Estado multiétnico y la apropiación de competencias nacionales como Hacienda o Ejército-, incrementando así las discrepancias entre las diferentes etnias (serbios, bosnios-bosníacos y croatas), entre las entidades que conforman el Estado (República Srpska o Serbia y la Federación de Bosnia y Herzegovina) así como tensionando la compleja estructura política. Todo esto ha dado lugar a múltiples protestas en el país con el objetivo de poner fin al nacionalismo extremo que se vive en el territorio.

EL ETERNO CONFLÍCTO

Bosnia y Herzegovina, situada en el corazón de los Balcanes occidentales, se caracteriza por una multietnicidad poco armónica y de convivencia ruidosa, sobre todo a raíz de la guerra de 1992-1995, inmersa en el contexto de desintegración de Yugoslavia, que fue puramente racial y religiosa y que acabó con la vida de más de 100 mil personas. El acuerdo de paz de esta guerra, firmado en Dayton en el año 1995 y el cual se entiende como la esencia de la Carta Magna estatal junto a las propias de las dos entidades autónomas que estructuran el país, se está viendo deteriorado y dinamitado desde las propias instituciones internas, sobre todo por parte del poderoso nacionalismo serbio.

Composición étnica de Bosnia y Herzegovina antes y después del conflicto, correspondiéndose la distribución actual a las fronteras de las entidades autónomas. (Secretaría General de Política y Defensa)

Si bien este acuerdo trajo consigo el fin de la cruenta contienda entre la población bosnia, serbia y croata, así como el inicio de la construcción conjunta de una Bosnia independiente, lo cierto es que no consiguió hacer del conflicto bosnio una cosa del pasado. Los esfuerzos de este acuerdo con la creación de la figura del Alto Representante Internacional (encarnada actualmente por el alemán Christian Schmidt), la configuración de una presidencia tripartita que representase a las etnias principales, la instauración de un tribunal especial para juzgar los delitos cometidos en dichos enfrentamientos o los intentos de mediación por parte de EE.UU. y la Unión Europea  no han sido suficientes para poner punto y final. 

Para comprender mejor el origen de dicha situación es preciso no abordar únicamente el entramado étnico, sino que se debe hacer referencia al poder que posee el nacionalismo serbio, calificado de ‘nacionalismo racista’ tal y como evidencian las palabras del sociólogo R. Stavenhagen. De forma previa a la guerra, la existencia de la República Federativa Socialista de Yugoslavia permitía aglutinar bajo una única estructura a las diferentes naciones con pretexto de una misma ideología: el socialismo, siendo prueba de ello que hasta la contienda iniciada en 1992, casi un 20% de los bosnios se definían como ‘yugoslavos’, sin referencia alguna hacia su etnia

Bajo este nuevo panorama de disolución, los diferentes nacionalismos de la región buscaron la separación del resto del territorio, excepto el serbio, el cual se asentaba en las ideas de Slobodan Milošević de aglutinar en una ‘Gran Serbia’ a todos los serbios, llegando al punto de querer erradicar al resto de etnias y culturas existentes en los Balcanes como si de una damnatio memoriae romana se tratase, tal y como relata un informe del Consejo de Seguridad de la ONU del año 1994. Así, de todo esto es posible sobreentender el malestar que están causando las palabras de Dodik sobre dinamitar lo construido desde el final de la guerra. A esto además se suma el negacionismo por parte de la República Srpska (de mayoría serbia) del genocidio ocurrido en el desarrollo de la contienda en poblaciones de mayoría bosnia-musulmana como Srebrenica, violando consigo tanto la cláusula introducida por el anterior Alto Representante Valentin Inzko – en la que se prohíbe la negación del genocidio ocurrido durante la Guerra de Bosnia y la glorificación de los criminales de guerra– como las conclusiones del nuevo Consejo de Aplicación de Paz o Peace Implementation Council, organismo vinculado al Alto Representante y cuyo objetivo es crear las bases para una Bosnia y Herzegovina próspera, estable y segura donde las tres etnias dominantes convivan en armonía.

¿EPICENTRO DE UN NUEVO CONFLICTO?

