La historia política de la República Oriental del Uruguay, en los dos últimos siglos, ha discurrido por un camino pendular de equilibrios en sus relaciones diplomáticas y, especialmente, desde el regreso al presidencialismo en la década de los años setenta del siglo XX. A pesar de las diferencias ideológicas, primero, blancos y colorados, y, posteriormente, frenteamplistas, han seguido una línea similar de proyección internacional del Estado, conscientes de su situación geográfica.
Estados Unidos ha marcado un papel preponderante como actor geoeconómico en las relaciones entre los países de América Latina, aspecto que, en el caso de Uruguay, adquiere una mayor relevancia al situarse entre las dos potencias del subcontinente: Brasil y Argentina.
La tendencia de los presidentes del Partido Colorado hacia posiciones de búsqueda de equilibrios pendulares en las relaciones exteriores apareció marcada, en gran parte, por la doctrina

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