LA AGRESIÓN RUSA A UCRANIA HA SUPUESTO UN AVANCE HACIA UNA POLÍTICA COMÚN DE MIGRACIÓN Y ASILO EUROPEA

por | Mar 12, 2022

En los últimos años, especialmente desde el año 2011 con las mal llamadas “Primaveras Árabes” y el estallido de la Guerra en Libia y Siria, la Unión Europea ha vivido repetidas crisis de migración, asilo y refugio, a las que ha tratado de hacer frente poniendo parches, a todas luces insuficientes, pese a las desavenencias […]

En los últimos años, especialmente desde el año 2011 con las mal llamadas “Primaveras Árabes” y el estallido de la Guerra en Libia y Siria, la Unión Europea ha vivido repetidas crisis de migración, asilo y refugio, a las que ha tratado de hacer frente poniendo parches, a todas luces insuficientes, pese a las desavenencias entre los diferentes Estados Miembros. Sin embargo, con la agresión rusa a Ucrania se abre un horizonte de oportunidad para el desarrollo de una política común necesaria en materia de migraciones.

Desde diciembre de 2021 se han dado avances importantes en la búsqueda de un consenso que impulse esta política de migración y asilo que, por supuesto, ha recibido el espaldarazo definitivo con la agresión de la Federación Rusa al Estado Soberano de Ucrania. No obstante, estas medidas adoptadas en apenas dos semanas desde la agresión distan mucho de la propuesta presentada por la Comisión Europea en septiembre del año 2020 de un nuevo Pacto de Migraciones y Asilo que aspiraba a ser un acuerdo de mínimos entre los Estados miembro.

La crisis de los refugiados de 2014 y el drama en el Mediterráneo

Para entender los avances sustanciales que se han producido en materia migratoria, que parecían impensables hace solo tres semanas, es necesario regresar en el tiempo hasta el año 2014 en que la Unión Europea vive, en su flanco sur, la llegada masiva de migrantes, tanto económicos como forzados, provenientes de la región MENA. 

Así, países como Italia y, especialmente Grecia, se vieron superados por la llegada de solicitantes de asilo y refugio que huían de los conflictos internacionales que se estaban produciendo en sus países de origen, Siria, Yemen y Libia; pero también ante la incapacidad de poder distinguir, dentro de ese fenómeno migratorio, aquellos que migraban económicamente de los que se veían obligados a migrar por el conflicto y la persecución. Esta llegada masiva supuso el fracaso de la anterior política de coordinación de migrantes que tenía la Unión Europea, que recordemos es competencia de los Estados miembro, y dónde la UE tiene solo un rol de acompañamiento, y llevaba a los países europeos a tratar de alcanzar unos nuevos acuerdos de Dublín (Dublín III) para asegurar un reparto equitativo de los migrantes y aplicar la cláusula de la llegada, es decir, que estos solicitantes habían de realizar todos los trámites en el primer Estado de la UE al que llegaban, suponiendo un peso más para los ya superados territorios europeos del sur. 

El Grupo de Visegrado, con la Hungría de Viktor Orban a la cabeza ha sido el principal obstáculo a la recepción de refugiados provenientes de países extraeuropeos (El Periódico)

Es de sobra conocido la imposibilidad de llegar a un renovado acuerdo, y la insolidaridad que mostraron algunos Estados miembro, siendo paradigmático el ejemplo húngaro, pero no quedándose atrás otros países del Grupo de Visegrado; quienes se negaron en rotundo a acoger sus «cuotas de refugiados» llegando incluso a tratar de poner una «frontera» en forma de alambrada dentro del Espacio Schengen. 


Los intentos de acuerdo europeo  

En los casi 10 años transcurridos desde el inicio de las llegadas masivas se ha tratado, desde las instituciones europeas, tanto la Comisión Juncker como la Comisión Von Der Leyen, de alcanzar un acuerdo, aunque este fuese de mínimos entre los 27 países para así establecer una Política Común de migración y asilo. Nada de esto ha sido posible, ni siquiera el Pacto de Migración presentado por Margaritis Schinas en septiembre de 2020, que consistía en la propuesta de mínimos para los Estados miembro pero que tampoco satisfizo ni a los países del sur, por su escasa ambición y el mantenimiento de la responsabilidad en los primeros receptores; ni para los países del este y el Grupo de Visegrado quienes habían de cumplir con cuotas de reparto de refugiados y asilados que no deseaban. 

En este entramado se encontraba la Unión Europea hace justo un año, mientras los naufragios y fallecimientos en el Mediterráneo, que se han cobrado cientos de miles de víctimas se seguían sucediendo.


La migración como arma

En los últimos meses, sin embargo, la situación al respecto de las migraciones y el asilo ha cambiado radicalmente por dos factores claves. El primero de ellos es el hecho de que algunos de los países de la vecindad europea, tanto del sur como del este, vieron en la migración el “talón de Aquiles” de la Unión Europea y decidieron aprovecharlo en sus propios objetivos.