La actual situación en el país se desarrolla en un contexto de crisis sanitaria y económica a consecuencia de la pandemia de la COVID-19, lo que está provocando un aumento del malestar y la división de los ciudadanos bosnios. Esto se debe sobre todo a dos factores, el primero a que ven la figura del Alto Representante (implantada con el objetivo de hacer cumplir desde un punto neutral los acuerdos de paz tal y como especifica el anexo 10 de los Acuerdos de Dayton) como un lastre por parte de la población serbobosnia frente a la gran acogida que suscita entre la bosníaca o bosnia musulmana. El segundo, por el papel que están jugando los políticos en el contexto de esta crisis mencionada en la que se encuentra el país balcánico, centrados en las riñas y discursos nacionalistas y no en solventar las dificultades. Todo esto podría provocar, en palabras de Christian Schmidt, una posible restricción de las ayudas económicas y sanciones por parte de organismos como la Unión Europea o inversores internacionales.

Christian Schmidt, nuevo Alto Representante Internacional para Bosnia y Herzegovina (N1 Info)

Por todo ello, y retomando el horizonte actual que atraviesa el país, muchos bosnios se reunían este noviembre en Sarajevo para reclamar la mediación política por parte de Estados Unidos, quien jugó un papel importante para lograr el fin de los enfrentamientos de los años 90 en el país, y lo mismo para la UE, siendo esta última la más interesada en mediar y ejercer toda su influencia en la zona pues Bosnia y Herzegovina, junto a Kosovo, han sido nombrados candidatos potenciales a la adhesión comunitaria. Frente a este nombramiento está la inestabilidad y pretensiones que suscitan las palabras de Milorad Dodik y que para muchos ciudadanos supone un retroceso de casi 30 años, sobre todo a raíz de esos intentos de desconexión de la entidad serbia, las injerencias de Rusia y China en la zona y el simulacro ‘antiterrorista’ llevado a cabo a finales de octubre por parte de la República Srpska en las colinas próximas a Sarajevo, removiendo la memoria reciente de los bosnios.

Esta situación, que vuelve a imperar con fuerza en el imaginario colectivo no solo de Bosnia, sino del resto de Europa, se acrecentó cuando el día 10 de diciembre, el Parlamento de la República Srpska aprobó con 49 votos a favor y 3 en contra (con la ausencia de la oposición en el hemiciclo) comenzar con lo ya anunciado por Dodik: la desconexión en el período de 6 meses de dicha entidad respecto al resto del Estado balcánico. Se procederá así a retirar al territorio de mayoría serbobosnia de todas las instituciones estatales, incluidas las Fuerzas Armadas y los principales órganos judiciales y fiscales, creando las suyas propias y dinamitando así los Acuerdos de Dayton. Estos actos fueron condenados instantes después de la sesión parlamentaria por las embajadas de Francia, Reino Unido, la Delegación de la UE para Bosnia o de la recién nombrada Ministra de Asuntos Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, quien llamó a la Unión Europea a aplicar sanciones contra el miembro serbio de la Presidencia de Bosnia.

Asamblea de la República Srpska durante una sesión parlamentaria (Sarajevo Times)

CONCLUSIONES

Dicho lo cual, se puede pronosticar que Bosnia y Herzegovina está viviendo uno de sus momentos más delicados a nivel social, político y con repercusión en lo económico desde 1995 como consecuencia de las tentativas de Milorad Dodik y de la República Srpska de provocar esa desunión del territorio, de mayoría serbia, del resto del entramado estatal siguiendo la ‘vía eslovena’. Con estos hechos se fortalece así al nacionalismo serbio y se dinamita desde las propias instituciones centrales a una ya frágil Bosnia que debe estar preparada, según palabras de Ismail Ćidić – director de la ONG Bosnian Advocacy Center – para escenarios peligrosos y que pueden llevar al fin de la paz no solo en el país, sino también en la región de los Balcanes occidentales.

Así, es posible plantear algunos escenarios que se presentarán en los próximos meses, sobre todo ante las peticiones a las instituciones judiciales bosnias (por parte del miembro croata de la Presidencia de Bosnia y Herzegovina, Željko Komšić, y del ex-miembro bosníaco de la presidencia, Bakir Izetbegović) de actuar de forma decisiva: ¿Intervendrán los órganos judiciales centrales para evitar el desmembramiento de Bosnia?, ¿Acabará la República Srpska uniéndose a otras entidades autoproclamadas independientes como Osetia del Sur o Abjasia o, por el contrario, se adhesionará a la República de Serbia, cumpliendo así uno de los objetivos del nacionalismo serbio? o incluso ¿Podría Bosnia y Herzegovina encuadrarse dentro de los conocidos como ‘estados fallidos’?.


NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21.

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