La Guerra de Ucrania ha demostrado hasta qué punto la comunidad internacional puede volver a dividirse en bloques, y polarizar la opinión pública mundial de una forma muy parecida a la que lo hacen las elecciones y los asuntos polémicos en un país. Hace ya años que los países asiáticos tienen una agenda distinta a la de los occidentales, y la Guerra de Ucrania no es una excepción. A diferencia de Europa, en Asia existen varios países que apoyan abiertamente la invasión de Ucrania, y otros que, a pesar de no hacerlo, siguen siendo sólidos aliados comerciales y militares de Moscú.
LA AGENDA PROPIA Y GLOBALISTA DE CHINA
Como segunda potencia mundial, China ejemplifica a la perfección esa voluntad de diferenciarse de la agenda occidental y marcar un camino propio, no solo para sí, sino para todo el planeta. De esta manera se entiende la política de equilibrio de Pequín, con la cual ha sido capaz de convertirse en el principal refuerzo económico de Rusia, sin llegar a apoyar la invasión explícitamente ni implicarse militarmente en el conflicto, como sí que ha hecho Occidente. Y es que a pesar de que el conflicto armado en Ucrania perjudica a China en diversos aspectos, como su relación con el mismo país eslavo y su plan para convertirle en la puerta de entrada a Europa de su Nueva Ruta de la Seda, Pequín es consciente de que comparte con Rusia otros frentes por los que no puede de dejar de apoyarla. Los más importantes son el rechazo a la expansión de la OTAN en la región asiática del Pacífico, la intromisión cada vez más atrevida de EEUU en asuntos considerados internos por Pekín, como Taiwán, Hong Kong, Tíbet y Sinkiang, o los intereses económicos mutuos con Moscú.
Todas estas variables explican la propuesta de paz del régimen chino, que, por un lado, pide abandonar la mentalidad de la Guerra Fría, en clara referencia a su rechazo a la expansión de la OTAN. Pero por otro, dicho documento también dejaba entrever la incomodidad de Pequín frente al conflicto a causa de las similitudes que este puede tener con sus propios conflictos territoriales, especialmente el de Taiwán, y el costo de oportunidad que le supone, como el ya mencionado de convertir a Ucrania en el punto de entrada en Europa de su Nueva Ruta de la Seda.
No obstante, Pekín ya tiene nuevos planes para Ucrania mientras la guerra no le permita retomar su Nueva Ruta de la Seda: reconstruir el país. Ambos quieren alejar lo máximo posible a Europa de EEUU, y evitar que Occidente actúe como un solo bloque. De hecho, las aspiraciones chinas en este sentido también abarcan el campo militar. Su enviado especial para buscar una salida negociada a la guerra de Ucrania, Li Hui, lo dejó bastante claro al abogar por un “consenso” que pase porque Europa construya su propia “arquitectura de seguridad”, en clara referencia a disminuir o anular la influencia y presencia de la OTAN, a la que tanto China como Rusia ven como un actor puramente estadounidense en el viejo continente.
IRAN Y SIRIA, LOS FERVIENTES ALIADOS DE MOSCÚ
Irán y Siria son dos de los principales aliados con los que Rusia ha podido contar en su pulso contra Occidente. Si bien el régimen de los ayatolás se ha mostrado en contra de la guerra, ha dejado claro que esta se debe a una “provocación” de EEUU, al querer poner misiles nucleares a 400 kilómetros de Moscú. Desde el inicio de la guerra, Teherán ha estrechado los lazos económicos con Moscú, con el objetivo de aunar fuerzas también ante las sanciones occidentales que ambos países reciben.
Pero la cosa no se ha quedado aquí. A medida que el conflicto se ha ido estancando, el régimen iraní también ha apoyado a Moscú militarmente, según ha denunciado la inteligencia norteamericana. Concretamente, lo habría hecho con el envío de drones de combate no tripulados y misiles tierra-tierra. Aunque Irán ha negado hasta el momento estas acusaciones, algunos analistas creen que el envío de drones refuerza la imagen del régimen como potencia exportadora de armas en conflictos internaciones. De hecho, hay que recordar que los drones iraníes ya hace años que se han estado usando fuera de las fronteras del país, en los conflictos de Siria, Iraq, Yemen, Líbano e, incluso, el árabe-israelí.

