MOLDAVIA, A MEDIO CAMINO ENTRE RUSIA Y LA UNIÓN EUROPEA

por | Mar 14, 2022

La República de Moldavia se encuentra actualmente gobernada por un dúo de mujeres pro-europeas (en la presidencia y el ejecutivo) que intentan impulsar el acercamiento del país más pobre de Europa, en términos de renta per cápita, al grupo comunitario. Sin embargo el país tiene un gran obstáculo a sus espaldas: La Federación Rusa y […]
La República de Moldavia se encuentra actualmente gobernada por un dúo de mujeres pro-europeas (en la presidencia y el ejecutivo) que intentan impulsar el acercamiento del país más pobre de Europa, en términos de renta per cápita, al grupo comunitario. Sin embargo el país tiene un gran obstáculo a sus espaldas: La Federación Rusa y Transnistria.

MOLDAVIA, LA ÚLTIMA HERMANA DEL DANUBIO

Si bien en términos geográficos la República Moldava no pertenece a los Balcanes, a nivel histórico, al igual que Hungría, se le ha considerado parte de los mismos. Culturalmente, a pesar de situarse al este del continente, es similar a su vecina Rumanía, pues cuentan con una lengua derivada del romance (Limba română) con la única diferencia del empleo del alfabeto cirílico en Moldavia, aunque actualmente en desuso.

En términos económicos, este pequeño país sin litoral es no solo el más pobre del área ex-soviética en el continente, sino también de entre los futuros candidatos a la adhesión (sin fecha de inicio para las conversaciones) de la Unión Europea. Según datos del Banco Mundial, la República Moldava posee un IDH (Índice de Desarrollo Humano, un indicador que evalúa la inscripción en el sistema educativo, sistema sanitario o la esperanza de vida al nacer entre otros) de los más bajos del mundo (medio-bajo), con un I.N.B. o P.I.B. per cápita de poco más de 4000 $ anuales, por debajo de entes como Albania, Botswana, Gabón o similar a la Franja de Gaza.

Evolución del P.I.B. per cápita anual (expresado en dólares americanos) de la República de Moldavia entre 1997 y 2020. Banco Mundial.

Uno de los grandes problemas a los que se enfrenta Moldavia, lo que ahonda todavía más en su ya frágil economía y política, radica en su territorio, pues posee dos entidades que, desde la desintegración de la Unión Soviética, se han ido acercando más hacia Moscú que hacia occidente, tal y como ocurre con el resto del Estado: Gagauzia y Transnistria. El primero de ellos, con autonomía desde la independencia de Moldavia a inicios de los 90 del siglo XX – aunque con un período de 3 años de ‘independencia’ -, y a raíz del conflicto en Ucrania en 2014, llevó a cabo dos referéndums: El primero intentaba acercar el territorio al área comercial rusa, donde el 98.5% de los votos fueron favorables, mientras que la segunda votación arrojó un 98% de fotos positivos a una independencia diferida o “a plazos”. En cuanto a la segunda entidad, ¿qué ocurre exactamente?.

TRANSNISTRIA: ¿UN 1991 PERMANENTE?

Pocos meses antes del colapso y desintegración total de la U.R.S.S., Chișinău declaró la independencia del Estado moldavo mientras que, al otro lado del río Dniéster, Transnistria y sus líderes pro-soviéticos proclamaron a su vez la secesión de Moldavia pero no de la Unión Soviética, sin reconocimiento internacional a excepción de la futura Federación Rusa y otros territorios como Abjasia u Osetia del Sur. Estas acciones llevaron a un enfrentamiento entre Rusia y Moldavia hasta que, en 1992, se declaró la instauración de una zona de amortiguamiento a través de los ríos Dniéster y Nistru, provocando que la presencia militar rusa en la zona haga interpretar el desarrollo de Transnistria como un Estado de facto por sí mismo.

Cartografía de la República de Moldavia y Transnistria, dejando ver la zona desmilitarizada entre ambas entidades. Radio România Internaţional.

De esta forma, ¿cómo afecta la situación al conjunto de Moldavia?. El hecho de poseer, dentro de lo que esta república considera parte íntegra de su territorio, a una potencia tan fuerte a nivel militar como Rusia provoca que las relaciones económicas y políticas con la Federación sean tensas a pesar de la dependencia energética que sufre Moldavia respecto de Rusia (la compañía Gazprom es dueña del 50% de las acciones de la empresa Moldovagaz). Además, es necesario destacar que la mayor parte del sector industrial del país ‘balcánico’ se sitúa al este del mismo, es decir, en territorio transnistrio, por lo que la inestabilidad se acrecenta al enmarcar las exportaciones principales de Moldavia únicamente a un tejido vitivinícola que lleva experimentando años de sanciones por parte de Rusia, mercado principal de distribución del vino moldavo.

