May 19, 2025

¿TERMINARÁ BURKINA FASO COLAPSANDO?

Escrito por Manuel Paz Bernal

Es una pregunta retórica con un desenlace que podría ser devastador para una región que lleva años sumida en el caos como el Sahel y que presenta graves problemas de agotamiento.

La ofensiva llevada a cabo en los últimos meses por los denominados Grupos Armados Terroristas (GAT,s), tal como lo denominan los gobiernos locales para diluir una posible imagen de fortaleza de unos enemigos cada vez más amenazante, es una demostración de fuerza, coordinación y eficacia que está poniendo en serios riesgos de desintegración territorial a un país como Burkina Faso, a cuyo frente se encuentra una Junta Militar liderada por el Capitán Ibrahim Traoré.


EL DESAFIO DE JNIM

La principal amenaza a la que se enfrenta la Junta Militar en Burkina Faso es la organización terrorista de naturaleza yihadista Jama´at Nasr al-Islam Muslimin (conocida por sus siglas como JNMI). Esta organización que se identifica como filial de Al Qaeda para el Sahel, es un grupo heterogéneo con distintos liderazgos locales que en un contexto tan plural como el Sahel facilitan la identificación del grupo con la población local. Concretamente en el territorio de Burkina Faso actuaria la katiba (brigada) llamada Ansaroul Islam, dirigida por un líder local llamado Jafar Dicko.

Capitán Ibrahim Traoré. Fuente: Africa Report.

En especial, Ansaroul Islam está muy presente en las áreas del norte de Burkina Faso y al sur de Malí, estando muy infiltrada e identificada de manera indirecta con la etnia fulani. La etnia fulani está compuesta por millones de personas que se extienden por el Sahel y África Occidental, que carece de estado propio pero que consta con una historia común con un fuerte componente islamista, idioma propio y en gran medida con una forma de vida nómada muy marcada por la ganadería como actividad económica.

Fulanis en labores de pastoreo. Fuente: ABC.

Esta identificación es instrumentalizada por JNIM para instigar luchas interétnicas y una continua conflictividad con otras etnias y los gobiernos centrales de los Estados del Sahel. Esta asimilación existente pero difusa de los fulanis con los grupos terroristas ha dado lugar a campañas desproporcionadas del gobierno de Burkina Faso de represión contra la población fulani a las que acusa de colaboracionistas con los grupos armados. Estás acusaciones y acciones represivas que han favorecido la estigmatización de este grupo étnico, han provocado un mayor acercamiento de los fulanis a los terroristas.

Estas acciones y respuestas terminan perpetuando un conflicto donde el trasfondo de la explotación de la tierra y los recursos naturales juega un papel destacado. Todo ello agravado en un contexto de extrema pobreza, recursos naturales limitados, falta de oportunidades, estados extremadamente débiles, escasos servicios públicos, las consecuencias del cambio climático y un crecimiento demográfico exponencial.

Además, JNIM lleva a cabo labores de asistencia social muy básicas, imparte justicia allí donde ejercen el control intentando mediar en los problemas comunitarios, realizan proselitismo religioso como base para ejercer influencia y lograr adhesiones, gestiona las actividades ganaderas, impone la sharia de manera progresiva, ofrece posibilidades de subsistencia y recluta nuevos combatientes entre la población muy jóvenes ofreciéndole un status de importancia en sus comunidades locales.

 

CAMBIO DE DINAMICAS

A diferencia de otras campañas yihadistas, en los últimos movimientos de JNIM están demostrando una mayor coordinación en sus acciones, una movilización de cientos de terroristas que conlleva una planificación minuciosa donde las diferentes katibas colaboran entre ellas, ataques simultáneos en localizaciones alejadas y la presumiblemente voluntad de controlar núcleos urbanos de identidad. Estas acciones demuestran un salto notable en su capacidad de combate, instrucción y profesionalización de JNIM.

