En los últimos días, una inquietante pregunta ha comenzado a rondar la mente de muchos colombianos: ¿está el país retrocediendo varias décadas, acercándose nuevamente a los oscuros tiempos del conflicto armado?
La preocupación no es infundada. Los enfrentamientos entre el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las disidencias de las FARC en la región del Catatumbo han reavivado las alarmas sobre la fragilidad de la paz en Colombia. Esta zona, una de las más golpeadas históricamente por la violencia, se ha convertido nuevamente en el epicentro de combates que no solo afectan a las comunidades locales, sino que también plantean preguntas profundas sobre la gobernabilidad, la eficacia del Estado en zonas rurales y el futuro de los acuerdos de paz.
Los recientes choques en el Catatumbo no solo implican enfrentamientos armados, sino que generan desplazamientos masivos, una creciente sensación de inseguridad y un retroceso en los procesos de construcción de paz en el p

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