Escombros y componentes de drones Shahed de fabricación iraní recuperados por las fuerzas ucranianas (Dod)
Por su lado, Siria no ha dejado un ápice de duda en su apoyo a Rusia. El mismo presidente del país, Bashar Al Ásad, ha repetido las consignas rusas para justificar la invasión, refiriéndose al “nuevo nazismo” que encarna Ucrania.
Más allá del apoyo verbal y político, cabe recordar que Siria es uno de los pocos países que directamente ha votado en contra de condenar la invasión en la asamblea de la ONU. Además, Al Ásad ha permitido a Moscú desplegar bombarderos con capacidad nuclear de largo alcance y aviones de combate con misiles hipersónicos en su país, lo que ha permitido al ejército ruso disuadir de manera más efectiva la participación occidental en Ucrania o incluso estar capacitada para llevar a cabo ataques en caso de una escalada.
DESCONCIERTO EN EL POSICIONAMIENTO DE ASIA CENTRAL
A diferencia de lo que se podía esperar, Moscú no ha recibido un apoyo claro y unánime por parte de las repúblicas ex soviéticas de Asia Central. Los ejemplos más claros son los de Kazajistán y Uzbekistán, dos de los países más importantes de la zona, que públicamente hasta se han atrevido a exhibir muestras de apoyo a Ucrania.
Kirguistán, por su lado, ha sido el país de la zona que se ha decantado más abiertamente del lado de Moscú. Muestra de ello es que ni tan siquiera ha protestado por el reclutamiento forzoso de muchos kirguises residentes en Rusia. También ha impedido en reiteradas ocasiones las manifestaciones frente a la embajada rusa en la capital. Hasta el presidente Sadyr Žaparov ha llegado a decir sobre la guerra que «tal vez era la única manera de defender a la población pacífica en el territorio del Dombás”.
COREA DEL NORTE, EL OTRO AMIGO DE RUSIA
El otro amigo con el que Putin ha podido contar hasta ahora ha sido Corea del Norte. El país más hermético del mundo no ha dudado en ningún momento en culpar a EEUU y ‘sus satélites’ de la ofensiva rusa en Ucrania, y ha proporcionado total apoyo político a Moscú, reconociendo, por ejemplo, la adhesión de las repúblicas a la Federación Rusa. Según la inteligencia norteamericana, Pionyang también habría suministrado millones de cohetes y proyectiles de artillería a Rusia. En el acto de conmemoración del 70º aniversario del fin de la Guerra de Corea, que reunió el pasado mes de julio al ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, y al miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China Li Hongzhong, el mismo presidente ruso agradeció el apoyo de Corea del Norte en la guerra. El ministro de Defensa de Corea del Norte, Kang Sun Nam, le devolvió la muestra de agradecimiento garantizado el pleno apoyo de Pionyang “a la lucha justa del ejército y el pueblo rusos para defender la soberanía y la seguridad del país”.

El ministro de Defensa, Sergei Shoigu, asiste a una recepción para la delegación militar rusa organizada por el líder norcoreano, Kim Jong Un (KCNA)
LA COMPLEJIDAD DE ASIA
Como si de un puzzle irresoluble se tratara, la posición y los intereses de cada país en Asia respecto a la Guerra de Ucrania son sumamente distintos, cosa que plantea un escenario mucho más complejo que el de cualquier otro continente, especialmente si se compara con Europa. Pero lo más remarcable es que, mientras algunos discursos políticos y mediáticos occidentales suelen apuntar a un consenso de la comunidad internacional contra Rusia, un solo vistazo al continente más grande y poblado del planeta demuestra que dicho consenso no es más que un deseo sumamente alejado de la realidad. Porque a pesar de que Occidente cuenta con aliados en todo el continente, la mayoría de ellos suelen un posicionamiento respecto a Rusia con muchos más grises de los que que Washington, Londres y Bruselas querrían.
NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21.
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