La reciente ofensiva a mediados de mayo de 2025, han demostrado esta capacidad de combate y de mayor impacto llegando a tomar poblaciones de envergadura local al norte del país como Djibo o Diapara, causando centenares de bajas entre las filas gubernamentales. Aunque son poblaciones que sufren continuos asedios, los ataques de las últimas semanas no han tenido precedentes.

Anuncio de la entrada de Djibo, provincia de Soum, Burkina Faso. Fuente: Robert Lansing Institute.

Los terroristas han podido pasar a un cambio estratégico y valorar nuevas posibilidades, ya que llevan años desgastando de manera constante al ejército local y sus milicias aliadas, sin que se haya podido contrastar ningún avance ni éxito real por parte de la Junta Militar en su estrategia de pacificación.

Su tácticas de lucha asimétrica se basa en incursiones en poblaciones bajo control estatal donde asaltan posiciones de fuerzas progubernamentales, las saquean, se abastecen y toman represalias contra los civiles que acusan de colaboracionistas empleando el asesinato, las violaciones o secuestros.

Mapa elaborado por Armed Conflict Location & Event Data (ACLED) que refleja la vilencia transfronteriza en el Sahel entre enero y noviembre de 2024. Fuente: ACLED.

Para sus asaltos utilizan numerosas motocicletas que conforman en pequeños grupos (enjambres), que cuentan con facilidad de movimientos en un terreno árido y con escasas vías de comunicación, e intentando envolver al enemigo que se ve cercado. También, cuentan con equipamiento capturado en sus operaciones como todoterrenos artillados, vehículos blindados y drones comerciales con posible uso militar.

En sus acciones también pueden hacer uso de vehículos kamikazes con terroristas suicidas (VIED, s) que provocan la sorpresa y caos en el enemigo previo al asalto de la posición objetivo.

A estos asaltos se suman acciones de guerrillas como emboscadas, sabotajes, utilización de IED,s, asalto a prisiones, minado de caminos y un constante hostigamiento que terminan por contener al enemigo en posiciones defensivas que facilitan el dominio insurgente de importantes vías de comunicación.

También entre sus objetivos se sitúan las empresas extrajeras que explotan yacimientos de recursos naturales. Imposibilitar sus tareas económicas perjudica gravemente las finanzas de la Junta Militar.

Cada vez son más habituales la grabación de sus acciones, con ediciones de videos con cierta calidad técnica. Su publicación como arma propagandística se difunde en el medio Az Zaqalla.

En Burkina Faso los grupos terroristas dominan gran parte del territorio, siendo su presencia extendida al norte del país y zona noreste (área denominada Triple Frontera donde convergen las fronteras de Burkina Faso, Níger y Malí). Pero las acciones transnacionales se extienden por toda la geografía regional e incrementándose la presión sobre países costeros como Togo y Benín, que sufren constantes incursiones armadas desde Burkina Faso.

Aunque los grupos terroristas que actúan en el Sahel, principalmente JNIM y el denominado Estado Islámico del Sahel (franquicia de Daesh), tienen un ámbito regional transfronterizo que afectan en gran medida a Malí y Níger, parece que Burkina Faso es el eslabón más débil en el Sahel, con una consolidación de la presencia insurgente y desde donde está pivotando con más intensidad su capacidad de proyección a nuevos escenarios

 

LA INCAPACIDAD DE LA JUNTA MILITAR

Pese a que el 22 de septiembre de 2022 el Capitán Ibrahim Traoré tomará el control de Burkina Faso con la promesa de restablecer la seguridad y el orden, la situación solo ha empeorado.

Según el Índice de Terrorismo Global (GTI), elaborado por el Instituto para la Economía y la Paz (IEP), Burkina Faso es considerado el epicentro del terrorismo mundial. Un lugar que consolida a Burkina Faso en este primer puesto desde 2021, con una tendencia al agravamiento de la situación con el consecuente desgaste institucional.