Estamos hablando del caso de Marruecos quien, a mediados del mes de abril del 2021, con el único fin de lograr cambiar la decisión europea sobre el Sáhara Occidental y la pesca, decidió permitir, de manera completamente inhumana, la llegada de miles de migrantes a las costas españolas, tanto por la ruta del Mediterráneo como la del Atlántico, con los consecuentes riesgos que tiene dicha operación para la vida de las personas migrantes. De esta manera, España se vio forzada a tramitar miles de llegadas en apenas unos días, teniendo que tramitar por su propia mano, de acuerdo al vigente protocolo de Dublín, todas las solicitudes.

Unos meses más tarde sería Lukashenko en Bielorrusia quien emplearía a miles de migrantes en las fronteras con Polonia, como un arma, en respuesta a las sanciones europeas y con el fin de tensionar a la Unión Europea y, especialmente a Polonia, quién no se había mostrado muy favorable a la acogida de migrantes y refugiados en las crisis anteriores. 

En 2021, Bielorrusia facilitó la llegada de refugiados de Oriente Medio a sus fronteras para promover su posterior entrada en países de la Unión Europea y lograr así su desestabilización (ABC)

Es quizás este segundo caso el que ha hecho cambiar y avanzar en mayor medida decisiones en materia de migraciones y asilo, y han llevado a la Unión Europea a tratar de resolver esta «debilidad» para evitar que nuevamente otros países lo usen como arma; especialmente debido a que afectaba a uno de los estados que se habían posicionado en contra de esta política pero que, ahora comenzaban a ser conscientes de que también les podía afectar la llegada masiva de migrantes y refugiados.

 
La agresión rusa a Ucrania: el espaldarazo definitivo

El 24 de febrero amaneció con la agresión por parte de la Federación Rusa a la República de Ucrania, agresión que lleva ya más de dos semanas y que ha supuesto centenares de fallecidos, miles de heridos y, en lo que respecta a este artículo, millones de desplazados internos y de refugiados en los países fronterizos. En este sentido, en apenas diez días desde que se produjo la entrada rusa en el territorio ucraniano más de un millón y medio de personas se vieron forzadas a abandonar el país tras los ataques indiscriminados de las tropas rusas.

Estos refugiados, como era previsible, se han desplazado hacia los países europeos que tienen frontera con Ucrania, especialmente Polonia, Eslovaquia y Hungría, tres países que conformaban el mencionado Grupo de Visegrado y que en dos semanas se han convertido en los principales receptores de refugiados y asilados, con los consecuentes problemas para la política interna y europea que llevará la tramitación de los visados de asilo. Más teniendo en cuenta que no parece que el conflicto vaya a tener una solución inmediata, puesto que Putin no esperaba una resistencia ucraniana, ni tampoco se esperaba la contundente y unitaria respuesta de las instituciones europeas y sus Estados miembro. Es probable que Putin considerase la salida masiva de ucranianos del país y su llegada a las fronteras europeas pero, de seguro, que también ha quedado sorprendido con la respuesta de la UE, quien ha evitado una discusión interna actuando de manera rápida y efectiva en la acogida y reparto.

Número de refugiados ucranianos que habían abandonado el país a fecha 11 de marzo de 2022 (Acnur)

En este sentido, la Unión Europea ha estado a la altura de las circunstancias respondiendo de forma rápida, incluso tomando la iniciativa, en la toma de sanciones económicas y políticas contra Rusia y Belarús, pero también en la respuesta a 27 que se ha dado a la crisis de refugiados, evitando, precisamente que se trate de una nueva crisis migratoria. Así el Consejo Europeo del 4 de marzo tomó una medida histórica y sin precedentes, y por unanimidad, por la cual se ponía en marcha la Directiva de Protección Temporal que acelera el asilo y residencia con validez de un año, asegurando así una protección inmediata a todos los ucranianos que huyen del conflicto.

La aplicación de esta directiva unida a un reparto de los refugiados acordado por todos los Estados Miembros, que implica por ejemplo, que Alemania este dispuesta a acoger 100.000 ucranianos, implica un espaldarazo ante la Política Común de Migraciones y Asilo, y el avance hacia la Europa federal que pueda implicar que en los próximos años los 27 Estados Miembros decidan superar sus rencillas y comprender, que igual que lo fue el Covid19, la llegada de refugiados y migrantes requiere una solución europea.

Para consolidar esta Política de Migraciones y Asilo Común será fundamental la Conferencia sobre el Futuro de Europa que, precisamente, debate el futuro de la Unión Europea y donde la migración constituye un tema por sí mismo y un Grupo de Trabajo dentro de la misma. Así pues, habrá que revisar los últimos avances y consolidarlos en políticas y tratados europeos de manera que la UE se convierta en un líder a nivel internacional y lo que en su día fue el “talón de Aquiles” deje de serlo.  


NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21

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