En los últimos meses los secuestros en las escuelas nigerianas se han convertido en una terrible constante en el país. Lejos de ser algo puntual, son un problema cada vez más persistente y por ahora no parece que vayan a tener fin.
Probablemente si no estuviéramos en mitad de una pandemia, la cual nos ha abocado a una carrera por inmunizar a la población mundial; aunque sea “de puntillas”, estaríamos hablando lamentablemente otra vez de Nigeria. Porque al igual que en aquel abril de 2014, cuando fueron secuestradas en Chibok 276 niñas y el mundo entero se estremeció