La estrategia de Ibrahim Traoré se ha basado en varios puntos principales: un rearme acelerado a cambio de concesiones mineras a los países suministradores de equipamiento militar; el fortalecimiento de las denominadas milicias de Voluntarios en Defensa de la Patria (VDP) acusadas de crímenes y masacres contra civiles; un ambicioso plan de impulso económico con importantes nacionalizaciones (en 2022 Burkina Faso ocupa el puesto 185 en los Índices de Desarrollo Humano de 193 países baremados); una considerable campaña propagandística en torno a la figura del propio Ibrahim Traoré donde prima un carácter muy personalista del gobierno; y un cambio total en sus asociaciones internacionales.

Drones Bayraktar TB-2 de origen turcos adquiridos en 2023. Fuente: Timesaerospace.

Lo cierto es que, pese a estos ambiciosos proyectos, la situación derivada de la inseguridad generalizada está provocando desgaste en la Junta Militar con un progresivo malestar entre las fuerzas armadas y pérdida de apoyos entre la población civil. El entusiasmo con el que se acogió por parte de la población burkinesa la llegada de Ibrahim Traoré al poder se está trasformando en decepción.

En el aspecto militar, el rearme con las adquisiciones de blindados y drones, así como en un mayor incremento de fortificaciones militares no parecen tener efectos. La posible falta de instrucción, los bajos salarios, la falta de motivación, la carencia de mandos competentes, la indisciplina, la escasez de inteligencia e información, la ausencia de doctrina y la corrupción, pueden ser motivos para que esta política de rearme tenga pocos efectos. Son constantes los episodios donde las fuerzas de seguridad se ven superadas, cayendo en el desorden, abandonando sus posiciones dejando atrás importante material militar.

Además, el papel de las VDP está siendo muy cuestionado. Suponen una delegación del monopolio de la fuerza por parte del Estado, que da lugar a una su falta de control de sus acciones. Los VDP son acusados continuamente de excesos en el uso de la fuerza, lo cual incrementa los episodios violentos y las luchas interétnicas.

Las acciones de castigos desproporcionadas y matanzas de civiles  denunciadas por organizaciones internacionales por parte de la Junta Militar, que constituirían crímenes de guerra, sumado a una importante represión política y la inseguridad en el ámbito rural, donde mucha población teme la presencia de las fuerzas locales por su incapacidad y temor de convertirse en el próximo objetivo de los terroristas, están deslegitimando gravemente la imagen de la Junta Militar.

Esta constante deslegitimación de las autoridades locales está fortaleciendo el discurso de los yihadistas, que pese a cometer abusos similares denuncian las acciones desproporcionadas de las fuerzas de seguridad, emergiendo como alternativas al poder, denunciando continuos abusos. Los islamistas radicales se presentan como contestatarios a los abusos estatales, una falsa fuerza piadosa amparada por una interpretación radical del islam, reclamando un nuevo modelo político basado en el islamismo radical.

Las reclamaciones políticas, sociales, la denuncia del expolio de recursos naturales por parte de extranjeros, la situación de pobreza o los anuncios de venganza siempre van marcado de un profundo carácter religioso donde se denuncian supuestos agravios contra los musulmanes, señalando a las autoridades como apostatas o infieles al servicio de potencias extranjeras y su corrupción por alejarse de los que ellos defienden como el verdadero islam.

Toda esta situación de caos, las sucesivas derrotas, la baja moral, la corrupción entre las propias filas y los escasos resultados, han terminado dando lugar a varias supuestas intentonas golpistas desarticuladas contra Ibrahim Traoré, quien acusa a actores extranjeros de pretender derrocar su gobierno.

Estas acusaciones de injerencias son habituales para justificar la inestabilidad interna, acusando a vecinos regionales y potencias calificadas como neocolonialista como Francia, la Unión Europea y empresas privadas occidentales, de intentar buscar un cambio político en el país.