A este escenario es necesario añadir que, frente a una Chișinău cada vez más pro-europea, donde la mayoría de la población es de etnia rumana, el oeste de mayoría ruso-ucraniana vive de las aportaciones de Moscú, tal y como reflejan los más de 800 millones de dólares aportados a Transnistria en forma de subsidios. Según datos del Biroul Național de Statistică (Instituto Nacional de Estadística de Moldavia), la economía del país sufre desde el año 2015 una etapa de continua descendencia a consecuencia del déficit en la producción agrícola, repercutiendo así mismo en el P.I.B. nacional y en la renta per cápita.

Sin duda uno de los grandes problemas con los que cuenta Moldavia es el alto porcentaje de población que emigra o está en situación de desempleo. Según datos de ONU Migración, entre 300 y 600 mil moldavos que se encuentran en la diáspora envían remesas a su país de origen, lo que se traduce en un 34% del P.I.B. nacional, por lo que es claramente deducible que se trata de un Estado dependiente de los ingresos que envían sus ciudadanos desde el extranjero, convirtiendo a la economía moldava en maleable y completamente frágil.

En cuanto a los desempleados, el casi 5% de las personas activas laboralmente (en torno al 1.2 millones de personas de los poco más de 2.6 millones de moldavos) se encontraba en situación de desempleo en un país donde el salario medio es de unos 150 dólares americanos, además que hasta el 60% de la población por encima de los 15 años es clasificada como inactiva.

EL CAMINO HACIA LA UNIÓN EUROPEA: EL MAYOR DE SUS RETOS

La adhesión a la Unión Europea es un gran reto para los países candidatos actuales o para los futuros, pues es preciso realizar grandes reformas en múltiples ámbitos que van desde lo económico hasta lo político, pasando por lo medioambiental y educacional. De esta forma, uno de los primeros pasos, del cual Moldavia es parte desde 2005, es recibir un Plan de Acción (PA) – vinculado a la Política Europea de Vecindad (PEV) – y cuyo objetivo, en este caso concreto, era obtener fondos por un período de tres años para evitar el acercamiento de la república hacia el entorno comercial ruso, así como ser candidato a los Acuerdos de Asociación (AA) que cuentan con inyecciones comerciales y seguimiento minucioso de dichos actos, siendo Moldavia poseedora de los mismos desde julio de 2016 tras seis años de negociaciones.

Es una realidad que tanto la UE busca hacerse un hueco en el Este de Europa como que cada vez son más los gobiernos pro-europeos en esta región del continente. Así, dos pruebas de ello radican: Primero, en la composición actual del Ejecutivo moldavo con la economista moldava Natalia Gavrilița – reconocida europeísta – como Primera Ministra (quien busca llevar a cabo reformas para contener al grupo de los 27) o con la también economista europeísta, Maia Sandu, en la Presidencia del Estado.

En segundo lugar, destaca el avance que está realizando Moldavia en los últimos meses para reducir el tiempo de espera con miras a iniciar las conversaciones con la Unión. Así, junto con Georgia y Ucrania, han creado el denominado Trío Asociado que, reunido en Batumi (Georgia) a mediados de 2021, se ha propuesto luchar por un futuro europeo que conlleve evitar la polarización interior y las provocaciones exteriores en palabras de la presidenta georgiana, Salome Zurabishvili. Para ello, el Consejo Europeo se comprometió a raíz de estos hechos a realizar inversiones en dichos Estados por valor de 2.300 millones de euros.

De izq. a dcha.: V. Zelenski (Ucrania), M. Sandu (Moldavia), S. Zurabishvili e I. Garibashvili (Georgia) y C. Michel (Consejo Europeo) reunidos en Batumi, 2021. Batumi International Conference.

CONCLUSIONES

Sin duda, la República de Moldavia experimenta desde su independencia de la U.R.S.S. una serie de problemas estructurales reseñables que abarcan aspectos económicos, políticos y sociales así como desafíos territoriales, lo que se traduce en una seria inestabilidad y pobreza absoluta destacada. Estos acontecimientos hacen también de Moldavia un Estado inestable políticamente y con una gran división interna que recae en el posicionamiento socio-político a favor de un mayor acercamiento a Rusia o a la Unión Europea.

En los últimos años, y a pesar de la difícil situación que atraviesa el país en tantos campos, Moldavia está tratando de llevar a cabo cambios como lucha contra la corrupción, reformas económicas y liberalización del mercado (elementos esenciales de los Criterios de Copenhague que rigen la entrada a la Unión), así como la recepción de inyección capital por parte del grupo comunitario con el objetivo de hacer más presente su figura en la pequeña república y combatir, mediante un hard power económico, el peso de la Federación Rusa.


NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21

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