 

EL PAPEL DE LA ALIANZA DE ESTADOS DEL SAHEL Y LOS ACTOS EXTERNOS

Burkina Faso junto con las juntas militares de Malí y Níger, países con quienes comparten amplias fronteras, impulsaron una nueva alianza regional denominada Alianza de Estados del Sahel (AES). Esta asociación regional se caracteriza por su marcado carácter anti occidental (principalmente centralizado en su oposición a cualquier herencia colonial o influencia francesa), por estar conformado por gobiernos autoritarios, un carácter nacionalista y panafricanista, compartiendo características y problemáticas comunes como la amenaza terrorista.

Combatientes de JNIM en la toma de Djibo sobre una glorieta que conmemora la unión regional en torno a la Alianza de Estados del Sahel. Una imagen con un claro fin propagandístico Fuente: Red social X.

La AES aspira a convertirse en una confederación estatal, con autonomía financiera propia, con una política exterior común y unificar la ciudadanía de sus habitantes. Lo cierto es que el proyecto está lejos de consolidarse. Los países de la AES cuentan con economías muy subdesarrolladas, son muy dependientes de la ayuda exterior, están muy endeudados y la forma de financiarse la están encontrando en las concesiones de permisos de explotación de recursos naturales a países como China, Rusia, Turquía o Emiratos Árabes Unidos.

En el aspecto operativo contra el terrorismo, han puesto en marcha una fuerza conjunta para actuar en zonas fronterizas y prestarse apoyo mutuo. Esta fuerza estaría constituida por 5.000 militares, sería autónoma con capacidades propias y ya estaría en servicio. Algunos ejemplos son el despliegue de soldados malienses en Uagadugú (capital de Burkina Faso) ante un posible golpe de Estado en el país u operaciones conjunta en la región nigerina de Tillaberi.

La AES surge como una alternativa a la organización regional CEDEAO, a la que acusan de servir a intereses occidentales rivalizando principalmente con Nigeria y Costa de Marfil. También, destaca a nivel regional su acercamiento a Marruecos lo que ha provocado tensiones con Argelia, traspasando el ámbito diplomático en el caso de Argelia y Malí con un incidente armado. Estas tensiones suponen una posible escalada de conflictividad en un área africana profundamente inestable.

A nivel internacional la AES se ha alineado en el panorama internacional junto a Rusia, estableciendo estrechas relaciones en el ámbito militar con Moscú. A diferencia de despliegues militares que Rusia tiene en Malí o Níger, en Burkina Faso este despliegue es más reducido. Además, una de las compañías militares privadas rusas que prestaban servicios de seguridad al presidente fueron replegadas hacia Rusia por las necesidades en el frente ucraniano.

Además de la cooperación militar, Burkina Faso mantiene acuerdos de cooperación en el ámbito civil con Rusia en el ámbito de la agricultura, energético, comercio y minería.

Pese al apoyo ruso, la situación de inseguridad regional es permanente y ha empeorado tras el repliegue de las fuerzas internacionales, mientras que los abusos estatales han aumentado exponencialmente.

Los países de la AES ofrecen apoyo diplomático a Rusia en Naciones Unidas y favorecen la expansión del “soft power” ruso, en permanente confrontación con los intereses de la Unión Europea y Occidente.

Recibiendo de Vladimir Putin a Ibrahim Traoré en Moscu en conmemoración del 80 aniversario de la Victoria Sovietica. Fuente: WADR.

CONCLUSIONES

La escalada de violencia en Burkina Faso puede suponer una nueva fase en la situación de inseguridad que se vive en el Sahel. Aunque por ahora JNIM, principal amenaza, parece no plantearse una ofensiva sobre la capital y una toma de la ciudad, esta operación no es descartable.

En septiembre de 2024, JNIM con un número muy reducido de combatientes lanzó un ataque sobre Bamako siendo capaz de tomar momentáneamente el aeropuerto de la capital maliense, el cual contaba con presencia rusa. La acción supuso una humillación para Malí, pero una evaluación para JNIM sobre las capacidades gubernativas. Esta ofensiva que se plasmó con éxito y relativa facilidad ante un enemigo que contaba con apoyo de unidades de élite rusas, se podría reproducir en Uagadugú planteando la verdadera fortaleza de la Junta Militar.

Aunque parece que JNIM no está interesado en la toma de poder ni preparado para gestionar la gobernabilidad de un país donde tampoco contarían con un apoyo mayoritario entre la población. Si bien, en un panorama tan confuso y volátil a nivel interno e internacional no se podría descartar esta situación. Es una posibilidad remota pero que no se debe descartar.

En Afganistán o Siria los grupos islamistas radicales que hasta hace poco eran combatidos por la comunidad internacional han tomado el poder, están siendo aceptados y hasta reconocidos a nivel diplomático a cambio de una supuesta moderación en sus postulados.

Rusia consumida en sus esfuerzos bélicos en Ucrania, al igual que hizo en Siria y en contra de una situación inverosímil hace años, puede dejar caer a aliados regionales.

Esta lectura del tablero internacional la pueden estar realizando los grupos terroristas que operan en Burkina Faso, que observan como el gobierno nacional es incapaz de tomar la iniciativa militar y política para garantizar la seguridad, con un progresiva resignación entre la población civil..

Tampoco se puede descartar un posible nuevo golpe de estado y un derrocamiento de la actual Junta, que quizás al contrario del anterior gobierno del Teniente Coronel Damiba derrocado por Traoré que abandonó el poder de manera pacífica, ahora se podría responder de manera diferente. Con Traoré en el poder y envalentonado por su propia figura, un intento de derrocamiento tendría una respuesta coordinada con los países de la AES para revertir cualquier posible cambio de régimen, los cuales podrían temer un efecto similar en sus respectivos países.

Por ahora, la comunidad internacional parece impasible ante esta situación de inestabilidad que se vive en Burkina Faso, respetando la soberanía nacional y alejándose de cualquier postulación que pueda interpretarse como una injerencia. Por su parte, la Junta Militar está convencida en sus postulados nacionalistas, acusa a actores extranjeros de desestabilizar el país, confiando en la fortaleza de la Alianza de Estados del Sahel y el inquebrantable apoyo ruso.

Un supuesto colapso de Burkina Faso a manos de grupos terroristas o por un nuevo golpe militar, podría tener dramáticas consecuencias regionales e internacionales.

En un supuesto asalto al poder con éxito de los terroristas en Burkina Faso, podría desembocar en un efecto dominó en Malí o Níger, pudiéndose producir una fragmentación regional y el surgimiento de nuevos entes políticos de carácter islamista.

Las Juntas militares son consciente de su debilidad y cualquier cambio de status quo puede significar su fin.

Cualquier cambio podría desembocar en el agravamiento de una situación humanitaria ya catastrófica, tensionar a los ya débiles estados de África Occidental, constituyendo un terremoto geopolítico que terminaría llegando a nuestras fronteras. Por ahora, Europa en plena reorganización por las amenazas en el flanco este, parece no ser consciente de lo que sucede en nuestras “fronteras avanzadas” del sur.


NOTA: Los planteamientos e ideas contenidas en los artículos de análisis y opinión son responsabilidad exclusiva, en cada caso, del analista, sin que necesariamente representen las ideas de GEOPOL 21.

Manuel Paz Bernal

Analista en Terrorismo yihadista, insurgencia y movimientos radicales por la Universidad Pablo de Olavide; Experto Universitario en Crimen Organizado por el Instituto Universitario Gutiérrez Mellado; Director de Seguridad privada por la Universidad Europea Miguel de Cervantes; así como diversos cursos en análisis del Terrorismo en el Campus Internacional para la Seguridad y Defensa (CISDE).

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